El 20 de enero de 2021, Joe Biden se convertía en el cuadragésimo sexto presidente de los Estados Unidos. Su llegada a la Casa Blanca fue ensalzada por la progresía mediática como el regreso del progreso a EEUU, el fin de la inestabilidad en el país y el ocaso de los “tiempos oscuros” de Donald Trump.
Un año después, solo la protección de la élite progresista occidental puede silenciar el desastre manifiesto que está siendo Joe Biden como presidente. Un inquilino del Despacho Oval que está superando en sectarismo a su antiguo jefe de filas, el expresidente Barack Obama. Por fortuna, algunas de sus radicales medidas, o bien no han alcanzado los votos suficientes para ser aprobadas en las Cámaras, o bien han sido tumbadas por los tribunales.
Repasemos los hitos de Biden en este primer año como presidente, con una serie de palabras clave.
Crisis humanitaria en la frontera. La inacción de la Administración Biden ha llevado al colapso de la frontera entre EEUU y México, con la entrada de cientos de miles de inmigrantes irregulares. Y Biden ha profundizado la crisis humanitaria con la reapertura de los centros de detención de menores en Texas, lugares donde se retiene en jaulas inhumanas a los menores inmigrantes, “jaulas” que fueron introducidas en 2014 por el muy progresista presidente Barack Obama.
Crisis económica. En el plano económico, las medidas liberticidas de Biden contra la pandemia impiden la recuperación económica. La inflación sigue disparada, y en el mes de octubre, el índice de precios al consumo registró un incremento anual del 6,2%, la mayor subida en tres décadas. A ello se une el desabastecimiento, la escasez de mano de obra y alimentos, y los elevados costes del transporte.
Crimen y delincuencia. La crisis de criminalidad se agrava por la violencia del movimiento marxista Black Lives Matter (BLM) y del grupo anarquista Antifa, que llenaron de terror las calles de EEUU y que, durante las pasadas elecciones presidenciales, ejercieron de guerrilla callejera contra el entonces presidente Donald Trump, aupados bajo el manto del candidato presidencial del Partido Demócrata, Joe Biden, y de su formación política, así como de la progresía mediática. Y el aprendiz de brujo Biden ha generado que EEUU sufra en el período 2020-2021, el mayor incremento de homicidios, violaciones y asaltos en la historia reciente. La inseguridad tiene como epicentro las grandes ciudades controladas por los demócratas, que en vez de combatir a los criminales, han reducido la financiación de los cuerpos policiales.
Política exterior. Los EEUU de Biden se han marcado un fracaso tras otro, por su propio sectarismo. En primer lugar, en Afganistán, la imprevisión de la Casa Blanca hizo que los fanáticos talibanes retomaran el control del país. En Oriente Medio, la Administración Biden renunció a los Acuerdos de Abraham, que se adoptaron en 2020 durante la presidencia de Donald Trump, y que suponían el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Emiratos Árabes Unidos y Bahrein con el Estado de Israel. Y no dejan de aumentar los frentes por la cobardía de Biden. Por un lado, China se encuentra cada vez más cerca de convertirse en la primera potencia mundial y mientras Rusia amenaza con invadir Ucrania, Biden se limita a amenazar con patéticas sanciones económicas, que poco o nada preocupan al presidente ruso, Vladimir Putin.
Vacunación obligatoria. El presidente Biden ha utilizado la pandemia para restringir al máximo los derechos fundamentales. Así, ha introducido la vacunación obligatoria por medio del mandato que obliga a las empresas de más de cien empleados a vacunar a sus trabajadores o a exigirles test regulares, bajo pena de multas para las compañías que se nieguen a aceptarlo. Dicha medida fue rechazada por el Senado de EEUU, con la totalidad de los republicanos votando en contra, a los que se unieron dos senadores demócratas. Biden anunció que utilizaría el veto presidencial para anular la decisión de la Cámara Alta, pero en el ínterin, el Tribunal Supremo de EEUU anuló el mandato de vacunación obligatoria por restringir las libertades de los ciudadanos estadounidenses.
Democracia y sistema electoral. El presidente Biden pretendía alterar las reglas del Senado, para imponer su fraudulenta reforma electoral, como ya explicamos la semana pasada. En esta ocasión, Biden no se ha salido con la suya y el Senado ha rechazado dicha propuesta en una votación de 52 a 48, donde a los cincuenta senadores republicanos que han votado en contra, se han unido también los senadores demócratas Manchin y Sinema. Como los demócratas se caracterizan por ser un partido progresista y dialogante, Manchin y Sinema han sido amenazados por sus compañeros de filas, y la vicepresidenta Kamala Harris, ha afirmado que no les perdonará por votar con los republicanos el rechazo a esta medida. No obstante, yo no me preocuparía mucho por perder el favor de Kamala, el electorado estadounidense no la soporta.
Educación. Durante este año, el presidente Biden ha fomentado el adoctrinamiento en las aulas, a través de su secretario de Educación, Miguel Cardona, que persigue la implantación en los colegios de la denominada “critical race theory” o “teoría crítica racial”, para defender la “justicia racial” y luchar contra el “racismo sistémico”. Dicho más claro, persigue el fomento de la ideología radical del movimiento marxista Black Lives Matter (BLM) y semejantes en los centros educativos. Para apuntalar este objetivo, se ha iniciado la persecución de los padres objetores, a través de la Fiscalía General, dirigida por el progresista Merrick Garland.
Energía. En política energética, Biden ha asumido los postulados del ecologismo radical, a través de su proyecto estrella “Build Back Better” (“Reconstruir Mejor”), con el que persigue el fin de la industria del gas y el petróleo y la apuesta por las energías renovables, como el culmen de su política energética. Un proyecto que, de momento, no cuenta con los votos suficientes para ser aprobado, dada la oposición de la totalidad de los republicanos y de algunos legisladores demócratas, y que supondría un claro golpe al mercado laboral estadounidense, por cuanto, según los estudios, solo 2 de cada 18 puestos de trabajo del sector petrolífero y gasista pueden adaptarse a las energías renovables, lo cual sería letal para Estados como Pensilvania, Ohio o Virginia Occidental.
Y los datos hablan por sí mismos, la popularidad de Biden está por los suelos, con una amplia mayoría de estadounidenses que rechazan su gestión. Su único consuelo es que la vicepresidenta, Kamala Harris, quien podría hacerle sombra, es todavía más impopular que él.
Y algo más importante, tras solo un año en la Casa Blanca, el denostado y vilipendiado expresidente Donald Trump ya es más popular en EEUU que el bendecido Biden…
La figura de Biden preocupa y mucho a los demócratas, porque hay elecciones a finales de noviembre, donde se renueva la totalidad del Congreso y un tercio del Senado, y los progresistas corren el riesgo de perder el control de ambas Cámaras en favor de los republicanos.
Biden ha tenido uno de los peores primeros años de la historia para un presidente estadounidense, algunos no dudan en compararle con Jimmy Carter, también expresidente demócrata, considerado como el peor de la historia reciente.
Ignacio Aguirre
Publicado en Hispanidad – 22/01/2022
Biden cumple un año en la Casa Blanca…y ya parece un pato… (hispanidad.com)