A finales de la pasada semana, la agencia de calificación crediticia FITCH, confirmando lo ya señalado al respecto por GOLDMAN SACHS, publicaba sus estimaciones sobre el impacto de la epidemia del coronavirus sobre nuestra economía. En este primer trimestre se ha registrado poco más o menos un crecimiento del 1 %, pero el país entrará en recesión inminentemente. Entre abril y junio la economía caerá en torno al 2 %, mientras que la contracción será del 1,6 % y del 0,5 % en los dos últimos trimestres del año, respectivamente. Eso sí, se habla de un “efecto rebote” en 2021, con crecimientos en el entorno del 2,4 %, lo que nos llevaría más o menos a una situación equivalente a la de 2018 aproximadamente.
Sobre las cifras de crecimiento, y sobre una economía basada en ese discutido y discutible concepto (que diría nuestro ínclito Consejero de Estado, del Estado de la República Bolivariana de Venezuela, últimamente; ¿teletrabajo?) del crecimiento, se puede discutir hasta el infinito, y frecuentemente sin sacar nada en limpio. El problema en España sigue siendo el empleo, y los ERTES se están empezando a acumular en las Subdirecciones Provinciales de Trabajo. Esperemos que la cosa no vaya a más,… y acabe cayéndosenos la T.
Estamos en una situación de emergencia nacional, y por eso se está dando una situación de intervención estatal desde luego excepcional. No obstante, conviene tomar nota, porque a algunos se les ve como pez en el agua, teniendo en cuenta que en estos momentos da la casualidad de que son ellos precisamente quienes tienen la sartén por el mango. Repito, son circunstancias extraordinarias, y se supone que este régimen, este estado de cosas, es excepcional y… en principio temporal. Pero escuchen lo que le ha dicho el sabio MONEDERO a INDITEX cuando esta empresa (privada, capitalista, es decir, no controlada por el gobierno) ha puesto su enorme capacidad productiva a pleno rendimiento para asistir a los servicios sanitarios de toda España. A muchos nos consta, además, que otras empresas, promovidas por españoles en todo el ancho mundo, se han dirigido a las sedicentes autoridades españolas para ofrecer sus servicios en la lucha contra la propagación de la epidemia, y esas mismas autoridades…ni se han molestado en escucharles: la comunicación telefónica no ha ido más allá de la atención en centralita… Tomemos nota, insisto, de lo que significa vivir en un régimen de planificación central, porque a más de uno de los gobernantes que hoy nos desgobiernan y a buena parte de los que les rellenan el pesebre cada cuatro años les es muy difícil disimular el entusiasmo que tienen por esta forma de funcionar con respecto a la sociedad a la que dicen servir.
De todas formas, siempre nos quedará el Ejército, la Policía y la Guardia Civil, sí, esos que obedecen sin rechistar, y que por eso precisamente ahora ya no se ven como “un gasto superfluo”, como dice el insigne doctor cum fraude.
Javier Amo Prieto