En fechas recientes, la ministra de defensa austríaca Klaudia Tanner habló de «un riesgo realista y al mismo tiempo subestimado» de un gran apagón energético, instando a sus ciudadanos a aprovisionarse de velas, mantas y comida enlatada.

La crisis energética tiene como origen el encarecimiento del gas natural que, en el resto de Europa es consecuencia de las subidas de precio de ese producto por parte de Rusia y otros países del este. En España esta subida del precio es el resultado del corte de un gasoducto que une Argelia con España a través de Marruecos, derivado del enfado de los marroquís por haber tratado en España a Brahim Gali, líder del grupo terrorista Frente Polisario.

A pesar de que, tanto Red Eléctrica Española como ciertos expertos, afirman que «es improbable» un apagón en España, cada vez se oye hablar más de dicho corte de suministros energéticos y se da por más veraz entre los ciudadanos y en medios informativos, esperándolo para fechas próximas.

En tal contexto, este jueves día 28 se produjo la demolición de la torre de refrigeración de la central térmica de Velilla (Palencia). Esta central era capaz de generar casi 3000 GWh. Además, el 16 de diciembre de 2012 cesó su actividad la central nuclear de Santa María de Garoña, iniciándose su desmantelamiento en 2019; esta central generaba 3742 GWh.

Si tenemos en cuenta, por poner un ejemplo, que en el año 2020 todos los parques eólicos de las Provincias Vascongadas generaron 326 GWh, todos los de Navarra 2378 GWh, todos los de Aragón 3466 GWh y todos los de Asturias fueron capaces de generar 1490 GWh, no parece muy acertado cerrar y demoler unas centrales tan importantes en épocas de carencia energética.

Está claro que las energías renovables no tienen actualmente la posibilidad de suplir a las tradicionales. Si no somos capaces de superar la cultura que etiqueta la energía nuclear como «no limpia» basándose en opiniones inciertas difundidas por la propaganda de una izquierda falsamente ecológica, no podremos producir la energía suficiente necesaria para cubrir el consumo español.

Y podemos echarle la culpa al gas, a los rusos o a los moros, pero los verdaderos responsables de nuestras carencias energéticas somos nosotros y las decisiones equivocadas de nuestros sucesivos gobiernos, más preocupados de captar votos que del futuro de nuestros compatriotas.

Además, como siempre, los más afectados por esta situación, que genera fuertes subidas en los precios de todas las energías, son los más pobres, por los que no se ha preocupado nunca ni la izquierda ni la derecha.

 

C.R. Gómez 

C. R. Gómez