La guerra de los diez años

 

En el año 1869, unos 3600 catalanes fueron a Cuba a arriesgar su vida en la Guerra de los diez años. Pero, ¿qué hacían combatiendo allí?

CONTEXTO HISTÓRICO

Nos encontramos con un Imperio Español absolutamente agotado y decadente, que lleva cuatro siglos batallando y que ha perdido ya la mayoría de los territorios americanos. Cuba, Puerto Rico y las Islas Filipinas son aún parte de España, empero. En aquellos tiempos tener o mantener las colonias era una cuestión de prestigio internacional, si bien podríamos discutir acerca de su status colonial o de si eran provincias españolas como cualquier otra peninsular, pero eso sería harina de otro costal, no es lo que nos ocupa. Mientras, aquí, todo el siglo XIX sería conflictivo y convulso. En 1868 se produce una insurrección independentista en Cuba, poniendo así en peligro la integridad territorial y los intereses comerciales que en muchos casos eran de catalanes que producían azúcar. Así pues, había en juego orgullo y dinero, por qué no decirlo.

LOS VOLUNTARIOS

En 1869, hombres de negocios de la ciudad de Barcelona presionaron a la Diputación para que se implicara en la guerra, al considerar comprometidos «los intereses del país en la isla, la vida de nuestros hermanos así como la honra de nuestro pabellón». Unos y otros se comprometieron, pues, a cubrir los gastos de la empresa para enviar un batallón de voluntarios, mediante una suscripción que inició la Diputación. El gobierno aprobó la formación de este cuerpo de mil hombres que lucharía bajo la disciplina del ejército.

La Diputación presentó esta iniciativa hablando de la formación de un batallón de voluntarios que «sustente y consolide el dominio de nuestro glorioso pendón en las posesiones españolas de América». Enseguida hubo colas para alistarse en Barcelona, y hasta había voluntarios de otras ciudades importantes de toda Cataluña.

En el acto de jura de la bandera, el diputado provincial Narciso Gay habló así a los voluntarios: «Vais a contribuir a la represión de una insurrección, a evitar la pérdida de una joya envidiada por su inestimable valor, a defender la integridad del territorio, a luchar por que España viva contra los que allá claman muera España». La bandera, por cierto, era la rojigualda con el blasón de Cataluña en el centro y los escudos de las cuatro provincias en las esquinas. El puerto de Barcelona se llenó de gente y muchas embarcaciones pequeñas con familiares y amigos se reunieron para despedir los voluntarios.

La Diputación de Barcelona encargó un cuadro al pintor Ramon Padró y Pijoan para inmortalizar la ocasión, que hizo una obra de grandes dimensiones del momento del embarque. También el pintor Eduardo Llorens Masdeu hizo un cuadro de aquel momento, en este caso por encargo de un noble. En el año 1998, en el centenario de la Guerra de Cuba (la segunda,1895-1898), la Generalitat publicó un libro en el que sale un detalle de este segundo cuadro convenientemente recortado porque no salga la bandera que llevaban, que era la bandera de España.

En el mes de noviembre se promovió la formación de dos batallones más. El segundo salió de Barcelona y el tercero desde Cádiz, siendo los tres formados íntegramente por catalanes, que lucían un uniforme con barretina y alpargatas típicas del país. En total, unos 3600 catalanes fueron a la Guerra Grande o Guerra de los Diez años. Una década después, en 1878, los independentistas cubanos se rindieron finalmente, poniendo así fin al conflicto.

PATRIOTISMO ESPAÑOL EN LA CATALUÑA DE LA ÉPOCA

Hoy en día, con un separatismo promovido desde las instituciones y los medios de comunicación comprados con subvenciones públicas, nos quieren hacer creer que Cataluña y España son dos naciones diferentes y antagónicas, realidades políticas y culturales sin una historia en común más allá de la supuesta represión ejercida por la malvada España contra la pobre Cataluña. De hecho, esta es una idea firmemente arraigada en una parte importante de la sociedad catalana, construida a base de desprestigiar al resto de España y culparla de todos los problemas propios, demonizándola (sobre todo a Madrid). El nacionalismo quiere construir una nación basada en mitos a golpe de eslóganes y propaganda, absolutamente al margen de la realidad histórica, tan tozuda.

La verdad, pero, es que Cataluña ha estado tan implicada como las otras regiones en los asuntos españoles como parte de España que es. En el supuesto que nos ocupa, la Guerra de los 10 años y su tiempo, podemos hablar con razón y de forma documentada de un exacerbado patriotismo español, o más bien nacionalismo. Así lo demuestra el hecho de enviar los Voluntarios Catalanes, hasta cerca de 3600, las suscripciones realizadas para los gastos de embarque y uniformidad hechas por la Diputación de Barcelona y hombres y organizaciones de comercio, el entusiasmo popular al despedirlos y a su vuelta a casa, o la formación del cuerpo de voluntarios que combatió en la Guerra de África en 1859-1860, con una suscripción a cargo de La Vanguardia (ahora sometida al poder nacionalista, comprada con subvenciones). La misma Vanguardia que el 1893 hizo otra suscripción para comprar fusiles para el ejército que entonces defendía la plaza melillense.

En 1885 se produjo el conflicto de Las Carolinas, unas islas del Pacífico bajo soberanía española sobre las cuales Alemania quería instaurar un protectorado. La reacción, tanto institucional como popular, fue muy fuerte, y el 27 de agosto hubo una manifestación de miles de personas en Barcelona, más de 100.000 según las fuentes. La prensa, incluso la catalanista, hablaba así:

La Veu del Camp (Reus): «ofrezcamos nuestro apoyo al gobierno de la nación, puesto que españoles de corazón, no tenemos que faltar los catalanes a defender la honra e integridad de la patria».
L’Arch de Sant Martí: «¡Desperta Ferro! ¡ViscaEspanya! ¡¡Viva la integridad de la patria!!»
La Vanguardia: «¡Aún hay patria! (…) Sí, aún tenemos patria; aún España puede ser una gran nación. Aún no hay país alguno que nos aventaje en patriotismo».

ASÍ PUES…
Lo que hoy en día es impensable antes era una realidad. No deja de ser curioso que precisamente los que mes presumen de amar Cataluña son precisamente los que pervierten su alma y su historia. Quieren hacer una Cataluña sin raíces, una Cataluña de mitos, marketing y propaganda, una Cataluña virtual. Bien es cierto que en el siglo XIX ya había quien nos quería dividir. Por eso, hoy en día aún con más motivo, es importante difundir las palabras pronunciadas por Francesch Camprodon al recibir a los Voluntarios Catalanes en las playas de Cuba:

«Catalanes, que en nombre de la madre patria, lo mismo hoy que en los tiempos antiguos  estáis siempre dispuestos a luchar por la honra de España y a mantener la integridad del territorio, a la sombra gloriosa del trapo de barras rojas; Dios bendiga vuestra santa empresa, y bienvenidos seáis a las playas de Cuba. Esta comisión tiene el noble encargo de felicitaros en nombre de todos los españoles de La Habana, y yo os saludo con toda la efusión de un corazón catalán».[1]

¡Vivan los Voluntarios Catalanes!

¡Viva el Ejército de mar y tierra!

¡Vivan los Voluntarios de Cuba!»

Voluntario catalán en Cuba – Ramon Padró Pijoan

FUENTES:

– CATALUÑA Y EL COLONIALISMO ESPAÑOL (MARTÍN RODRIGO Y ALHARILLA). ESTADO Y PERIFERIAS EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX.

–  LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA.

–  CATALUÑA HISPANA (JAVIER BARRAYCOA).

 

Lo Rondinaire

 

[1] Se pronunció en catalán: ««Catalans, que en nom de la mare pátria, lo mateix avuy que en lo tems antich, esteu sempre disposats á lluitar per l´honra d´España y á mantener l´integritat del territori, á l´ombra gloriosa del drap de barras vermellas; Deu benehisca la vostra santa empresa, y ben vinguts siau á las plátges de Cuba. Aquesta comisió té l´noble encarrech de felicitarvos en nom de tots los españoles de la Habana, y jo vos saludo ab tota la efusió d´un cor catalá».

 

Lo Rondinaire