Gibraltar es una colonia del Reino Unido, la última colonia que queda en Europa, y actúa de facto como una república de corsarios.

Los corsarios de Gibraltar son todos abogados.

El primer ministro de Gibraltar, no es tal sino el simple Alcalde de La Roca, es decir, la colonia británica.

La colonia no tiene poder judicial, pues no es un estado, aunque creo que si tiene algún “juez de la horca”, que hace lo que le manda el  corsario principal, el Alcalde.

Y abogado, naturalmente.

Gibraltar tiene unos 30.000 habitantes, la mayoría de los cuales realmente viven en España, pues allí solo van a trabajar, es decir, a hacer sus chanchullos, y luego vuelven a sus estupendos chalets y residencias en el suelo patrio.

Hace años, cuando “sembraron” las aguas territoriales españolas (pues Gibraltar no tiene aguas, ya que la cesión se hizo sin aguas territoriales algunas) de gigantescos bloques de hormigón armado, destinadas a impedir la pesca de los marineros españoles, nuestro reino no reaccionó como Dios manda, bombardeando esos grandes bloques, por ejemplo.

Un español, y una organización privada española, don Miguel Bernad Remón y el  Sindicato MANOS LIMPIAS, se opusieron a esa actuación, y fueron objeto de querella o demanda –no lo recuerdo con exactitud-, ante el juzgado autóctono del  Peñón, y lógicamente no comparecieron, pues ello suponía reconocer la existencia de esa “cosa” distinta a España y al Reino Unido.

Ese “no juez”, supongo que abogado también, y dependiente de la república de abogados que manejan “el negocio” de Gibraltar, como base de sus chanchullos y “negocios” que bordean la legalidad, nacional, británica e internacional,  condenaron a don Miguel Bernad, en rebeldía, y le impusieron una fuerte sanción económica, cuya cuantía exacta no recuerdo, pero que era superior a los cien mil  euros, que se dice pronto…

¡Y el gobierno español de turno, y un complaciente juez, dictaron el exequátur de esa sentencia en rebeldía, repito, y procedieron a obligarle al pago de semejante desproporcionada sanción!

Solo por eso, don Miguel Bernad debería ser condecorado, y al gobierno de entonces, que creo era del  PP, aunque tampoco lo recuerdo con total seguridad, caérsele la cara de vergüenza.

(Por cierto, animo a Bernad a escribir sobre este asunto, para que quede constancia de la infamia, gubernamental y judicial, cometida contra él).

¿Sabían ustedes que cuando se cedió Gibraltar tenía escasamente cuatro kilómetros cuadrados, y que ahora su extensión ya ronda los ocho kilómetros…,  y creciendo?

¿Y cómo se logra ese milagroso crecimiento…?

Pues muy sencillo, rellenando con tierras españolas, escombros,  etc., compradas a buen precio, supongo, las aguas territoriales de España (pues Gibraltar no tiene aguas territoriales, por el Tratado de Utrecht, de 1713), consolidando ese nuevo espacio, y construyendo encima.

¿Y qué hace el actual desgobierno –y el anterior, del PP-, para impedirlo…?

Pues nada; absolutamente nada.

A mayor abundamiento, vid. el  excelente artículo en The Objective del  20 de agosto de 2024, de don Pablo Salvador, titulado “Reino  Unido realiza maniobras militares frente a los polémicos rellenos de Gibraltar”.

En fin, hay días que dan ganas de marcharse de España, bien lejos, y para no  volver.

Felipe V, el primer rey Borbón que hemos padecido en España, cedió Gibraltar y Menorca a los británicos, comenzando la saga destructiva de nuestra Patria, que lleva ya más de tres siglos ejecutándose…

¿Qué hará Felipe VI…?

Aunque, la verdad, creo que al rey actual le quedan unos pocos telediarios.

Y se lo está ganando a pulso.

 

Ramiro Grau Morancho

Académico, jurista y escritor

https://www.graueditores.com

Ramiro Grau Morancho