La actualidad que genera este país en su permanente estado de anormalidad es capaz de tapar cualquier enormidad o cualquier anormalidad del día anterior. Los tribunales determinan que el gobierno impuso un estado de alarma ilegal, pero lo tapa la subida de la luz, la cual es tapada por la agresión a un homosexual, la cual es tapada por el descubrimiento de que la agresión era mentira, lo que a su vez es tapado por un homenaje a un etarra, que a su vez es tapado con la declaración de que el gobierno cerró ilegalmente el Congreso, que a su vez es tapado con un volcán… En este frenesí y este estado de descomposición de repente nos enteramos de que hemos sufrido un atentado islamista. Es decir, nos enteramos si nos esforzamos bastante en enterarnos, porque si no nos pasa totalmente inadvertido como seguramente a la inmensa mayoría de la población española.

El pasado viernes un sujeto lanzaba su coche contra los clientes de la terraza de un bar en una localidad murciana, atropellando a cuatro personas y acabando con la vida de dos. A los varios días nos enteramos, con notable dificultad y sepultado ya el caso por la vorágine informativa, de que la Audiencia Nacional investiga el caso como un atentado yihadista. El conductor, uno de los fallecidos, es un marroquí de 30 años que hasta dejó una carta con soflamas islamistas. Así y todo todavía se pone en duda la inspiración islamista del atentado porque se duda de su condición mental y de la racionalidad de algunas de las expresiones vertidas en la carta, cosa que por cierto ya hemos visto otras muchas veces en otros muchos casos en toda Europa. O sea, de repente empezó a haber una oleada de atentados islamitas la cual desapareció para ser sustituida por una oleada de atentados suicidas de chalados, pero no terroristas islámicos. Como si por otro lado los terroristas islámicos fueran gente muy cuerda o dijera cosas muy racionales y sensatas cuando escribe una nota antes de cometer un atentado.

No hace falta un gran esfuerzo para encajar todo esto en una apreciable tendencia, como si todos los medios estuvieran tácitamente compinchados, a dar menos relevancia a ciertos hechos violentos cuando quienes los protagonizan son inmigrantes. Como si la realidad avalara con los hechos ciertos discursos y ciertas advertencias y hubiera que tapar la realidad y los hechos para poder seguir negando esos discursos y esas advertencias, que además son tachadas de xenófobas. Como si la verdad pudiera ser xenófoba o como si lo que se planteara no es simplemente que sostener la santidad originaria de todos los inmigrantes es tan ridículo como sostener la maldad originaria de todos los inmigrantes. Cualquier planteamiento alejado de ambas ridiculeces, o sea el mero sentido común, aboca a defender algún tipo de control y filtrado de la inmigración, lo cual no tiene nada que ver con el racismo ni con la xenofobia, sino con la lógica y la seguridad. Si por otro lado alguien tiene que esconder la realidad para sostener sus planteamientos, es obvio que sus planteamientos no resisten el contacto con los hechos y por tanto son falsos. Por lo demás, puesto que esta focalización selectiva de la realidad no sólo se practica respecto a la inmigración sino respecto a muchos otros asuntos, no cabe sino preguntarse una vez más que parte de todo lo que nos muestran los medios es mentira y qué parte de lo que es verdad nos ocultan.

Publicado en España Confidencial – 23/09/2021

¿Atentado islamista en España? ¿Qué atentado islamista? – España Confidencial (xn--espaaconfidencial-ixb.com)

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