Pero nada más lejos de la realidad. Eso pasó y ya está. El pastor, nuestro tiránico pastorcillo, ya sabe que el rebaño es obediente y sumiso, y no sólo eso; además, le ha hecho creer a las ovejas que en el redil es donde estarán seguras. Lo que no les dijo es que dejaría entrar a los lobos para que fueran comiéndose a las ovejas, poco a poco. Las pobres ovejitas, sin embargo, no se defienden porque son demasiado cobardes. «Mientras no me toque a mí», piensan…

Y así, nos encontramos con noticias prácticamente diarias sobre cosas que, como sociedad, deberían sublevarnos. Moros que roban a paralíticos. Moros que decapitan a españoles. Moros que nos apuñalan. Moros que nos golpean con bates de béisbol. Moros que violan en manada. Y lo peor de todo es que a los dos días están en la calle haciendo daño de nuevo. Machetazos, puñaladas, robos… de todo, ¡pero el peligro es la ultraderecha! ¿Esta es la nueva normalidad? Más bien parece lo anormal, aunque a fuerza de leer todos los días cosas semejantes, seguramente nos acostumbremos.

La clase política española, en especial los dos grandes partidos y sus amiguetes nacionalistas, en connivencia con ONG’s, sindicatos, medios de comunicación, fundaciones, etc., todos al servicio del globalismo anglosajón y progresista, han llenado Europa de sujetos indeseables incluso en sus propios países, especialmente africanos. En España en particular, sobretodo norteafricanos. Esta es la realidad. Ni racismo, ni ultraderecha, ni fascismo, ni mierdas. Es la puta verdad. Y el que no quiera ver, que no vea. Esto es lo que hay. Y es así por la mentalidad progre. El progresismo es el cáncer de este país. El cáncer de Occidente.

Una ONG con puntería: siempre «encuentran» algún cayuco. Ya es casualidad, ya

Ahora, que hemos visto el esperpento de Puigdemont y sufrido el asesinato de un niño en un pueblo de Toledo1, muchos dicen que somos un Estado fallido. En absoluto. El Estado funciona a la perfección. Deje usted de pagar un impuesto y lo comprobará. Otra cosa es que el Estado sirva para fines distintos a los que debería.

Hay una cosa que el español medio, el español trabajador, debe comprender de inmediato: el Estado, este Estado en particular, es su enemigo. Así, como suena. Y cuanto antes nos demos cuenta, mejor, porque nadie va a defendernos. Es más, la policía, que no son sino los mamporreros del Estado, del pastorcillo tiránico, defenderá antes a los lobos que a las ovejas, y si no, al tiempo. Lo vimos en la plandemia y lo volveremos a ver. De hecho, a las órdenes del pastor irrumpirán en el redil y se llevarán a las ovejas descarriadas porque son fachas, ya saben ustedes. Y ese, es verdad, es el verdadero peligro, pero el peligro para el lobo. La oveja que ya no es dócil, la oveja que ya ve al lobo sin piel de cordero.

Abrir los ojos y defenderse o perecer. Ustedes eligen.

Líbranos, Señor, de la nueva anormalidad.

 

Lo Rondinaire


 

  1. Y no decimos aquí que sea marroquí, senegalés, noruego ni de Jerez de la Frontera. A esta hora, no lo sabemos.

Lo Rondinaire