Llevo unos días depresivo, no sé si por el tiempo, que tan pronto llueve, como hace frío, o un calor excesivo para esta época del año, aunque presiento que es mi estado natural.

Y todo empieza a darme igual, como a la mayoría de los españoles, sobre todo viendo que aquí no dimite nadie, ni es cesado.

Ahí está Ábalos, tan campante, predicando moralidad, y sentándose en el Congreso de los Diputados, ¡por el voto de los valencianos, en 2023!

La corrupción campea a sus anchas, por toda España, y a casi nadie le sorprende o preocupa…

Somos ya una sociedad enferma, y es hora de decirlo, con total claridad.

La delincuencia política, económica y social ha hecho metástasis en la sociedad, y no sé si nuestra Patria tiene solución, la verdad.

Siento lo que voy a decir, pero creo, en conciencia, que no pasará nada…, salvo que los empleados públicos y los jubilados no puedan cobrar a final de mes, por quiebra o suspensión de pagos del Estado.

Y eso, posiblemente no llegará a suceder, pues el gobierno se incautará de nuestras herencias, de los depósitos en la banca, y de lo que haga falta, para poder cumplir con sus obligaciones de pago…

Si hace falta, “liquidaran” a las clases pasivas, con la ley de eutanasia, que aprobaron hace años, negándonos la atención sanitaria precisa, y dándonos morfina, que dicen acorta mucho la vida.

¡Todo para que no suframos en demasía, y es que son muy considerados!

Nada les importa que los jóvenes no solo no tengan presente, sino tampoco futuro, que sea prácticamente imposible poder adquirir una vivienda, al menos en las grandes ciudades, que la mayoría de los trabajos sean totalmente precarios, etc.

En otras palabras, que no puedan casarse, tener hijos, fundar una familia, en definitiva lo natural en la juventud, al menos para los que son normales.

Una sociedad instalada en la autocomplacencia, la nómina, por supuesto pública, o la jubilación, se opone al futuro, es decir, a los jóvenes, que al final terminan marchando al extranjero, al menos los más preparados, o que tienen menos que heredar.

Es cierto que la cantidad cada vez mayor de jubilados, y la gigantesca bola de nieve que supone sus pagos, los excesivos incrementos de las pensiones, sobre todo de las más altas, o de las que menos han contribuido, asistenciales, etc., puede acabar derribando a cualquier gobierno, pero eso ¿a quién le importa…?

Que siga la fiesta, y la orquesta del Titanic español siga tocando, mientras la nave de nuestra Patria se encamina, a toda velocidad, al sumidero de la Historia.

Y digo sumidero, por no decir estercolero, que también.

 

Ramiro Grau Morancho

Académico, jurista y escritor

https://www.graueditores.com

Ramiro Grau Morancho