Ayer asistimos incrédulos al viaje de la vicepresidenta comunista del gobierno a Bruselas, para rendir pleitesía a un prófugo de la justicia española, con el que Pedro Sánchez quiere aliarse…
¿Nos hemos vuelto locos, o qué pasa aquí, en la ex España?
Es cierto que la capacidad de asombro de los españoles está tan desarrollada con este gobierno en funciones, y agónico, que ya no nos sorprende nada, pero sí nos deja atónitos.
Atónitos y cabreados. Muy cabreados, de forma que a muchos, me atrevería a decir que a millones de españoles, nos hierve la sangre, y eso con estas temperaturas veraniegas, es muy loable.
La vicetodo, y ministra del paro, se desplazó con su sequito oficial, formado por una multitud de pelotas, y hasta con su fotógrafa personal, para que le sacara el lado bueno, aunque, en su caso, no hay lado bueno que valga.
Es fea, rematadamente fea, y hortera, muy hortera.
Excuso decirles quien paga esos gastos: usted y yo. ¡Y los hoteles, restaurantes, etc., de Bruselas, no son precisamente baratos!
¿Qué hemos hecho los españoles para merecer esto…?
Pues yo se lo diré: ser unos cobardes, rematadamente cobardes.
Muchos españoles miramos a la Corona, pero como quien oye llover.
Desde el 3 de octubre de 2017, el Rey está desaparecido de la vida política.
No sé si pasando de todo, o completamente acojonado.
Posiblemente, las dos cosas.
La Constitución vigente dice en su artículo 56 que: “El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones”, etc.
Como quiera que España no es, todavía, una república, pero todo se andará, y más bien pronto que tarde, ¿piensa Felipe VI cumplir con sus deberes constitucionales de arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones…?
Aunque solo sea por el supremo interés borbónico, que es siempre el suyo propio.
A este paso, la Princesa de Asturias y de Gerona va a acabar siendo Reina…, pero reina de su casa.
Ramiro Grau Morancho
Académico, jurista y escritor