Primero somos personas, seres humanos, y después, todo lo demás.
Y no sería humano si no denunciará, una vez más, el terrible genocidio que está cometiendo el criminal gobierno de Israel, sobre los palestinos, desde el 7 de octubre de 2023, es decir, hace casi quince meses.
Comenzaré diciendo que lamenté, y lamento mucho, el vil asesinato de más de mil personas en Israel, a manos de grupos terroristas palestinos.
Pero ello no es excusa ni pretexto para que Israel haya reducido a cenizas todas las infraestructuras de Gaza, imposibilitando allí la vida humana en condiciones mínimas de habitabilidad, y asesinado a más de cincuenta mil personas, hasta la fecha, la mayoría mujeres, ancianos y niños.
O que haya extendido sus ataques a varios países vecinos, haciendo de Oriente Medio un polvorín, a punto de estallar.
¿Qué pretenden los judíos, con esta huida hacia ninguna parte…?
¿Por qué Netanyahu se aferra al poder, y no convoca elecciones de una vez, para que lleguen al poder personas civilizadas, y que no unos criminales, carniceros, como él y su gobierno?
Y hablo de criminales, de genocidas, no de criminales de guerra, porque no hay guerra alguna, ni lucha entre dos o varios ejércitos, sino el exterminio, puro y duro, de la población civil palestina.
Además, a los que no asesinan, les matan de hambre, negándoles la asistencia sanitaria, ayuda humanitaria, etc., en una “política” que no tiene nada que envidiar a la de Pol Pot, en Camboya, y otros criminales mundiales.
Y de la misma forma que la masacre Camboyana dio lugar a la creación de un Tribunal penal especial para el genocidio camboyano, la masacre de Israel sobre los palestinos debería dar lugar a su investigación internacional, por mucho que Israel no haya reconocido al Tribunal penal internacional.
¿Acaso los criminales y genocidas deben reconocer a quién les tiene que juzgar…?
Para colmo, y según leo en la vendida prensa occidental, “Israel prohíbe operar en el país a la agencia de refugiados de la ONU”, destinada a dar ayuda alimenticia, con medicamentos, etc., a los cerca de tres millones de personas que malvivían en Gaza.
Ahora, ni eso, ante la pasividad de la sociedad occidental, que ni siente ni padece, y que cada día nos comportamos más como ganado ovino, estabulado mayoritariamente en las ciudades.
De un grupo terrorista se espera que se comporte como tal, y no respete la legalidad internacional, ni norma alguna, pero lo que no es de recibo es que un estado, supuestamente civilizado, haga lo mismo.
¿Se imaginan ustedes al gobierno español bombardeando el País Vasco, para acabar con los etarras, causantes de casi mil asesinatos, además de varios miles de mutilados, inválidos, etc…?
Todo el mundo se nos hubiera echado encima, ¡empezando por Israel!
Ramiro Grau Morancho
Académico, jurista y escritor