En esta segunda parte del artículo iniciado con el nombre de EL FINAL DE UNA UTOPÍA, continuamos viendo esta temática desde el lugar en donde me ha tocado vivir, por la gracia de Dios, en el Sur de las Españas, en la Argentina.

Me resultaría imposible ubicarme en otro espacio de las Españas porque no vivo en esos lugares, y mi aporte austral lo sumo a los aportes de otros hermanos hispanos que darán desde otras latitudes. Aclaro esto para que puedan comprender la perspectiva desde donde hablo y brindo este pequeño aporte.

En 1982 se libró una épica guerra en el Atlántico Sur entre la Argentina y Gran Bretaña, ésta apoyada por los EEUU y la OTAN.

Desde el 2 de abril hasta el 14 de junio en que cesaron los combates, los ojos atónitos de los señores del mundo vieron jaqueada la Royal Navy y apaleados sus soldados en la turba malvinera.

Pero podríamos caer en el error de considerar este enfrentamiento, no como una gesta de un pueblo hispano, sino como un acto trasnochado de un gobierno militar sudamericano que hace sus últimos esfuerzos de posicionarse para no caer de su sitial. Porque esto es lo que los servicios de inteligencia británica quieren instalar a través de sus usinas informativas acompañadas por la verborrea de los cipayos que, en Argentina y otros lados, están siempre dispuestos a repetir lo que sus amos les dictan.

Sean cuales hayan sido las verdaderas y reales intenciones de quienes tomaron la decisión de recuperar nuestras Islas Malvinas, la realidad es que a las primeras horas de ese glorioso 2 de abril de 1982, a medida que la población argentina se enteraba de la noticia, explotaba en una sana y contagiosa algarabía de Vivas a la Patria, Vivas a las Malvinas Argentinas.

Pruebas y testimonios irrefutables de este júbilo generalizado los encontramos en los diarios de la época, las grabaciones de audio y de video, de radios y canales de televisión. Si alguno tiene duda, simplemente relea los diferentes diarios de la época. Vea los videos de los canales de televisión. Pruebas de este contagioso entusiasmo son la cantidad de nacidos durante esos días a quienes se les puso nombres como Soledad, Malvinas, Blanca, Celeste, etc. Pruebas de ello son la cantidad de calles y plazas, inclusive un Municipio, a los que se dio el nombre de Malvinas, al punto que el gobierno tuvo que publicar un Decreto para frenar este entusiasmo que desbordaba todo.

Queda pendiente otros artículos para desglosar más elementos propios de esta gesta maravillosa, pero hoy vamos a ver que la Gesta de Malvinas no es algo fuera de lugar, fuera de contexto, fuera de sentido. Por el contrario, la gesta de Malvinas es otra de las tantas patadas recibidas por el trasero del león británico en estas tierras del Atlántico Sur.

Cuatro grandes hitos podemos considerar en la lucha de la Hispanidad contra la pérfida Albión en estos lares:

1806 Reconquista de Buenos Aires ocupada por los ingleses

1807 Defensa de Buenos Aires frente a la 2ª invasión inglesa

1845-1850 Bloqueo anglo francés con centro en la batalla de Vuelta de Obligado

1982 Gesta de Malvinas

En todos ellos y en la historia de la Argentina, como de los pueblos hermanos hispanoamericanos, se da un accionar disolvente que es la labor del Foreing Office británico y la labor perversa de las Logias Masónicas al servicio del extranjero operando en los minúsculos cerebros y debilitadas voluntades de nativos dispuestos a venderse por nada.

Es interesante el profundizar en cada uno de estos pasos, lo que se hizo, lo que sucedió, sus consecuencias, inclusive cómo se prepararon estos hechos. Pero esto es material para próximos artículos. En éste vamos a hacer un paneo general de este cuadro.

El 25 de junio de 1806 el almirante Home Riggs Popham y el general William Carr Beresford desembarcaron en las  costas de Ensenada y poco luego se adueñaron de la Ciudad de la Santísima Trinidad, puerto de Santa María de los Buenos Aires. Comenzaba la efímera gobernación de Beresford sobre la pretendida colonia inglesa de Buenos Aires.

Desgraciadamente varios criollos y españoles que habitaban esta tierra entraron en juego con los intereses británicos y hubieran consolidado la ocupación británica si no hubiera sido por el gran guerrero que fue Don Santiago Antonio María de Liniers y Bremond, Caballero de la Orden de San Juan y Montesa. Horrorizado de ver que el Santísimo Sacramento debía ser llevado velado por las ofensas de los herejes hizo voto a la Virgen del Rosario de ofrendarle las banderas del invasor si le podía derrotar. Victoria que sucedió el 12 de agosto y promesa que cumplió.

El 5 de julio de 1807 sucedió la segunda invasión inglesa intentando tomar Buenos Aires, pero la defensa gloriosa de la ciudad encabezada por Liniers, Martín de Alzaga, Alcalde de primer voto y otros bravos logró derrotar y conseguir la rendición de las poderosas fuerzas inglesas al mando del general John Whitelocke.

A pesar de estas derrotas tremendas sufridas por los ingleses, continuaron con sus maniobras de dominación, ya no por las armas sino, según recomendaba Beresford, por la diplomacia y los acuerdos comerciales.

Así tendremos en adelante una serie de hechos que van a llevar a la secesión y fragmentación de estas tierras separándolas de la corona española y quedando bajo la órbita del Foreign Office y la economía inglesa.

Una imagen de ello es el fusilamiento de Liniers quien se oponía a la Junta de Buenos Aires desde Córdoba. Capturado por una columna enviada allí por orden de la Primera Junta, fue llevado a Buenos Aires. Para evitar que llegara a la ciudad otra columna enviado por Moreno a las órdenes de Castelli se hizo cargo de él y sus compañeros para fusilarlo como lo ordenó esa primera Junta (excepto Alberti que se negó a firmar esa orden por ser sacerdote). Quien dio las órdenes de fuego fue Domingo French y el pelotón estaba compuesto de soldados ingleses. Era el 26 de agosto de 1810, en cabeza del Tigre, Córdoba, donde soldados ingleses fusilaban al que los derrotó en 1806 y 1807.

Sin embargo una situación diferente se dará entre el 2 de agosto de 1845 y el 31 de agosto de 1850 en que estas tierras sufrirán el Bloqueo anglo-francés, conocido también con el nombre de la Guerra del Paraná. Ya había habido otra agresión antes cuando el 3 de enero de 1833 barcos de guerra ingleses ocuparon las Islas Malvinas reduciendo y expulsando la pequeña dotación argentina que allí se encontraba.

En el Gobierno de la Confederación ya no se encuentra ninguno de los amigos de los ingleses o masones, sino que está el Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas quien con hidalguía y coraje se enfrenta a las dos mayores potencias imperialistas del mundo y no da el brazo a torcer. Se suceden innumerables combates entre los que destacamos el del 20 de noviembre de 1845 en la Vuelta de Obligado. Y aunque la flota anglo francesa puede seguir navegando, les resulta tan sangriento y oneroso ese viaje que desisten y se retiran.

Finalmente se firmó el Tratado Arana-Southern por el que Gran Bretaña reconocía su derrota en 1849, el buque insignia de la flota inglesa delante del puerto de Buenos Aires arriaba su bandera, izaba la argentina y la saludaba con 21 cañonazos. En 1850 se firma el Tratado Arana–Lepredour con los franceses.

Claro que la cosa no la pueden dejar así y poco después el 3 de febrero de 1852 las tropas del traidor y masón Urquiza con tropas de Brasil y el oro de Francia e Inglaterra derrotaban a Rosas y concluían con su digno mandato y el camino que comenzaba a llevar la Confederación Argentina.

La recuperación de las Islas Malvinas el 2 de abril de 1982 y la guerra con Gran Bretaña apoyada por EEUU y la OTAN que se libró entre el 1 de mayo y el 14 de junio, es un jalón más en este interminable enfrentamiento hispano británico.

Como me decía claramente un sacerdote hace pocos días: es una lucha teológica entre la hispanidad defendiendo la Tradición Católica, y Gran Bretaña embanderada de las fuerzas oscuras de la Masonería manifiestas hoy día en el llamado Nuevo Orden Mundial.

Por ello la Hispanidad no se podrá reconstruir, de una manera novedosa y actualizada, mientras los hispanos no nos decidamos de una vez por todas a vivir nuestro catolicismo de una manera íntegra que abarque no sólo nuestra vida personal sino que ilumine también la vida social y política, nacional e internacional.

¡¡Inmaculada Madre de Dios apiádate de tus hijos y ayúdanos en estos tiempos!!

 

Alberto Mensi

Alberto Antonio Mensi