El terrorismo en España también ha buscado un pasado mítico, especialmente en el maquis, formado por los irreductibles del bando republicano, que se convertirá en sinónimo de terror para los aldeanos montañeses que los sufrieron, y en héroes, para los que no los sufrieron. Los últimos de ellos, dedicados al bandolerismo, cayeron en el momento del inicio del terrorismo moderno urbano. La caída del anarquista Ramón Vila “caracremada” en Rajadell (Barcelona) en 1963 y del comunista José Castro “piloto” en Chantada (Lugo) en 1965, puso punto final a una actividad que fue idealizada por la literatura, pero muy diferente en la realidad.

En ese interregno se formará el Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación (DRIL), una organización terrorista formada en 1959 por exiliados portugueses y algunos españoles, especialmente por el general del ejército del aire Humberto da Silva Delgado y el capitán de la administración colonial Henrique Galvão. El 27 de junio de 1960, la niña Begoña Urroz, de 20 meses de edad, murió como consecuencia de la explosión de una bomba colocada en la estación de Amara. El Informe número 6 del Memorial de Víctimas del Terrorismo, titulado Muerte en Amara, La violencia del DRIL a la luz de Begoña Urroz publicaba la investigación de Gaizka Fernández Soldevilla y Manuel Aguilar, que respaldaba la versión de Iñaki Egaña, quien fue el primero que señaló hacia el DRIL. En este texto se culpa a un comando del DRIL formado por Reyes Marín Novoa, Arturo González-Mata, Guillermo Santoro Sánchez y José Abderramán Muley. Este último sería el jefe que había participado en la revolución cubana y estaría a las órdenes del Che Guevara, quien le habría enviado para iniciar la revolución en España.

Tras la campaña de bombas en las estaciones ferroviarias de Madrid, donde murió uno de los miembros del comando, siendo detenido otro, Barcelona, Bilbao y la bomba de Amara (San Sebastián), que acabó con la joven vida de Begoña Urroz, que durante muchos años fue reivindicada como la primera víctima de ETA. No obstante, el DRIL no volvió actuar en España, su principal acción y última será el secuestro del trasatlántico Santa María por Henrique Galvão, acabando el grupo en grandes disensiones. Sin embargo, resulta rara esa campaña, al ser realizada por simpatizantes comunistas y ser los dirigentes portugueses de la organización opositores al Estado Novo, por su afinidad mayor con un fascismo alejado del conservadurismo de Oliveira Salazar.

El primer grupo de terrorismo moderno fue el Movimiento Ibérico de Liberación (MIL) y Grupos Autónomos de Combate (GAC), afincados en el anarquismo ideológico y creados en suelo francés, no contaron con el apoyo de la central anarcosindicalista CNT, que se encontraba dividida entre “ortodoxos” y “posibilistas”, lo que impedirá su vertebración en el interior. El MIL y el GAC serán ejemplos más afines al terrorismo revolucionario urbano surgido en Europa en la década de los sesenta. El MIL-GAC empezó su actividad en febrero de 1971 en Barcelona, se formó con un grupo de estudiantes de la alta burguesía barcelonesa, como Oriol y Jordi Solé y Sugranyes, que atrajeron a algún joven con problemas como fue Salvador Puig Antich y al que sumaron algunos radicales franceses como el futuro líder terrorista Jean-Marc Rouillan. Su acción se redujo a atracos a entidades bancarias, aunque fueron detenidos pronto por la policía, en una de las detenciones, hubo un tiroteo en el que fue asesinado el subinspector de 23 años Francisco Anguas Barragán. Por este crimen, su asesino, Salvador Puig Antich, fue condenado a muerte y ejecutado a garrote vil el 2 de marzo de 1974. Pocos años después el líder del MIL, Oriol Solé se fugó del penal de Segovia, junto a varios miembros de ETA, siendo abatido por la guardia civil en la frontera con Francia.

El resto de los grupos terroristas surgirán del ámbito matriz de la oposición antifranquista, que estaba determinada por la presencia hegemónica del PCE. Cuando el PCE derivó hacía el eurocomunismo, en línea con las organizaciones comunistas de Francia e Italia, fueron multiplicándose las escisiones, apelando en su mayoría a la lucha armada para derrocar el “fascismo gobernante”. Entre los díscolos aparecerán el maoísta Partido Comunista de España (marxista-leninista) PCE (m-l) en 1964; por la crítica realizada a la invasión de Checoslovaquia en 1968, lo hará el PCE (VIII-IX); y en 1973, por la confluencia con fuerzas democráticas de oposición, el Partido Comunista Obrero Español (PCOE) que liderará Enrique Líster.

En la transición a la democracia, los grupos radicales de izquierda vivieron su momento de auge callejero. Aunque el PCE (r) mantuvo su presencia a través de la violencia terrorista protagonizada por el GRAPO, el resto del mundo radical izquierdista confirmó su participación electoral y su adhesión crítica al sistema. Sin embargo, como el suelo nutricio de los grupos radicales estaba en el estudiantado universitario de alto nivel de la sociedad, sus proyectos sindicales fracasaron al estar fuera de la realidad social de los trabajadores. La ORT creó el Sindicato Unitario, el PTE la Confederación de Sindicatos Autónomos de Trabajadores (CSUT), el PCE (m-l) la Asociación Obrera Asambleísta, mientras la LCR y el MC, que ya se había desprendido de la E de España prefirieron integrarse como corrientes internas en Comisiones Obreras. A nivel político, todos se proyectaron a frentes políticos que aglutinasen diferentes sensibilidades. El PCE (m-l) creó la Convención Republicana de los Pueblos de España tratando de reunir a los nostálgicos del republicanismo. En las elecciones generales de 1977 compitieron el Frente Democrático de Izquierdas, formado en torno al PTE; la Agrupación Electoral de Trabajadores, a su vez, en la ORT, y el Frente por la Unidad de los Trabajadores de la LCR, que había sumado a su esfuerzo a la Organización de Izquierda Comunista (OIC), Acción Comunista y a los nostálgicos del POUM. Sus fracasos electorales irán animando a sus dirigentes a formar parte del PSOE y del PCE, como partidos consolidados del nuevo sistema.

EL TERRORISMO EN LA EUROPA DEL BIENESTAR

Del Mayo del 68 a la caída del Muro

DYKINSON, 2020

José Luis Orella