Nacido el 21 de diciembre de 1821 en la ciudad portuaria de Guayaquil (Ecuador), en el entorno de una familia acomodada, criolla por parte de madre y española, originaria de León, por parte de padre. Los García siempre mantuvieron en el proceso de independencia americano una posición fiel a España y de amor a la Madre Patria, que heredaría Gabriel, el más pequeño de ocho hermanos. Sin embargo, a diferencia de sus hermanos, Gabriel mostró una salud delicada que le obligaba a recibir la enseñanza en casa.
En el tiempo de la juventud de Gabriel, su país aún está conformándose. Nace español, transcurre su niñez como ciudadano de la Gran Colombia bolivariana, luego de la pequeña República de Guayaquil, después del Perú y finalmente transcurrirá su vida como ecuatoriano, convirtiéndose en el más célebre presidente de esta pequeña nación hispanoamericana.
En septiembre de 1836, Gabriel debe partir a Quito para seguir sus estudios universitarios en la Universidad de San Fulgencio. En el centro, el joven de Guayaquil pronto sobresalió por su capacidad de estudio en Filosofia y Leyes. En un inicio se inclinó a ser sacerdote, pero los problemas de su patria le decidieron a tomar el camino de la política, para defender a la Iglesia de las legislaciones liberales anticlericales. En 1845 participa en una revuelta armada contra el tirano liberal Flores, iniciando una vida pública centrada en la lucha contra el liberalismo ecuatoriano. Al año siguiente se casará con Rosa Ascásubi, de familia adinerada, cuyos dos hermanos serán sus más estrechos colaboradores. El matrimonio se verá bendecido por tres hijas, pero que fallecieron al poco de nacer. Entretanto, Gabriel se fue haciendo famoso desde las páginas del periódico El Vengador, desde el cual denuncia los intentos de los liberales de Flores por hacerse de nuevo con el poder. Sin embargo, los problemas políticos de su patria le obligan a realizar un viaje a Europa de dos años, donde quedará prendado de la reacción intelectual católica contra la revolución liberal de 1848.
A su vuelta, Gabriel se compromete en la defensa de los jesuitas, recientemente expulsados de Colombia. En 1850 escribe su opúsculo Defensa de los jesuitas. Sin embargo, también el gobierno ecuatoriano se sumará a la expulsión de los hijos de San Ignacio. Al año siguiente vuelve a la actividad pública desde las páginas del periódico La Nación, desde el cual ataca al general José María Urbina, factótum del liberalismo anticlerical ecuatoriano y presidente de la república. Sus ataques le valdrán la detención y la entrega a las autoridades colombianas, desde donde escapa al exilio. De esta forma permanecerá dos años exiliado en Perú y Francia. En el país galo, Gabriel estudiará Geología, Botánica, Vulcanología e Historia de la Iglesia, frecuentará a diario los sacramentos y desde entonces su vida como defensor de la iglesia guardará una gran coherencia con su entrega espiritual. Bajo el reinado de Napoleón III, Gabriel se dará cuenta del desarrollo alcanzado por la iniciativa de un ejecutivo fuerte, dedicado a transformar favorablemente la sociedad.
En 1856 el nuevo presidente Robles decreta una amnistía y Gabriel puede volver a su país. La popularidad alcanzada por el líder católico le lleva a ser alcalde de Quito y rector de la destartalada universidad. De su estancia en Francia, Gabriel intenta mejorar la fisonomía de la capital ecuatoriana y potenciar las investigaciones científicas, encargándose él mismo de las clases de química. Su labor se ensalzó desde La Unión Nacional, nuevo periódico que le sirvió de cabalgadura contra el liberalismo radical. Al año siguiente y a pesar del caciquismo establecido, García Moreno consigue el acta de senador. Sin embargo, la excusa de una guerra contra el Perú le permite al presidente Robles establecer una dictadura y obliga a Gabriel a exiliarse de nuevo al Perú.
Es el peor momento de la historia de Ecuador, con una guerra civil, cuatro gobiernos que intentan hacerse con el poder, mientras Colombia y Perú entran en negociaciones para repartirse el país. El presidente Robles es derrocado cuando en la esperanza de mantenerse en el poder ofrece las Galápagos a los Estados Unidos. García Moreno forma parte del gobierno provisional, es derrotado por los colombianos y solicita el asesoramiento militar de Flores, que estaba exiliado. Juntos derrotan a los liberales propios y los invasores vecinos. En 1860, Gabriel alcanza la máxima magistratura del país, como ejemplo otorga la mitad de su sueldo al erario público y la otra mitad lo dona a obras de caridad. Desde la presidencia se encarga de hacer prevalecer el poder civil sobre el militar, mandando incluso azotar a un general. En 1862 establece un concordato con la Santa Sede y llama a diferentes órdenes religiosas para iniciar la educación universal de la sociedad. En este período, hace frente a varias conspiraciones liberales y a un par de enfrentamientos armados con la República de Colombia que acaban en desastre para los ecuatorianos.
En 1865 abandona la presidencia y es nombrado embajador en Chile, enviudado recientemente, se casa con su sobrina Mariana Alcázar. En el viaje hacia Santiago, al pasar por Lima es víctima de un atentado, del que sale ileso, pero le acusan las autoridades peruanas de intento de homicidio, por qué al intentar defenderse amenazo la vida del terrorista, quien será absuelto. Dos años después es nombrado gobernador de Imbabura, región que había sufrido un terrible terremoto con quince mil muertos y donde las capacidades del expresidente quedaron claras al asegurar el orden público y la reconstrucción de la región. En 1869, para evitar un intento de golpe de Estado liberal, Gabriel García Moreno se adelanta y se hace con la presidencia de la república mediante un golpe de fuerza. En su mandato debe hacer frente a varios intentos de derrocamiento de militares liberales que son fuertemente reprimidos. Sin embargo, bajo su gobierno el Ecuador experimentó un gran avance económico, al duplicar los ingresos financieros y triplicar las inversiones en educación. Es la primera vez que las niñas y los indios tienen obligación de aprender y alfabetizarse. A parte, la introducción de las órdenes religiosas, como los jesuitas, pone al país en contacto con las más modernas técnicas de investigación y pedagógicas, que los jesuitas proporcionan de su Alemania de origen.
En 1873, su acendrada religiosidad le lleva a consagrar al Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús, siendo el primer país que lo hace. Su devoción le llevó a formar parte de la congregación mariana de hombres establecida para los obreros, para que los de su categoría social, pero rivales políticos, no se inquietasen al estar rezando junto al presidente. Sin embargo, su presentación para un tercer mandato lleva a los liberales a una oposición total al gobierno. Desde los círculos masónicos, principales inspiradores ideológicos del radicalismo liberal se defiende con la pluma de Juan Montalvo, el tiranicidio contra el presidente católico. De esta forma, a través de un mercenario colombiano, Gabriel García Moreno será asesinado el 6 de agosto de 1875 de 14 machetazos y 6 disparos, muriendo de larga agonía en la Iglesia de los jesuitas. Con su muerte, se convirtió en el mártir de los políticos católicos contemporáneos y en el Santo Tomás Moro de la América hispana.