Galería de Listos Contemporáneos, 6

 

El “señorito” Gabriel Rufián y utilizo esa expresión, tan denostada por José Antonio, para oponerla al  concepto de señor, de señorío, era y es un diplomado en relaciones laborales, carrera heredera y sucesora de los antiguos graduados sociales, profesión a la que tengo el honor de pertenecer.

Somos pues primos, pero primos lejanos, muy lejanos…

Él es un charnego andaluz, trasvasado a Cataluña, y yo soy aragonés y español, a mucha honra, pues como decía Costa, los aragoneses somos españoles por partida doble: por aragoneses, y por españoles.

Tras acabar los estudios, supongo que a trancas y barrancas, aunque es un suponer, pues igual el tipo es más brillante de lo que parece – ya que realmente parece un zoquete-, empezó a trabajar en una empresa de trabajo temporal, de esas que explotan a los empleados, y no sufrió merma alguna de su dignidad obrera o profesional, pues supongo pensaría que más cornadas da el hambre…

Lo cierto es que la empresa pronto prescindió del “rufián”, sin valorar el diamante en bruto, muy en bruto, e incluso muy embrutecido, que atesoraba dentro de él, y tras pasar algún tiempo viviendo del paro, en la primera empresa del país, el INEM, decidió embarcarse en la política, convirtiéndose en un aspirante a salvador de la “patria” catalana, ¿o debería decir de la tapia catalana…?, reiterando su único e inalterable principio ideológico: “más cornadas da el hambre”.

Al lado del hombre bifocal, que todo lo ve, pues cada uno de sus ojos mira hacia un lado, consiguió medrar rápidamente, pese a su escasa preparación, pero regando –generosamente- todas sus intervenciones públicas, y supongo que también privadas, con numerosos insultos hacia todo el mundo.

Cómo en el país de los ciegos el tuerto es rey, y teniendo dos ojos en su cabeza, (tras el internamiento en un hotel de lujo de la generalidad catalana del “amo” del partido), ha conseguido encumbrarse en lo más alto de su partida -no es un error-, en una clara demostración de que en Cataluña en particular, y en España en general, cualquier imbécil que haya fracasado en la vida, o no sirva para nada, puede hacer carrera en la política.

Sus “deposiciones”, injurias y calumnias en el Congreso producían y siguen produciendo, vergüenza ajena, pero eso a él no le importa, pues sabe que está protegido por la inmunidad, y en la práctica impunidad, parlamentaria.

Es un hombre que solo sirve para insultar, y sus intervenciones son más propias de una taberna portuaria, que otra cosa.

Carece de formación, de información, de finura dialéctica y hasta de argumentos, pero eso no le importa a los dos millones de borregos como él, que piensan que una Cataluña independiente sería Jauja.

Pero como la dicha no ha sido todavía completa para él, y siguiendo el viejo esquema socialista del 82, ha cambiado las tres ces, de casa, de coche –supongo-, y de coño, es decir, de esposa, y anda liado con otra individua, una separatista vasca, y es que Dios los cría, y ellos se juntan.

Nada tengo contra él personalmente, por supuesto, y me alegro mucho de que un diplomado en relaciones laborales haya llegado tan alto, pero repite tanto los esquemas de los giliprogres españoles, que ya casi me produce monotonía, hastío, y aburrimiento.

Ahora viste mejor, pues no es lo mismo cobrar el paro o el subsidio por desempleo -430 euros al mes-, que percibir más de cien mil euros anuales de ingresos, viajar gratis en clase preferente en todos los medios públicos de transporte, tener un bono para taxis, y vivir en un hotel de lujo, cercano al Congreso, a precio reducido, por supuesto, de esos cuya clientela oscila entre putas de lujo y delincuentes políticos…

Siento mucho la gran pena de su ex esposa, manifestada a través de las redes sociales, pues me inspira lástima y ternura, aunque visto el carácter práctico de los catalanes y las catalanas, no sé si realmente llora por el amor perdido o por los más de cien mil euros anuales perdidos…, después de haberle acompañado en la larga travesía del desierto, digo del paro, y pasarlas putas con él, a base de patatas y cebollas, parodiando a García Lorca.

En fin, Rufián: puedes estar contento. Has llegado al éxito. Haces honor a tu apellido…

¡Estás rodeado de los tuyos, es decir, de un gobierno de rufianes!

Te encontrarás como en tu propia casa, en la soledad del triunfador.

Ramiro GRAU MORANCHO

Abogado y escritor.

www.ramirograumorancho.com

 

Ramiro Grau Morancho