Festividad: 8 de Febrero.
Patrón de los niños abandonados.
Jerónimo Emiliani yacía encadenado en una oscura mazmorra sucia. Poco tiempo antes había sido comandante militar de Venecia a cargo de una fortaleza. No le importaba mucho Dios porque no lo necesitaba: tenía su propia fuerza y la fuerza de sus soldados y armas. Cuando los enemigos de Venecia, la Liga de Cambrai, capturaron la fortaleza, fue arrastrado y encarcelado. Allí, en la mazmorra, Jerónimo decidió deshacerse de las cadenas que lo ataban. Soltó sus apegos mundanos y abrazó a Dios.
Cuando finalmente pudo escapar, colgó sus cadenas de metal en la iglesia cercana de Treviso, en agradecimiento no solo por ser liberado de la prisión física sino también de su mazmorra espiritual.
Después de un corto tiempo como alcalde de Treviso, regresó a su hogar en Venecia, donde estudió para el sacerdocio. La guerra podía haber terminado pero fue seguida por la hambruna, la peste y la devastación que la guerra a menudo trae. Miles sufrieron en su amada ciudad. Jerónimo se dedicó nuevamente al servicio, esta vez, no al ejército, sino a los pobres y al sufrimiento que lo rodeaba. Sintió una vocación especial para ayudar a los huérfanos que no tenían a nadie que los cuidara. Todos los seres queridos que los habrían protegido y consolado habían muerto por enfermedad o hambre. Se convirtió en su padre, su familia.
Usando su propio dinero, alquiló una casa para los huérfanos, los alimentó, los vistió y los educó. Parte de su educación consistía en darles la primera enseñanza catecúmena por medio de preguntas y respuestas. Pero su constante devoción por el sufrimiento también lo puso en peligro y cayó enfermo de la peste. Cuando se recuperó, tenía la excusa ideal para retirarse, pero en cambio su enfermedad pareció quitarle los últimos eslabones de su cadena. Una vez más, interpretó su sufrimiento como un signo de lo poco que importaban las ambiciones del mundo.
Se comprometió toda su vida y todo lo que poseía para ayudar a otros. Fundó orfanatos en otras ciudades, un hospital y un refugio para prostitutas. Esto se convirtió en una congregación de sacerdotes y hermanos que lleva el nombre del lugar donde tenían una casa: los Secretarios Regulares de Somascha. Aunque pasaron tiempo educando a otros jóvenes, su trabajo principal siempre fue el primer amor de Jerónimo: ayudar a los huérfanos.
Sus cadenas finales cayeron cuando volvió a enfermar mientras cuidaba a los enfermos. Murió en 1537 a la edad de 56 años.
Es el santo patrón de los niños y huérfanos abandonados.
Oración:
San Jerónimo Emiliani, vela por todos los niños que son abandonados o no son amados. Danos el valor de mostrarles el amor de Dios a través de nuestro cuidado. Ayúdanos a perder las cadenas que nos impiden vivir la vida que Dios pretendió para nosotros. Amén.
R.V.