“El honor ha de ser la principal divisa del Guardia Civil; debe por consiguiente conservarlo sin mancha.

Una vez perdido no se recobra jamás”.

(Duque de Ahumada, Cartilla del Guardia Civil, 1845).

 

El ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza, de todo un General de División de la Guardia Civil, mientras el cabecilla de la trama, según fuentes policiales, un diputado del PSOE, al que obligaron a dimitir, deprisa y corriendo, evidencian que se está utilizando a la Benemérita como cabeza de turco de una presunta red de corrupción.

Conozco el Cuerpo desde mi infancia, adolescencia y juventud, pues la familia paterna poseía una casa de campo, “El Castesillo”, en la localidad natal, Laguarres, en el Altoaragón, donde paraban las patrullas de guardias civiles –números, se decía entonces-, desde el Cuartel de Benabarre, a 15 kilómetros de distancia.

Distancia que recorrían a pie, con unas capas largas, que teóricamente les protegían de las inclemencias, y a pie.

Allí podían descansar, beber agua, e informarse sobre cualquier asunto delictivo que se hubiera cometido en la comarca, presuntos maleantes que andarán por la comarca, etc.

Y normalmente se les daba algo de comida, pues eran muchas las horas que transitaban a la intemperie, con  frio o calor, en fin, soportando estoicamente las inclemencias del tiempo, y la dureza de los caminos.

Llevaban unos viejos máuser, que pesaban una barbaridad, y muchas veces les sorprendía la lluvia, nieve, etc., en su camino, y acababan empapados y tiritando.

Nunca oí quejarse a ninguno, y aceptaban la dureza de su trabajo, por la necesidad de mantener la ley y el orden en las zonas rurales de España.

Posteriormente, como funcionario público, juez y fiscal sustituto, tuve ocasión de tratar con oficiales, suboficiales, cabos y agentes –a Dios gracias, se abandonó el impersonal “números”-,  y en todos ellos, sin excepciones, pude conocer de primera mano el espíritu de sacrificio, la dureza de su trabajo, la falta de medios materiales, la existencia de Cuarteles que producían vergüenza ajena, por ver la indignidad en que tenían que vivir los Guardias Civiles, etc.

Con la modernización del Cuerpo, la informatización de su trabajo, la incorporación de un parque móvil, y la “manía” de hacer grandes cuarteles o comandancias, como si la guardia civil fuera el Ejército, cuando, a pesar de su carácter militar, la Benemérita se creó para mantener la ley y el orden en las zonas rurales, no en las capitales de provincia, y grandes ciudades…

En la provincia de Teruel, por ejemplo, conocí atracos que no pudieron prevenirse, ni detener a los culpables, pues el cuartel más cercano estaba a ¡70 kilómetros!, con unas carreteras de montaña, torcidas y retorcidas, en las que recorrer esa distancia, podía costar, perfectamente, una hora.

En cambio, en la capital había y hay una gigantesca Comandancia, con varios cientos de agentes, piscina climatizada, etc., pues a Luís Roldán le gustaba hacer grandes cuarteles, para generar así mayores comisiones o mordidas. (Otra explicación plausible, no encuentro).

Por cierto, Roldán, que se llevó hasta el dinero de la Caja de Huérfanos del Cuerpo, también era de la PSOE, y conviene no olvidarlo.

Ahora se pretende tapar la trama de “Tito Berni”, el  diputado del  PSOE, poniendo las tintas sobre el general, y supuestos amaños en obras de reforma en algunas comandancias y cuarteles.

Que no digo que no pueda ser cierto, ni pongo la mano en el fuego por nadie, a título individual, pero sí por la Guardia Civil, en su conjunto.

En un colectivo de más de 80.000 personas, es posible que pueda haber algún garbanzo negro, es más, estoy seguro de que así será.

La naturaleza humana es débil, las putas muchas, y la adicción a la cocaína, difícil de curar.

Pero eso sólo es la anécdota, no la categoría.

Y estoy seguro de que el Cuerpo, por la cuenta que le trae, será el primer interesado en depurar, penal y disciplinariamente, las responsabilidades a que haya lugar, pues le va su Honor en ello.

Como  dice la Cartilla: “Una vez perdido no se recobra jamás”.

Termino ya, no sin antes manifestar mi desprecio hacia el todavía ministro del interior, y la todavía directora general de la guardia civil, que no sólo no están defendiendo el Honor de la Benemérita, sino que actúan como punta de lanza o ariete contra el Cuerpo.

Ellos, y el gobierno social comunista en su conjunto, nunca podrán recobrar su honor, por la sencilla razón de que no lo tienen.

 

Ramiro Grau Morancho

Académico, jurista y escritor

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Ramiro Grau Morancho