La ayuda española a los exiliados de la ocupación soviética se concretó, entre otras cosas, en la fundación del Colegio Mayor Santiago Apóstol, que ayudó a que muchos de estos residentes pudiesen desarrollar una labor intelectual en el país

España fue refugio del exilio anticomunista, cuando al final de la Segunda Guerra Mundial, los ejércitos soviéticos ocuparon la mitad oriental del continente europeo instaurando regímenes comunistas. A pesar del aislamiento internacional que sufrió España de 1945 hasta 1953, la ayuda española a los exiliados se concretó en la fundación del Colegio Mayor Santiago Apóstol como residencia de estudiantes procedentes de la Europa ocupada; la emisión libre de programas radiofónicos en Radio Nacional de España, que los exiliados realizarán durante veinte años en sus idiomas respectivos (ruso, húngaro, polaco, rumano, eslovaco, ucraniano, lituano, checo y croata); y el reconocimiento de los delegados representativos de los comités nacionales de las comunidades en el exilio, que de ese modo pudieron ayudar a sus connacionales proporcionándoles documentación que les permitió ser aceptados como refugiados en otros países. Los que se quedaron en España, pudieron gozar de sus propios medios de prensa, como fueron: Polonia, Revista ilustrada, para los polacos; Libertatea romaneasca, Boletín rumano, Carpatii, Fapta, Destin, y Tara si exilul, para los rumanos; Noticiero eslovaco, para los eslovacos; o Hrvatska revija y Osoba i duh, para los croatas.

Los exiliados bajo el amparo de un jesuita

El principal responsable español de su llegada, fue el jesuita Santiago Morillo, natural de Benquerencia de la Serena (Badajoz), quien hablaba 9 lenguas modernas y clásicas, ordenado en el rito bizantino por su destino en Polonia, volvió a España durante el conflicto, convirtiéndose en el referente de la diáspora centroeuropea en nuestro país. Como director del Centro de Estudios Orientales (CEOR), vinculado al CSIC, su contacto con los exiliados fue directo, al ser el viceconsiliario de la Obra Católica de Asistencia Universitaria (OCAU), institución fundada para regir el Colegio Mayor Santiago Apóstol.
También fue el director del Boletín Informativo de las Naciones Oprimidas por el Comunismo, el medio más político que contó con la colaboración de los principales intelectuales exiliados en España. En 1948 también le fue encomendado por Radio Nacional de España (RNE) la organización y asesoramiento de las emisiones en sus lenguas vernáculas, a Rusia, Polonia, Ucrania, Rumanía, Eslovaquia, Letonia, Lituania. Estas labores le llevarán a ser el pionero del ecumenismo cristiano en España con los ortodoxos rusos, serbios y rumanos exiliados.
En cuanto al CM Santiago Apóstol, situado en la calle Donoso Cortés nº 63, fue el ministro de Educación, José Ibáñez Martín, quien se responsabilizó de la financiación de la nueva residencia, con capacidad para 118 residentes, que quedó bajo la responsabilidad directa de la OCAU y recibió ayuda personal del Cardenal de Toledo, Enrique Plá y Daniel y el Arzobispo de Madrid-Alcalá, Casimiro Morcillo. El presidente del OCAU fue José María Otero Navascués, teniente coronel de la Armada, ingeniero naval, y uno de los pioneros de la investigación en España. Fue director y fundador del Instituto de Óptica del CSIC, secretario perpetuo de la Real Academia de Ciencias y presidente durante mucho tiempo de la Junta de Energía Nuclear. De allí saldrán los colaboradores de Revistas académicas como: Arbor, del Centro Superior de Investigaciones Científicas; la Revista de Estudios Políticos, la Revista de Política Internacional, o del Instituto de Estudios Políticos, donde se dedicaron a elaborar importantes informes de análisis geopolíticos o meramente culturales, de gran interés para nuestro ejecutivo en el fragor de la Guerra Fría.

Su importante labor intelectual en España

De aquellos náufragos de un mundo desaparecido detrás del Muro de acero, destacarán entre los polacos, a nivel cultural, Juliusz Babecki, delegado de la Cruz Roja Polaca en España, quien dirigió Polonia, revista ilustrada que estuvo vigente desde 1955 hasta 1969, comparable en calidad a Kultura, editada en París, en la que participaron Jozef Potocki, Karolina Babecka, Kazimierz Tylko, Tadeusz Norwid, Miroslaw Sokolowski y Józef Lobodowski. Este último, fue uno de los más destacados poetas del exilio polaco, escribió sus Listy hiszpanskie y fue nominado al Premio Nobel de Literatura.
En el campo cultural, la representatividad rumana será la más densa por la presencia de intelectuales de relieve como Aron Cotru, Alexandru Gregorian, Alexandru Busuioceanu, Alexandru Cioránescu, Vintilá Horia, George Uscátescu, Traian Popescu, Radu Enescu, Aurel Ráutá, Traian Demetrescu y Cirilo Popovici, entre otros. La «Escuela Rumana de Madrid», será muy ensalzada por la alta relevancia intelectual de sus componentes. Especialmente la labor docente de Vintilá Horia, Premio Goncourt de 1960, en la Universidad de Alcalá de Henares, de cuyas obras la más conocida será, Dios ha nacido en el exilio. A su vez, su compatriota Jorge Uscatescu ejercerá la cátedra de Teoría de la Cultura y Estética General en la UCM, donde se podría destacar una de sus últimas obras, Agustín, Nietszsche, Kierkegaard. Nuevas lecturas de filosofía y filología; y Aurel Ráutá, padre de la filología rumana en la Universidad de Salamanca por su autoría de la primera gramática rumana en español.
Entre los croatas destacarán Casimiro Vrljicak Luka Brajnovic, Karlo Mirth, Pablo Tijan y Anton Wurster. Estos dos últimos colaboradores del CSIC y luego Luka Brajnovic, profesor de la futura Universidad de Navarra, donde se convirtió en uno de los docentes de referencia en deontología periodística.
Con respecto a los húngaros, los más célebres fueron el columnista del ABC, Andrés Révész, el fotógrafo Nicolas Muller, o el periodista Zoltán Rónai, aunque los exiliados más famosos y queridos por el público español serán los míticos jugadores de fútbol: Ladislao Kubala, Sandor Kocsis, Zoltan Czibor, Bela Sarosi, Ferenc Puskas y el entrenador Fernando Daucik. Menos conocidos, los polacos aportaron su calidad deportiva en la difusión del voleibol, donde se hicieron celebres nombres como Bobrek, Tylko, Bogdan y Zaleski, todos ellos antiguos residentes del CM Santiago Apóstol.
Sin embargo, en 1969 el aperturismo del gobierno tecnocrático, inició mediante la labor del ministro de Asuntos Exteriores, Gregorio López Bravo, la apertura de oficinas comerciales con los países del bloque comunista, lo que obligó a ir cancelando los organismos que visualizaban la pervivencia de un éxodo representativo de un mundo fenecido al otro lado del muro de acero.
Publicado en El Debate – 01/11/2021

José Luis Orella