El dirigente del POLISARIO Brahim Ghali es un enemigo de España. No se puede entender que se le proteja y se le cuide, a no ser que sea para ser inmediatamente juzgado por sus crímenes.
El amago de invasión de Ceuta por Marruecos -la “Marcha Azul”, como la llamó el periodista Alfonso Bourgon en su artículo del pasado miércoles- es la respuesta a la acogida en España, mal justificada por nuestro Gobierno, del líder del Frente POLISARIO Brahim Ghali. La reacción marroquí ante esta afrenta, ha sido desproporcionada, rozando el casus belli. Más grave aún, si se tiene en cuenta que las decisiones de ese carácter en el reino magrebí no son fruto de una acción de gobierno propia de un régimen democrático que buscaría el diálogo previo y la negociación, antes de una reacción violenta sin previo aviso. Violenta, sí, porque ordenar que se violen las fronteras de otro país, sea con niños, sea con tanques, lo es; y lo es con una diferencia: contra los niños o las personas desarmadas, nuestros principios y leyes apenas nos permiten ejercer oposición. Contra los tanques sí. La utilización cobarde de esta asimetría moral, nos desarma.
¿Por qué razón inexplicada y quizás inexplicable, hemos dado cuidado y cobijo a El Ghali? Habría que preguntárselo al Gobierno. Pero revisando la historia, no encuentro ninguna razón que lo justifique y tampoco veo justificación alguna a las simpatías con el Frente POLISARIO.
España, por mandato de las Naciones Unidas, inició el proceso para llevar a cabo un referéndum de autodeterminación del Sahara Español. Se completó el censo en 1974 y se fijó la fecha de celebración para mayo de 1975. Incluso se fundó un partido político: el Partido Unificado Nacional Saharaui (PUNS) -antes incluso de que se legalizaran los partidos políticos en España- y una asamblea, la Yemaa del pueblo saharaui, que permitirían dar los primeros pasos hacia la creación del nuevo Estado Saharaui. Sin embargo, sucediendo a una guerrilla que actuaba desde los años 60 (el Movimiento para la Liberación del Sahara) en 1973, tras un ataque a un puesto fronterizo español, se fundó el Frente Popular para la Liberación de la Saguia el Hamra y Río de Oro (Frente POLISARIO) con el objetivo de lograr la independencia del territorio mediante la lucha armada y la acción terrorista. El primer secretario general de esta banda fue Brahim Ghali.
Las acciones de este grupo insurgente se multiplicaron, contando con el apoyo de Argelia y de otros países del entorno soviético en plena Guerra Fría. La acción más grave fue la traición de los soldados saharauis de unidades españolas, que secuestraron, torturaron y vejaron a varios militares españoles, durante casi 90 días. Por otro lado, no ajeno a la situación en el Sahara y tras haber sufrido dos atentados, el rey Hassan II de Marruecos vio la oportunidad de actuar y lo hizo en dos planos; el militar, autorizando la creación del Frente de Liberación y Unidad del Sahara (FLU) y en el jurídico, elevando consulta a la Corte Internacional de Justicia de La Haya. El FLU era una guerrilla formada por saharauis encuadrados con mandos de las Fuerzas Armadas Reales (FAR) marroquíes, que realizó incursiones en territorio del Sahara y cuya acción más relevante fue el fracasado ataque al puesto español de Mahbes. El FLU llegó a utilizar técnicas terroristas y colocar minas en las pistas, llegando a atentar en El Aaiún (capital del Sahara), causando decenas de heridos en enero de 1975. La Corte Internacional falló en octubre que no existían vínculos de soberanía de Marruecos con el Sahara, pero Hassan II, en octubre de 1975, tomó la iniciativa de organizar la llamada Marcha Verde para invadir el Sahara. El mismo mes, la Yemaa del pueblo saharaui se disolvió, pasando unos a formar parte del Polisario y otros a rendir pleitesía a Hassan II. España estaba entre dos fuegos, con un Gobierno débil y cedió ante Marruecos; el POLISARIO cambió de enemigo y mantuvo una guerra abierta con Marruecos hasta 1991.
España sufrió una doble traición saharaui: por una parte, la del POLISARIO y, por otra, la de todos aquellos líderes saharauis que rindieron pleitesía a Hassan II. El POLISARIO es culpable. Es culpable de la rebelión contra España, impidiendo la celebración del referéndum. Es culpable de la muerte, secuestros, tortura y vejaciones de ciudadanos españoles. Pero, sobre todo, es culpable de la situación penosa que sufre el pueblo saharaui, desterrado en campos de refugiados desde hace 45 años. El dirigente del POLISARIO Brahim Ghali es un enemigo de España. No se puede entender que se le proteja y se le cuide, a no ser que sea para ser inmediatamente juzgado por sus crímenes.
Marruecos es un socio preferente de España, país teóricamente amigo, con el que compartimos intereses, pero nada justifica la agresión que hemos sufrido. El amago de invasión de Ceuta hace temer que lo peor ocurra en cualquier momento. Marruecos reivindica como propios unos territorios de soberanía nacional española y considera “ciudades ocupadas” a las plazas de Ceuta y Melilla, al igual que las islas y peñones de soberanía nacional. Marruecos tiene una política exterior con unos objetivos bien definidos, de los que el Sahara Occidental es el más importante. Dispone de apoyos internacionales muy sólidos, está modernizando sus Fuerzas Armadas y dispone de la capacidad y de la voluntad de actuar para conseguir sus objetivos.
¿Tiene nuestra política exterior bien definidos sus objetivos? ¿Disponemos de apoyos internacionales sólidos? ¿Están equipándose debidamente nuestras Fuerzas Armadas? Y, sobre todo, ¿Tenemos realmente la voluntad de actuar en defensa de nuestros intereses? No tengo respuesta para todo esto.
Juan Bautista Sánchez Gamboa. General de Brigada del Ejército de Tierra (R)
Publicado en Tribuna Libre