Una institución luciferina y masónica

 

Oh, Espíritu Santo,
Amor del Padre, y del Hijo,
Inspírame siempre lo que debo pensar,
lo que debo decir, cómo debo decirlo,
lo que debo callar, cómo debo actuar,
lo que debo hacer, para gloria de Dios,
bien de las almas y mi propia Santificación.

Espíritu Santo, Dame agudeza
para entender, capacidad para retener,
método y facultad para aprender,
sutileza para interpretar, gracia y eficacia para hablar.
Dame acierto al empezar, dirección al progresar
y perfección al acabar.
Amen.

 

Desde el papa Pablo VI -a Juan XXIII hay que ponerle aparte-, pasando por Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco y la incógnita del actual León XIV, todos tienen tres características comunes, la primera una deriva doctrinal a partir del Concilio Vaticano II (CV II) adoptando la idea de que la Iglesia debe adaptarse al mundo (al hombre) dando la vuelta a la doctrina tradicional mantenida durante veinte siglos cuyo centro es DIOS y no el hombre.

La segunda característica es la adulación permanente y constante a una serie de organismos de corte globalista, seguidores de la Agenda 2030 y por tanto luciferinos y masónicos y seguir sus consignas y mandatos. El más claro es la ONU -las Naciones Unidas- donde todos los papas nombrados o bien han mantenido unos discursos incomprensibles para un católico y, además, tuvieron o siguen teniendo relaciones cordiales, con logias masónicas como es el caso de la logia de las logias, la judía B’nai B’rith.

La tercera es la querencia al diálogo con otras confesiones sean la anglicana, la hinduista, la budista o el Islam.

Conviene recordar que la religión católica es la única verdadera y que la Iglesia repite (hasta el CV II) que fuera de ella no hay salvación, de manera que todo diálogo es inútil excepto si la otra parte reconoce su error y se convierte. No hay ni otro camino ni otra solución.

Si creemos con hechos que lo demuestran la deriva de los recientes papas, de ellos el que resulta más difícil de aprehender es Pablo VI porque en un momento de lucidez expone los peligros del demonio o manifestando su famoso humo de satanás, en otros casos, la sospecha de una infiltración masónica en su cerebro aparece como una evidencia.

En su descargo podemos suponer en Pablo VI un caso de enfermedad bipolar o una doble personalidad, en unos casos, fiel a CRISTO y en otros, justo lo contrario como en su alocución en la ONU que veremos en la cuarta parte.

En un momento de lucidez católica encarga al cardenal Édouard Gagnon el famoso informe sobre la infiltración de la masonería en el Vaticano y, cuando el sacerdote de CRISTO le entrega sus conclusiones, pasa de ellas alegando que se encuentra enfermo y viejo y que sea su sucesor, el futuro papa Juan Pablo I, el que se encargue de poner orden -que él no había pretendido- y, a expulsar al Maligno del recinto vaticano.

Juan Pablo I, nada más iniciar su brevísimo pontificado de 33 días llamó a Gagnon e inició la limpieza de masones, hecho que le costó la vida. Entiendo que Juan Pablo I fue el último papa ortodoxo y fiel a la Iglesia y a la FE de CRISTO.

Volvamos a Pablo VI en su sorprendente bipolaridad intelectual y religiosa, dando bandazos buenos, como su denuncia del diablo como fuente de todo mal -con toda la razón- como en la Audiencia General del 15 de noviembre de 1972 que pueden leer en su integridad en el enlace:

https://www.vatican.va/content/paul-vi/es/audiences/1972/documents/hf_p-vi_aud_19721115.html

y que recomiendo su lectura porque el papa Pablo VI nos alerta de la necesidad mayor de la Iglesia de defendernos del mal, al que llamamos Demonio.

Transcribo algunas líneas de su Audiencia:

la importancia que adquiere el conocimiento del mal para nuestra justa concepción cristiana del mundo, de la vida, de la salvación. Primero, en el desarrollo de la historia evangélica, ¿quién no recuerda, al principio de su vida pública, la página densísima de significados de la triple tentación de Cristo? Y después, en los múltiples episodios evangélicos, en los cuales el Demonio se cruza en el camino del Señor y figura en sus enseñanzas (cf Mt 12, 43).

Recuerda Pablo VI, después:

Con el conocimiento de las presentes adversidades en que se encuentran hoy las almas, la Iglesia y el mundo, trataremos de dar sentido y eficacia a la acostumbrada invocación de nuestra oración principal: «Padre nuestro…, ¡líbranos del mal!«.

Entiendo que al terminar Pablo VI, la oración del “Padre nuestro” la finaliza con una exclamación ¡libranos del mal!, cuando pienso que lo correcto seria ¡libranos del maligno! Como aparece en el evangelio, por lo menos, en Juan y, en Mateo.

Porque de lo que se trata es pedir al Padre que nos libre del Demonio. Recuerdo hace unos meses en una homilía el celebrante al significar qué es el “mal” de nuestra oración principal se expresó diciendo que el “mal” es… la pornografía (entre otras perversidades). Es central en nuestras oraciones al Padre cambiar el término “mal” por o bien el “maligno” o el “demonio”.

El padre José María Iraburu

Viene a cuento insistir en el Padre Nuestro y la importancia de, al final, expresar que DIOS PADRE nos proteja del “maligno”, es decir del “demonio”.

En ese sentido recogemos las reflexiones excelentes de este sacerdote navarro:

Cuando Jesús enseña a los discípulos a orar, les entrega el maravilloso Padrenuestro, cuya última petición es «líbranos del Maligno». Jesús mismo, en referencia a sus discípulos, hace suya esa misma petición: Padre, «no te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno» (Jn 17,11 y 15).

Los Catecismos, desde el principio, tuvieron al Padrenuestro como una de las principales enseñanzas del Evangelio, como se ve en la predicación de los Padres y en los primeros Catecismos escritos. Siempre enseñaban, pues, a los fieles la última petición de la oración de Jesús, para que al orar nunca olvidaran pedir a Dios la protección de los ataques del Diablo, Satanás, el Demonio, Lucifer, el Enemigo de la naturaleza humana.

El actual Catecismo de la Iglesia da la traducción genuina, Maligno. Y viene a enseñar que la fórmula habitual en los últimos tiempos, sed libéranos a Malo, es impropia. «En esta petición, el Mal no es una abstracción, sino que designa una persona, el Maligno, el ángel que se opone a Dios. El diabolos es aquel que se atraviesa contra el designio de Dios y su obra de salvación cumplida en Cristo (2851: + 2852-2854).

…  no son cristianas las oraciones que omiten sistemáticamente esta petición al Padre, y que lo hacen no por olvido o distracción, sino por decisión consciente. Tal oración no hace suya la oración de Cristo, quizá porque estima que el «Demonio» no existe realmente, sino que es una «personificación» meramente verbal, que viene a integrar el conjunto de todos los males: líbranos del Mal.

Recomiendo la lectura completa del artículo del padre Iraburu en el enlace:

https://www.infocatolica.com/blog/reforma.php/2404290331-title

La Declaración del papa Pablo VI, NOSTRA AETATE
Sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas

Pueden encontrar la Declaración Nostra Aetate, de 28 de octubre de 1965 en el enlace:

https://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decl_19651028_nostra-aetate_sp.html

La “Aetate” se inscribe como resultado final del CV II (que terminó el 8 de diciembre del mismo año) en lo que se refiere a las relaciones de la Iglesia y las religiones no cristianas entre ellas el Islam y la religión judía.

Resulta sorprendente -o no tanto- el desconocimiento de la religión musulmana o de Pablo VI o del redactor de la “Declaración

Nos vamos a referir a la musulmana y a la judía, puesto que las otras religiones mencionadas las desconocemos.

Nuestros pensamientos y reconocimiento a los padres Calvo y Ballester por sus sufrimientos de estos ocho años de persecución por la justicia por escribir la Verdad sobre el Islam. En apoyo a nuestros sacerdotes, de nuestro artículo enlazado copio unos párrafos:

Libro de odio (el Corán)

Su lectura muestra el odio hacia los no musulmanes.

Los no musulmanes son las peores bestias (Versículo 8, 55);

Los judíos son simios despreciables (Versículo 2, 65)

Los judíos son burros (Versículo 62,5)

 

Nuestra humilde contribución al conocimiento de la religión del profeta Mohamed en El Criterio en una serie de tres artículos, el primero en el enlace:

https://www.elcriterio.es/2023/10/04/el-islam-religion-de-la-paz/ , esta primera entrega del cuatro de octubre, la segunda del cinco y la tercera del doce de octubre de 2023.

Estos trabajos no son opiniones del autor, sino que se entresacan del mismo Libro de los musulmanes, el Corán.

Transcribimos del texto de la “Aetate” lo referido al Islam:

La religión del Islam

  1. La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia. Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María, su Madre virginal, y a veces también la invocan devotamente. Esperan, además, el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por ello, aprecian además el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por tanto, aprecian la vida moral, y honran a Dios sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno.

La “Aetate” olvida, o no considera, la verdadera esencia del Islam que es una religión de odio y de guerra con continuas llamadas a la guerra santa contra los no creyentes, la yihad y, como lo demuestran los cientos de guerras que los musulmanes han emprendido contra las naciones vecinas y su constante expansión en todos los continentes.

Sobre las guerras del Islam visiten la web del enlace:

https://imposture-bibliotheque-de-combat.over-blog.com/2018/10/l-islam-religion-d-amour-et-de-paix.html

Referencias recientes como el exterminio de los cristianos en Nigeria, el holocausto de los armenios por los turcos que se renueva ahora con los turcomanos del Azerbaiyán o la desaparición completa del imperio romano de oriente, de Constantinopla.

La “religión judía” según la “Aetate”:

Transcribimos el texto del papa:

La religión judía

  1. Al investigar el misterio de la Iglesia, este Sagrado Concilio recuerda los vínculos con que el Pueblo del Nuevo Testamento está espiritualmente unido con la raza de Abraham.

Pues la Iglesia de Cristo reconoce que los comienzos de su fe y de su elección se encuentran ya en los Patriarcas, en Moisés y los Profetas, conforme al misterio salvífico de Dios. Reconoce que todos los cristianos, hijos de Abraham según la fe, están incluidos en la vocación del mismo Patriarca y que la salvación de la Iglesia está místicamente prefigurada en la salida del pueblo elegido de la tierra de esclavitud. Por lo cual, la Iglesia no puede olvidar que ha recibido la Revelación del Antiguo Testamento por medio de aquel pueblo, con quien Dios, por su inefable misericordia se dignó establecer la Antigua Alianza, ni puede olvidar que se nutre de la raíz del buen olivo en que se han injertado las ramas del olivo silvestre que son los gentiles. Cree, pues, la Iglesia que Cristo, nuestra paz, reconcilió por la cruz a judíos y gentiles y que de ambos hizo una sola cosa en sí mismo.

La Iglesia tiene siempre ante sus ojos las palabras del Apóstol Pablo sobre sus hermanos de sangre, «a quienes pertenecen la adopción y la gloria, la Alianza, la Ley, el culto y las promesas; y también los Patriarcas, y de quienes procede Cristo según la carne» (Rom., 9,4-5), hijo de la Virgen María. Recuerda también que los Apóstoles, fundamentos y columnas de la Iglesia, nacieron del pueblo judío, así como muchísimos de aquellos primeros discípulos que anunciaron al mundo el Evangelio de Cristo.

Como afirma la Sagrada Escritura, Jerusalén no conoció el tiempo de su visita, gran parte de los Judíos no aceptaron el Evangelio e incluso no pocos se opusieron a su difusión. No obstante, según el Apóstol, los Judíos son todavía muy amados de Dios a causa de sus padres, porque Dios no se arrepiente de sus dones y de su vocación. La Iglesia, juntamente con los Profetas y el mismo Apóstol espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con una sola voz y «le servirán como un solo hombre» (Soph 3,9).

Como es, por consiguiente, tan grande el patrimonio espiritual común a cristianos y judíos, este Sagrado Concilio quiere fomentar y recomendar el mutuo conocimiento y aprecio entre ellos, que se consigue sobre todo por medio de los estudios bíblicos y teológicos y con el diálogo fraterno.

Aunque las autoridades de los judíos con sus seguidores reclamaron la muerte de Cristo, sin embargo, lo que en su Pasión se hizo, no puede ser imputado ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a los judíos de hoy. Y, si bien la Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, no se ha de señalar a los judíos como reprobados de Dios ni malditos, como si esto se dedujera de las Sagradas Escrituras. Por consiguiente, procuren todos no enseñar nada que no esté conforme con la verdad evangélica y con el espíritu de Cristo, ni en la catequesis ni en la predicación de la Palabra de Dios.

Además, la Iglesia, que reprueba cualquier persecución contra los hombres, consciente del patrimonio común con los judíos, e impulsada no por razones políticas, sino por la religiosa caridad evangélica, deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo yµ persona contra los judíos.

Por los demás, Cristo, como siempre lo ha profesado y profesa la Iglesia, abrazó voluntariamente y movido por inmensa caridad, su pasión y muerte, por los pecados de todos los hombres, para que todos consigan la salvación. Es, pues, deber de la Iglesia en su predicación el anunciar la cruz de Cristo como signo del amor universal de Dios y como fuente de toda gracia.

Sobre la “religión judía” no nos atrevemos a condenarla, ni a discriminarla y consideramos a sus creyentes como hermanos en CRISTO, sin embargo. la “Aetate” ignora que el judaísmo ortodoxo desde el siglo primero de la muerte de CRISTO, sigue en su secta mayoritaria -alrededor de un 93 % de los judíos actuales- las enseñanzas del Talmud que se opone de forma radical a nuestra FE y con frecuencia insulta a Jesús y a la Virgen María.

Tampoco es secreto que el judaísmo nunca se ha arrepentido de la crucifixión de Jesucristo, ni pide perdón por ello.

Los conocedores del Talmud afirman que la religión judía no tiene nada que ver, ni parecido alguno con el credo que profesaban Jesús, José y María.

Y, no es ningún secreto que ese judaísmo ortodoxo actual no cree en la otra vida y ese credo aleja el catolicismo de Roma de lo que la “Aetate” califica como “religión”.

El judaísmo actual según expertos conocedores y estudiosos afirman que su dios NO coincide con el nuestro, ni con ningún dios de bondad, sino que es el dios de las tinieblas, lucifer. Hoy, al judaísmo, NO se le puede considerar una religión.

Por otra parte, nuestros trabajos sobre la masonería concluyen de manera idéntica que el judaísmo es desde los remotos tiempos del nacimiento de las sectas, su autor, su inspirador y único dueño y si seguimos el razonamiento si el dios de la masonería -y nos remitimos a su papa, Albert Pike y su biblia masónica, “Moral y Dogma” donde se refiere a su dios, lucifer, el mismo que el judaísmo, lucifer.

Volvemos al primer artículo sobre “La ONU una institución luciferina y masónica” donde demostramos ese carácter y que la religión que promueven las Naciones Unidas es una religión secreta -que cada vez lo es menos- y es una creencia muy extendida entre las élites políticas, empresariales, culturales y artísticas, la religión del demonio, de lucifer.

El judaísmo actual NO sigue el antiguo Testamento y los pocos rabinos que lo siguen lo interpretan de forma muy diferente a la Iglesia de Roma.

En su apartado 5., la “Declaración” de Pablo VI abre una explicación sobre La fraternidad universal excluye toda discriminación…

Mencionar “la fraternidad universal” consiste en utilizar una expresión masónica que demuestra que el humo de satanás se encuentra muy dentro de la Iglesia y en las mentes de sus obispos y cardenales, incluso puede que también en las de los papas.

Sorprende que el término fraternidad se convierta en una palabra usual en el vocabulario de Roma sin tener en cuenta sus connotaciones extrañas a la Iglesia.

Dios Mediante, continuaremos en la cuarta parte analizando, de nuevo, las relaciones entre los papas y los organismos luciferinos como la ONU, sus filiales entre ellas la OMS y su tratado de pandemias y su remedio, las diabólicas vacunas, tan del gusto del difunto papa Francisco.

Sin olvidarnos de las inscripciones grabadas en la tumba de la madre de Pablo VI, Judith Alghisi que son unos símbolos difíciles de entender.

Que DIOS Nuestro Señor nos bendiga y nos proteja

VIVA CRISTO REY

DIOS, PATRIA y REY LEGITIMO

 

Iñigo Caballero

I. Caballero