Mucho se ha hablado recientemente de las estrechas relaciones entre el PSOE y EH Bildu, la heredera de la antigua Herri Batasuna (brazo político de ETA), máxime desde las últimas elecciones en las que Pedro Sánchez ha necesitado del apoyo de los «bildutarras» para ser investido presidente y desde la moción de censura llevada a cabo por ambos partidos en Pamplona el pasado mes de diciembre y que ha supuesto poner el ayuntamiento pamplonés en manos del grupo ultranacionalista quitándoselo a Unión del Pueblo Navarro.

Frente a las acusaciones de relacionarse tan estrechamente con los herederos de ETA, la dirección socialista suele responder de forma aparentemente airada, razonando que EH Bildu no es ETA, que ETA desapareció en 2018 y que los militantes socialistas también han sido víctimas del terrorismo etarra.

En general solemos hablar de ETA como un grupo terrorista homogéneo, pero no ha sido así o, por lo menos, no lo ha sido en todo momento. En la segunda VI asamblea del grupo terrorista, ocurrida en el año 1973, la organización se dividió en dos: ETA militar (ETA-m) y ETA político-militar (ETA-pm); los primeros pretendían priorizar la actividad terrorista y los segundos afirmaban desear supeditarla a la lucha política, aunque no hay que dejarse engañar, pues los conocidos entonces como «poli-milis» cometieron la mayor parte de los atentados mortales ocurridos desde el fallecimiento de Franco hasta principios de los años 80 del siglo pasado. Dos eran los grupos políticos que apoyaban a estas dos facciones etarras: la coalición Herri Batasuna (HB) y el partido político Euskadiko Ezkerra (EE), brazos políticos de ETA-m y de ETA-pm, respectivamente.

En el año 1982, acogiéndose a una amnistía dada por el gobierno español, entonces en manos de Leopoldo Calvo-Sotelo y Bustelo (de Unión de Centro Democrático), ETA-pm se integra en Euskadiko Ezkerra, dirigido entonces por Mario Onaindia y, años más tarde, en 1993, este partido se fusionaría con el PSE (Partido Socialista de Euskadi), formando el actual Partido Socialista de Euskadi – Euskadiko Ezkerra (PSE-EE). Es cierto que una facción de ETA-pm, entre los que se encontraba Arnaldo Otegi, rechazó el abandono de las armas y se integró en ETA-m (que pasó a ser ETA a secas), pero también es cierto que otra lo aceptó. Así, siendo cierto que el PSOE ha tenido en sus filas a víctimas del terrorismo, es justo reconocer que también ha tenido entre sus filas a verdugos acogidos a un perdón político a todas luces injusto. El propio Mario Onaindia (que ostentó, curiosamente, la Medalla de la Orden del Mérito Constitucional), fue condenado a muerte en el célebre proceso de Burgos por el asesinato del comisario Melitón Manzanas, pena que fue conmutada por Franco por la de prisión debido a peticiones internacionales y en la misma situación estuvieron Xabier Izko de la Iglesia, Teo Uriarte, Xabier Larena o Unai Dorronsoro.

Por su parte, la coalición Herri Batasuna (HB) y los diversos nombres que había adoptado (Euskal Herritarrok, Batasuna, Sozialista Abertzaleak, etc.) fueron declarados ilegales en 1998 y, tras varios periplos judiciales, disueltos en 2003, por considerarlos la justicia como parte del entramado de ETA; previamente, en el año 2001, sufrió una escisión denominada Aralar que rechazaba la violencia. Tras la ilegalización de dichos grupos, la izquierda abertzale intentó presentarse a las elecciones bajo diversas «marcas», pero todas ellas fueron ilegalizadas por el mismo motivo.

En 2011, al amparo de un alto el fuego «permanente, general y verificable» declarado por ETA, surge el partido político Sortu, que contaba en sus filas con destacados militantes de HB, como Rufi Etxeberria (antiguo dirigente de HB) o el abogado Iñigo Iruin (exsenador por HB) y a cuyo acto de presentación acudieron gran cantidad de personas relacionadas con la coalición HB, como Joseba Permach, Juan José Petrikorena, Aitor Bezares, Tasio Erkizia, Joseba Álvarez, Txelui Moreno, Pernando Barrena, Marian Beitialarrangoitia, Rafael Díez Usabiaga, Karmelo Landa, Itziar Aizpurua y los abogados Jone Goirizelaia y Kepa Landa, así como antiguos miembros de ETA, como Eugenio Etxebeste «Antxon». Pocos meses después de su creación, el Tribunal Supremo denegó la inscripción de Sortu como partido político, por considerarlo heredero de Batasuna que, como hemos visto, era uno de los nombres de Herri Batasuna y parte del entramado etarra.

En el año 2012 nace Euskal Herria Bildu que, aunque contaba con candidatos independientes, se fundó como una coalición entre los partidos políticos Sortu, Eusko Alkartasuna, Aralar y Alternatiba. Este partido ha contado entre sus personas destacadas, con varios procedentes de Herri Batasuna, o alguna de sus «marcas» (incluida Sortu), como su actual coordinador general Arnaldo Otegi, o como Laura Mintegi, Maribi Ugarteburu, Jone Goirizelaia, Iker Casanova, Periko Solabarría o Hasier Arraiz, entre otros. También tuvo que sacar de sus listas electorales en el año 2023 a siete militantes de ETA con delitos de sangre, que eran Agustín Muiños Díaz «Tinin» (condenado en 1985 a 29 años de prisión por asesinar en 1983 en Vitoria a José Antonio Julián Bayano, de 43 años, por ser miembro de Fuerza Nueva), Begoña Uzkudun Etxenagusia (condenada en 1989 a 18 años de prisión por asesinar en 1984 a José Larrañaga Arenas, que era miembro de UCD y anteriormente había sido concejal en el ayuntamiento de Azcoitia y Jefe Provincial del Movimiento), Juan Ramón Rojo González (condenado en 1996 a 30 años de prisión por el asesinar en 1991 a Francisco Gil Mendoza, de 27 años, por error), Asier Uribarri Benito (condenado en 2001 a 16 años de prisión por participar como cómplice en el asesinato en 1997 del guardia civil José Manuel García Fernández), José Antonio Torre Altonaga «Medius» (condenado en 1981 a 20 años de prisión por colaborar en el asesinato en 1978 de Alberto Negro Viguera y Andrés Guerra Pered, ambos por ser trabajadores de la central nuclear de Lemóniz), Lander Maruri Basagoiti (condenado en 2001 a 16 años de prisión por ser cómplice en el asesinato en 1997 del guardia civil José Manuel García Hernández), y Juan Carlos Arriaga Martínez (condenado en 1989 a 29 años de prisión por asesinar en 1984 a Jesús Alcocer Jiménez, comandante retirado del Ejército de Tierra). Con este historial, parece claro que EH Bildu es sucesor de Herri Batasuna y, si HB perteneció al entramado de ETA, está claro que Bildu sí es ETA, aunque el partido haya podido suavizar aparentemente sus formas políticas al desaparecer el grupo terrorista.

Por último, es cierto que ETA desapareció oficialmente en 2018 pero las 829 víctimas mortales de ETA siguen existiendo y también existen los heridos, los mutilados, los padres destrozados, las viudas desconsoladas y 0los huérfanos desprotegidos y las pérdidas materiales millonarias que dejó como consecuencia de sus 3.500 atentados. Además, si vemos los resultados electorales de su brazo político, los cargos públicos que ocupan sus herederos y los fondos públicos que gestionan, así como el poder que pueden ejercer en el gobierno nacional y el grado de cumplimiento de la alternativa KAS que ellos exigían, creo que nadie puede afirmar que ETA fue derrotada, antes bien, ha salido victoriosa.

 

C.R. Gómez

C. R. Gómez