Más de una década como fiscal sustituto creo avalan mis reflexiones sobre la Institución, también definida por mí, en uno de mis libros, como El Mi(ni)sterio Fiscal.
Libro disponible en Amazon…, a ver si consigo vender algunos ejemplares, que en España hay más escritores que lectores.
Ayer sentí vergüenza ajena, de ver como en el “generalato” de la carrera (en realidad los “coroneles”, pues el único general, con mando en plaza, no es el fiscal general… del PSOE, ni siquiera el ministro de justicia, sino Pedro Sánchez) consideraba que el latrocinio del dinero público no era un delito perseguible de oficio.
Todo mi afecto y respeto a los diecisiete Fiscales de Sala que se mantuvieron en sus trece, es decir, la defensa de la Constitución y del Estado de Derecho, y, muy especialmente, a los cuatro fiscales del golpe de estado catalán.
(Por cierto, también he escrito y publicado un libro titulado así, “El golpe de estado catalán”, disponible en Amazon, y que recoge mis crónicas y opiniones sobre todo lo que sucedió, en Cataluña y en España, en 2017. ¡Creo que hasta se ha vendido algún ejemplar!).
Que un fiscal general, no del Estado, sino del PSOE, tome partido, y vote, en una sesión de la Junta de Fiscales de Sala, me parece llevar el sectarismo al extremo…
O que lo haga una no Fiscal de Sala, cuyo nombramiento ha sido anulado por el Tribunal Supremo, por mucho que la sentencia no se haya ejecutado todavía.
Y que otro fiscal –desconozco quien-, se abstuviera en la votación.
¡Qué cómodo es ponerse de perfil, y no tomar partido!
Pero ya no se guardan las formas procesales y procedimentales, que en Derecho son todo, pues si no se respeta lo adjetivo, difícilmente se respetará lo sustantivo.
¿Qué pensará la UE del sistema jurídico español…?
¿Y el resto del mundo civilizado?
Cada día nos parecemos más a un país bananero, en nuestro caso a una monarquía platanera, con un Rey que ni pincha ni corta, y que no es más que una figura de cartón, de la que se prescindirá cuando interese.
Si malversar el dinero público es considerado como una de las bellas artes, ¿con qué cara podrán los fiscales de hogaño pedir penas de prisión para los robagallinas que todos los días se sientan en el banquillo de los acusados…?
Menos mal que todavía tenemos jueces, en Madrid y en toda España, y estoy seguro de que sabrán cumplir con sus deberes constitucionales, como siempre.
Todo mi respeto, afecto y agradecimiento a todos y cada uno de ellos, especialmente a los Magistrados del Tribunal Supremo, que ellos sí son el generalato de la judicatura.
Y con mando en plaza.
Ramiro Grau Morancho
Académico, jurista y escritor