Por José Luis Orella
El catolicismo social surgido en el siglo XIX, fue un intento de humanizar una sociedad que aceleraba una secularización causada por el liberalismo. Pero también, una respuesta a un sistema explotador que veía surgir un socialismo materialista con vocación de controlar de manera totalitaria todos los resortes de la vida humana.
La Encíclica Rerum Novarum de León XIII, del 15 de mayo de 1891, y la Quadragessimo Anno de Pío XI, del 15 de mayo de 1931, ayudaron a preconizar una tercera vía entre el capitalismo y el socialismo, por parte de los católicos. Las excelencias de un humanismo, que en definitiva, no dejaba de decir lo que la Doctrina Social de la Iglesia llevaba diciendo desde los primeros tiempos de las comunidades cristianas.
Esa tercera vía sería el organicismo político, una forma política que por su representación natural de la sociedad tuvo en su momento una extensión amplia en el campo teórico de Europa y América. Su carácter universal se identificó mejor con el catolicismo, por lo que después de las encíclicas de León XIII y de Pío XI, este sistema político fue el más preconizado por los católicos como tercera vía entre el capitalismo y el socialismo. A pesar de todo, las excelencias del sistema le hicieron ser reconocido por políticos del mundo protestante y del ortodoxo. Siendo uno de los de este último, el rumano Mihail Manoilescu, uno de los más capacitados teóricos del corporativismo. Sistema que él consideró ideal para naciones en fase de desarrollo industrial. En España será Víctor Pradera quien elaboró lo que sería su gran obra El Estado Nuevo, donde describirá la formación de un Estado corporativo fiel a la tradición católica española. La universidad de Lovaina (Bélgica) será el gran centro difusor de éstas ideas, y sus graduados se extenderán por toda Europa y América.
El distributismo
Otro de los esquejes será el distributismo, un modelo social claramente anticapitalista que fomentaba la vida sencilla, con una visión idealizada del mundo del campo y de los artesanos. Una sociedad igualitaria de pequeños propietarios. El movimiento sacó enseñanzas de las tradiciones feudales. Las libertades locales eran el contrapeso del poder del Estado. La familia y el municipio debían tener autonomía plena para alcanzar sus fines. El novelista Gilberth Chesterton, su hermano Cecil y el gran amigo de ambos, Hillary Belloc serán los principales divulgadores de este movimiento social vinculado a conversos al catolicismo.
Sin embargo, la guerra fría trajo la dicotomía del mundo capitalista y del comunismo y el mundo vinculado a la DSI parecía pertenecer al mundo de los recuerdos. Tendrá que ser la llegada de un Papa eslavo cuando vuelva a cobrar importancia como defensa de la dignidad humana y del trabajo.
Juan Pablo II
El Papa Juan Pablo II habló de la Doctrina Social de la Iglesia en sus tres encíclicas trinitarias: Redemptor Hominis (1979), Dives in Misericordia (1980), Dominum et Vivificantem (1986). Que abrieron el camino a las tres encíclicas sociales de fundamental importancia: Laborem Exercens (1981), Sollicitudo Rei Socialis (1987) Centesimus Annus (1991). Su voz fue una crítica clara al mundo comunista, pero también al mundo capitalista, lo que supuso las fuertes críticas del espacio moral conservador, pero defensor del liberalismo en economía. El Papa actual Francisco mantiene esa línea de referencia del trabajo y la persona por encima del beneficio.