El 2 de julio de 1522, fallecía en ALCALA DE HENARES, Antonio Martínez de Cala, quien tomó el nombre de su ciudad natal, Lebrija, (transcrito casi siempre como Nebrija). Nebrija revolucionó la Filología clásica y puso los sólidos pilares de la española. Además publicó trabajos de Historia, de Pedagogía, de Matemáticas, de Cosmografía, de Derecho y de Medicina.
Su obra tuvo gran influencia en el mundo universitario, español y europeo, siendo una de las cumbres del humanismo en España. Pero ocupa un lugar destacado en la historia por ser el autor de la primera “Gramática Castellana” en 1492, primera también entre las gramáticas románicas, a las que se adelantó en varias décadas y a las que sirvió de modelo.
En el prólogo de la obra se resume su concepción de la lengua y contiene las motivaciones que le llevaron a escribirla:
PRIMERO: cuando la Corona de España se extienda por otras regiones y tengan necesidad de nuestra lengua, la aprenderán con esta obra.
SEGUNDO: la lengua es compañera del Imperio.
TERCERO: la lengua está al servicio de la unidad de la nación.
CUARTO: fijar el uso del español para que, evitando posteriores cambios, pueda servir a la unidad nacional.
QUINTO: la lengua debe ser el vehículo fiel de transmisión a la posteridad de las hazañas y glorias culturales presentes.
Por su profundo conocimiento de las lenguas clásicas y del hebreo, por su sentido científico y aun político del idioma castellano, por su labor de maestro, por «su vasta ciencia, robusto entendimiento y poderosa virtud asimiladora” se le considera la más brillante personificación literaria de la España de los Reyes Católicos.
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