Es increíble lo de Rodrigo Buenaventura, presidente de la CNMV. Se supone que su papel es doble: la limpieza en las operaciones bursátiles y la defensa del pequeño inversor. No sé si cumple la primera pero de la segunda parece no haberse enterado. De otro modo no se entiende que este socialista nombrado por Nadia Calviño aliente -peligrosa querencia heredada de su antecesor, Sebastián Albella- las spac, sin duda el embrión de la próxima burbuja de esta economía financista, basada en el casino del mercado secundario y la deuda pública y decidido por la información confidencial de cada cual.

En España, en el momento presente, ha surgido una verdadera pasión por las ‘spac’. Vayamos por partes.

¿Qué es una spac? Es un acto de fe del ahorrador, que deja en manos de un gestor -por lo general desconocido- su dinero, a través de una oferta pública inicial (OPI), para invertir… ¡allí donde al gestor le pete! Me dirán que eso ocurre en los fondos, pero en los fondos, al menos, la marca se juegan su prestigio. Si siempre hace perder a sus partícipes, decae.

En cualquier caso, ¿qué sentido tiene el invertir por invertir sin lógica y sin responsabilidad de nadie? Para eso te vas al casino o a las multinacionales de apuestas deportivas.

La bolsa nació para apoyar a la industria necesitada de capital. La bolsa es un medio. Cuando se convierte en un fin estamos en la economía financista. O sea, la de ahora mismo. Pero, al menos no la animemos desde esos reguladores y desde los gobiernos.

Decían los clásicos que fe sólo en Dios, pero aquí confiamos -la fe no es más que confianza en alguien- nos fiamos de un bróker en cuyas manos ponemos nuestro patrimonio: adelantadme vuestro dinero y ya veré donde lo invierto. Os prometo grandes ganancias en poco tiempo.

En el entretanto, doña Nadia Calviño, vicepresidenta, ahora segunda, de Economía y don Rodrigo Buenaventura, presidente de la CNMV, mirando a Gibraltar, como con la opa de Naturgy.

El problema es que el acomplejado Gobierno de Pedro Sánchez suspira por la llegada del capital extranjero…  sea el tipo de capital que sea. Y así, la muy verde y sostenible Teresa Ribera, vicepresidenta para la cosa climática, asegura que la opa del fondo australiano IFM contra Naturgy es una maravilla porque supone que España atrae al capital foráneo. A ver, alma de cántaro: el capital extranjero se divide en inversiones directas, las buenas, e inversiones de cartera, las especulativas. Suspirar por las primeras es bueno, desear las segundas es dejar que te roben y encima darle las gracias al ladrón.

Y así tenemos a la CNMV de Buenaventura más lanzada con las spac que la propia SEC norteamericana, su homólogo en USA, que advierte del nuevo casino que se está forjando en los mercados y de que los particulares no deben entrar en este producto: ya les meterán los fondos.

Y en este orden de cosas, recodar que las spac tiene algo en común con las famosas preferentes: se pretenden masivas cuando sólo deberían ser trabajadas por los expertos. Mejor, por los “enteraos”, que no es lo mismo. Los enteraos son aquellos que conocen los nombres propios que mueven las operaciones. Porque aquí somos capaces de darle nuestros ahorros de toda la vida a un desconocido que promete un crecepelo infalible.

No lo duden: la próxima crisis financiera vendrá de la combinación entre fondos y spac. Los fondos constituyen el fenómeno del siglo XX, donde toda una masa de ahorradores confía su dinero a unos “expertos” que van a comisión y nunca pierden. El que pierde, o puede perder, es su cliente. Hemos creado una clase de intermediarios parasitaria y estamos en sus manos. Si a eso añadimos la fiebre por las spac, donde entregamos el dinero para una operación concreta y ni tan siquiera nos dicen en qué tipo de inversión van a emplear nuestros fondos.

Pues bien, lo grave del caso es que esta burbuja la está alentando el defensor del inversor, don Rodrigo Buenaventura, de forma activa, y la vicepresidenta económica, doña Nadia, de forma pasiva, por omisión… que también es pecado.

¡Qué maravilla aquel siglo XX! cuando mandaban los denostados bancos y no como ahora, en el siglo XXI, donde mandan los opacos fondos y no nos enteramos de nada mientras ellos y Hacienda esquilman nuestros ahorros, y donde el riesgo nunca lo corre el intermediario, que siempre gana, sino el inversor.

Eulogio López

Publicado en Hispanidad – 18/03/2021

Otros Autores