Homenaje al Papa León XIV
El Papa que ocupa la catedra de Pedro elige su nombre de su predecesor con el mismo nombre de León, León XIII, el Papa más prolífico en la historia de la Iglesia en lo que se refiere a Doctrina, nada menos que ochenta y seis Encíclicas publicadas en un cuarto de siglo de pontificado.
De esas Encíclicas destacan la Libertas, 1888, (Libertas Praestantissimum):
Condena del Liberalismo:
La Rerum Novarum, 1891: calificada como Doctrina Social de la Iglesia
y la condena de la Masonería, 1894, la Humanum Genus:
Si estas tres Encíclicas son centrales en el pontificado de León XIII, también es de obligada lectura la Immortale Dei, sobre la Constitución del Estado, de 1891:
San Miguel Arcángel y su protección frente a Lucifer
En alguna ocasión he mencionado la deriva masónica del Gobierno de Canadá y en concreto de su provincia de Quebec que hace poco más de un quinquenio tomó la estúpida decisión de eliminar los escudos del Arcángel del uniforme de la policía de las ciudades de Quebec y Montreal con la oposición de casi todos los agentes que llevaban disfrutando de la protección de San Miguel desde el principio de su existencia. La consecuencia es que los atentados y las victimas tanto entre los propios policías como entre los habitantes de la zona francófona del Canadá se han multiplicado de forma extraordinaria.
Traemos a El Criterio unas notas tomadas de Corrispondenza Romana de hace una semana y ampliadas en lo referente a las Oraciones.
La visión de León XIII
El 13 de octubre de 1884 tuvo una visión al final de la celebración de la Misa.
Satanás amenazaba a la Iglesia en esa visión, justo después, el Papa escribió una oración para que se recitara al final de cada Misa.
En 1886 esta oración fue incluida en las denominadas Oraciones Leoninas, para ser rezadas justo antes de terminar las Misas no cantadas.
Esta práctica piadosa fue de obligado cumplimiento hasta el 26 de septiembre de 1964, cuando, con la reforma litúrgica que siguió al Concilio Vaticano II, la instrucción Inter oecumenici n. 48, § j decretó su supresión. Sin embargo, en el Vetus Ordo sigue presente la oración a San Miguel Arcángel.
La oración a San Miguel de León XIII se originó el 13 de octubre de 1884, el Papa tuvo una visión horrible. Después de celebrar la Eucaristía en la capilla privada del Vaticano se detuvo al pie del altar y quedó sumido en una visión. Su rostro expresaba horror. Se fue palideciendo. Había visto algo especial y extraño. Una vez incorporado levantó su mano como saludando y se fue a su estudio privado. Sus Cardenales le siguieron: ¿Que le sucede su Santidad?
Respondió: Qué imágenes tan terribles se me han permitido ver y escuchar.
Vi demonios y oí sus crujidos, sus blasfemias, sus burlas. Oí la espeluznante voz de Satanás desafiando a Dios, diciendo que él podía destruir la Iglesia y llevar todo el mundo al infierno si se le daba suficiente tiempo y poder. Satanás pidió permiso a Dios de tener 100 años para poder influenciar al mundo como nunca antes había podido hacerlo.
Vio a San Miguel Arcángel aparecer y lanzar a Satanás con sus legiones en el abismo del infierno.
Se encerró en su despacho y después de media hora, llamó al Secretario para la Congregación de Ritos. Le entregó una hoja de papel con la oración escrita por él mismo y le ordenó que la enviara a todos los obispos indicando que bajo mandato tenía que ser rezada después de cada misa.
Las oraciones de León XIII a San Miguel Arcángel por la Iglesia
León XIII en 1886 introdujo la oración del Arcángel San Miguel (una parecida existía desde inicios del siglo XIX).
Las palabras del principio de la invocación se encuentran en el verso aleluyático de las misas del arcángel San Miguel del 8 de mayo y del 29 de septiembre.
La invocación a San Miguel la había añadido contra la amenaza de la francmasonería, movido a ello por esa revelación sobrenatural.
La ordenación de las preces finales por León XIII fue publicada por primera vez en el Monitore eccesiastico (1885-87) p. 150 s.
Oración a San Miguel Arcángel de León XIII
San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate contra las maldades e insidias del demonio. Sé nuestra ayuda, te rogamos suplicantes. ¡Que el Señor nos lo conceda! Y tú, príncipe de las milicias celestiales, con el poder que te viene de Dios arroja en el infierno a Satanás y a los otros espíritus malignos que deambulan por el mundo para la perdición de las almas.
Oración a San Miguel
León XIII, 18 de mayo de 1890
Glorioso príncipe de las milicias celestes, San Miguel arcángel, defiéndenos en el combate y en la terrible lucha que debemos sostener contra los principados y las potencias, contra los príncipes de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos.
Ven en auxilio de los hombres que Dios ha creado inmortales, que formó a su imagen y semejanza y que rescató a gran precio de la tiranía del demonio. Combate en este día, con el ejército de los santos ángeles, los combates del Señor como en otro tiempo combatiste contra Lucifer, el jefe de los orgullosos, y contra los ángeles apóstatas que fueron impotentes de resistirte y para quien no hubo nunca jamás lugar en el cielo. Si ese monstruo, esa antigua serpiente que se llama demonio y Satán, él que seduce al mundo entero, fue precipitado con sus ángeles al fondo del abismo.
Pero he aquí que ese antiguo enemigo, este primer homicida ha levantado ferozmente la cabeza. Disfrazado como ángel de luz y seguido de toda la turba y seguido de espíritus malignos, recorre el mundo entero para apoderarse de él y desterrar el Nombre de Dios y de su Cristo, para hundir, matar y entregar a la perdición eterna a las almas destinadas a la eterna corona de gloria. Sobre hombres de espíritu perverso y de corazón corrupto, este dragón malvado derrama también, como un torrente de fango impuro el veneno de su malicia infernal, es decir el espíritu de mentira, de impiedad, de blasfemia y el soplo envenado de la impudicia, de los vicios y de todas las abominaciones. Enemigos llenos de astucia han colmado de oprobios y amarguras a la Iglesia, esposa del Cordero inmaculado, y sobre sus bienes más sagrados han puesto sus manos criminales. Aun en este lugar sagrado, donde fue establecida la Sede de Pedro y la cátedra de la Verdad que debe iluminar al mundo, han elevado el abominable trono de su impiedad con el designio inicuo de herir al Pastor y dispersar al rebaño.
Te suplicamos, pues, Oh príncipe invencible, contra los ataques de esos espíritus réprobos, auxilia al pueblo de Dios y dale la victoria. Este pueblo te venera como su protector y su patrono, y la Iglesia se gloría de tenerte como defensor contra los malignos poderes del infierno. A ti te confió Dios el cuidado de conducir a las almas a la beatitud celeste. ¡Ah! Ruega pues al Dios de la paz que ponga bajo nuestros pies a Satanás vencido y de tal manera abatido que no pueda nunca más mantener a los hombres en la esclavitud, ni causar perjuicio a la Iglesia. Presenta nuestras oraciones ante la mirada del Todopoderoso, para que las misericordias del Señor nos alcancen cuanto antes. Somete al dragón, la antigua serpiente que es diablo y Satán, encadénalo y precipítalo en el abismo, para que no pueda seducir a los pueblos. Amén
– He aquí la Cruz del Señor, huyan potencias enemigas.
Venció el León de Judá, el retoño de David
-Que tus misericordias, Oh Señor se realicen sobre nosotros.
Como hemos esperado de ti.
-Señor, escucha mi oración
Y que mis gritos se eleven hasta ti.
Oh Dios Padre Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu Santo Nombre, e imploramos insistentemente tu clemencia para que por la intercesión de María inmaculada siempre Virgen, nuestra Madre, y del glorioso san Miguel arcángel, te dignes auxiliarnos contra Satán y todos los otros espíritus inmundos que recorren la tierra para dañar al género humano y perder las almas. Amén
Iñigo Caballero