Que don Amancio Ortega es un Grande de España, creo que nadie lo duda, a excepción de los comunistas bolivarianos, esos que siempre han tetado de la vaca del Estado, con becas falsas, empleos ficticios, plazas de profesores interinos, obtenidas cómo ya sabemos se obtienen esos chollos en las universidades públicas españoles, totalmente dominadas por el marxismo, pero no de Carlos Marx, sino de Groucho Marx, etc.
En varias ocasiones ha hecho donaciones millonarias a Cáritas, por ejemplo, muy vilipendiadas por alguna escritora fracasada de la izquierda, o por algunos “socialistos” –no es un error- del montón, de esa troupe que son incapaces de ganarse la vida honradamente, como no sea tetando de la vaca del Estado…
Ahora los españoles, que estamos acojonados, dicho sea de paso, entre otras razones porque el cenizo ese que dicen es el gran experto en pandemias -¡cómo serán los demás!-, no para de decir que “lo peor está por llegar”, en lugar de aportar soluciones, que es para lo que están –o deberían estar- los políticos.
Pero esta troupe, pues eso es lo que son, y sería cómico, si no fuera tan trágico, abren las puertas de España a cualquier indigente que quiera venir a vivir aquí, a pensión completa, y por tiempo indefinido, sin establecer cuarentena alguna, autorizan manifestaciones multitudinarias el ocho de marzo, etc., pues favorecían a sus intereses electorales, pensando solo en su propio interés, y no en los intereses superiores de los 47 millones de ciudadanos –más bien súbditos y contribuyentes-, que tenemos que soportarles.
España está demostrando ser un estado fallido, o tal vez los que fallan sean los gobernantes actuales…
De cualquier forma, cuando un estado que tiene una serie de obligaciones básicas, como la sanidad, la enseñanza, la defensa nacional, la seguridad pública, las relaciones exteriores, y poco más, es incapaz de cumplir con sus obligaciones, debemos dudar de la existencia real de ese Estado, o al menos de su capacidad de gestionar debidamente las obligaciones básicas.
Y entonces es cuando surge la iniciativa privada, en forma de donaciones altruistas, del segundo hombre más rico del mundo –y, en ocasiones, el primero-, don Amancio Ortega, un gallego de ochenta y pocos años, que ya está vuelta de todo, tiene dinero de sobras “para asar una vaca” –o todo un rebaño-, y quiere ayudar a sus compatriotas, pues se siente español, y está agradecido –supongo-, a los millones de personas que son clientes de su negocio textil, y de otras empresas que posee.
La izquierda caviar no se ha atrevido en esta ocasión a levantarle mucho la voz, injuriarle, como acostumbran, etc., a excepción de algún pobre imbécil, de esos que llevan toda su vida tetando de la ubre del Estado, pero en cambio, la gran mayoría de la población española, le estamos profundamente agradecidos, pues su generosidad salvará muchas vidas.
Por ello me atrevo a pedir a Su Majestad, el Rey Don Felipe VI, que le honre con un título nobiliario, con Grandeza de España, reconociendo así la categoría personal, profesional y moral de quien ya es Grande de España.
Creo que este gesto agradaría a la gran mayoría del pueblo español, y reconciliaría al Jefe del Estado con el pueblo, a quien siempre debería representar dignamente, y sería, además, un reflejo de inquietud hacia los españoles y reconocimiento de la situación actual.
He dicho.
Ramiro GRAU MORANCHO
Académico Correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España