Pillado de WhatsApp
El toque de queda es un instrumento militar y policial, no sanitario. Se usa en las guerras para controlar el movimiento de las personas. Se usa en las grandes catástrofes para evitar los posibles saqueos. Es completamente imbécil y decididamente anticientífico pensar que va a servir para controlar un virus, como si el virus no tuviera el día entero para moverse por dónde le diera la gana.
El toque de queda es la enésima prueba de que estamos sometidos a una banda de criminales que impone una dictadura con la excusa sanitaria.
Todos sus actos, absolutamente todos, se basan en la agresión y en la humillación del ciudadano, jamás en el cuidado de su salud: pistolas termómetros apuntadas innecesariamente a la cabeza (la temperatura se puede tomar en muchos sitios diferentes), amenazas constantes, multas desproporcionadas, insultos, acusaciones, (¡irresponsables!), delaciones, linchamientos a quienes no se comportan “como debe ser”, policía en las calles, confinamientos aleatorios (que tampoco es un término médico, sino carcelario).
Es escandalosamente obvio que nada de esto ha servido para nada, puesto que estamos como estamos, pero todo ello se mantiene mientras el país se hunde, mientras la gente se muere de enfermedades no tratadas o se va a la puta calle, a las colas del hambre que los grandes medios de comunicación tienen prohibido difundir.
Un gobierno que ha actuado según las órdenes de un “comité de expertos” que no existía, que ha mentido sobre las mascarillas, y sobre todo lo demás, antes, durante y después, que ha rendido la soberanía de nuestro país a cambio no se sabe qué y que es capaz de defender una cosa y la contraria al mismo tiempo y sin pudor alguno.
Pero los peores de todos, los que no tenéis perdón alguno, sois los cobardes que diariamente aplaudís cada una de estas medidas y defendéis a vuestros propios verdugos sólo porque estáis tan asustados que habéis renunciado a la mínima dignidad.
1 comentario en “De un ciudadano cabreado”
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