In memoriam de las cinco hermanas asesinadas en 1936
Marchando una de memoria histórica
El 17 de julio de 1936 (sí, el 17) se produjo el alzamiento militar de Francisco Franco, el general más joven de Europa por entonces. No es el objeto de este escrito el juzgar la justicia o no de este hecho, cosa que da de por sí para varios libros. Lo que nos ocupa, en este caso, es simplemente poner en contexto un caso concreto de los muchos que se produjeron en España, concretamente en Cataluña, relativos a la persecución religiosa. Miles de católicos, seglares y del clero, fueron detenidos, torturados y asesinados por el simple hecho de serlo, en ocasiones con extrema crueldad. El alzamiento fue derrotado en Barcelona y se desató una verdadera caza por parte de los «demócratas» republicanos, particularmente de los revolucionarios izquierdistas contra todo aquel «sospechoso» de ser de derechas y/o católico.
Los quehaceres diarios de un servidor le hicieron pasar por una carretera que va de Barcelona a Sant Cugat del Vallés, observando a la altura de Vallvidrera, en una curva, un pequeño monumento coronado por una cruz. La curiosidad hizo que este juntaletras aficionado se interesara por dicho obelisco y hete aquí que se encuentra uno escribiendo sobre la historia que nos recuerda: el martirio de cinco monjas dominicas del convento sito en su día en la calle Trafalgar de Barcelona por el simple hecho de ser eso, monjas, católicas, buenas siervas de Dios que fueron víctimas del odio a la Fe.
En los días posteriores al 17 de julio, se extendió en la zona republicana una revolución marxista y anarquista se desató un clima de terror contra todo aquel que fuese simplemente sospechoso de no ser afecto a la República. Quedó prohibido el oficio religioso; la inmensa mayoría de iglesias de la diócesis de Barcelona fue destruida, así como un patrimonio artístico de valor incalculable, también destruido o robado.
Y es en este ambiente en el que estas cinco monjas fueron detenidas por unos milicianos anarquistas de la FAI el 27 de julio de 1936. Estaban escondidas en un piso y los ácratas se presentaron allí. Al llamar una a otra «madre» en presencia de una miliciana prácticamente se delataron. Fueron conducidas a un piso del barrio de Gracia, donde las conminaron a abandonar sus hábitos y a renegar de su fe, cosa que con entereza se negaron a hacer. Las introdujeron de nuevo en un camión y les hicieron creer que las llevarían de nuevo a la calle Trafalgar pero, al ver que el camión hacía el camino de subida, en sentido contrario al debido, entendieron que algo no iba bien. Las hicieron bajar en un recodo de la carretera antes citada conocido como «el Fero». Allí, los milicianos anarquistas dispararon y mataron a tres de las hermanas de un tiro en la cabeza (Adelfa Soro Bó, Teresa Prats Martí y Ramona Fossas Románs), pero la misma miliciana que las había interrogado, en un ejercicio de crueldad, pidió a sus compañeros que no las mataran tan rápido, que sufrieran. Así, las dos que quedaban, Otilia Alonso González y Ramona Perramon Vila, recibieron un tiro en el estómago y fueron abandonadas para que se desangraran junto a los cuerpos de sus compañeras. Los tiros llamaron la atención en el vecindario de Vallvidrera y dos vecinos acudieron a ver qué pasaba, procurando auxilio a las víctimas y trasladándolas a un hospital provisional de la Cruz Roja cercano. Otilia sobrevivió lo justo para contarle a un médico lo sucedido y procurarle la dirección de su familia con el fin de que se lo contara; antes de morir, pidió una medalla para rezar. Ramona Perramon sobrevivió aun unas horas más durante la noche del 27 al 28 y, gracias a su testimonio, conocemos esta historia. Fueron beatificadas el 28 de octubre de 2007 y la curva donde recibieron los disparos se conoce hoy como ‘el revolt de les monges’.
El pequeño monolito que honra su memoria consta de varias inscripciones, que rezan lo siguiente:
«Aquí dieron la vida en testimonio de su fe el 27 de julio de 1936 las R.R. Dominicas de la Anunciata. Adelfa Soro Bó, Teresa Prats Martí, Ramona Fossas Románs, Ramona Perramon Vila, Otilia Alonso González. Sus Hermanas de congregación, en recuerdo.”
Que su memoria y su ejemplo, como el de tantos otros mártires, no caiga en el olvido.