A finales del 2023, o principios del 2024, no lo recuerdo con certeza, mi médica de familia encarga me realice unos análisis de sangre y orina, lo que así hago, dado mi condición de enfermo crónico, afectado por un ictus, hipertenso, etc.
Mi médica es una excelente profesional, dicho sea de paso.
En enero se reciben los resultados, y se constata que hay algo de sangre en la orina, por lo que pide una ecografía, para ver qué “avería” sufro.
En noviembre de 2024, recibo un mensaje para que vaya a un centro privado, en el Paseo de Sagasta, de Zaragoza, para la realización de la famosa ecografía.
Me arrastro hasta allí, literalmente, acompañado y asistido por mi esposa, y se realiza la prueba.
Pido hora a la médica, y un mes después, en diciembre de 2024, me dice telefónicamente, que tengo un bulto en la próstata, y que pide me vea el especialista correspondiente, para evaluar mi estado…
Y yo me pregunto: ¿esperarán un año más para citarme, o más bien para ver si muero, en el ínterin…?
Más de cuarenta años de cotización a la seguridad social, la mayoría dentro del régimen general, y con elevadas cotizaciones, varios años con cotizaciones dobles, por el convenio especial, etc.,
¿Sólo dan derecho a que nos traten a patadas…?
Mientras tanto, España regala la asistencia sanitaria a millones de consumidores libres de cargas, es decir, personas que no han cotizado nunca, pero que son tratados tan bien, seguramente mejor, que los nacionales de origen.
Y claro, el sistema está sobrecargado de presión asistencial, y no da más de sí.
¿De verdad para enviar un paciente a un centro privado para la realización de una ecografía han tardado casi un año en tomar la decisión?
¿En qué nación vivimos…?
No hace falta ser muy inteligente, basta con no ser lerdo del todo, para saber que un bulto en la próstata es un tumor como un piano, es decir un cáncer, y que cuanto más tiempo pase, más difícil será conseguir un resultado favorable.
Desde luego, si el SALUD no se pone pronto las pilas, me veré obligado a demandarles judicialmente, y a pedir como medidas cautelares que se me preste la asistencia sanitaria a la que tengo derecho, y por la que, repito, he cotizado más de cuarenta años de mi vida.
Soy católico, creo en la vida eterna, y estoy dispuesto a morir cuando Dios quiera…, pero no cuando la desatención y el pasotismo del SALUD lo quieran.
Y aunque expongo mi caso, porque es el que conozco de primera mano, es obvio que habrá centenares, posiblemente miles, de aragoneses en una situación similar.
Vaya este escrito en defensa y apoyo de todos ellos, en el entendido supuesto de que la caridad bien entendida, empieza por uno mismo.
He dicho.
Ramiro Grau Morancho
Académico, jurista y escritor