Se acaban de aprobar unos Presupuestos Generales del Estado que son, como siempre desde hace 40 años que llevamos padeciendo el nacionalismo periférico, vuelcos de dinero, prebendas, exenciones y cupos fiscales especiales dirigidos a llenar los bolsillos de las élites indepes.

Porque es a donde va realmente el dinero cuando se habla de la distribución autonómica… Sí, puede que vean alguna mejora, por ejemplo, los ciudadanos catalanoespañoles en los trenes de Rodalíes, mientras sus compatriotas extremeños siguen usando tendidos ferroviarios de la segunda mitad del siglo XIX, pero por medio se desvía a los astronómicos sueldos de los trabajadores indepes de la Generalitat, o de las empresas privadas concesionarias a dedo de sus obras.

Se da además la paradoja, de que las infraestructuras de conexión entre España y el resto de Europa, son los collares estranguladores con los que juega el independentismo. Desde siempre y hasta las algaradas de 2017, la baza de los indepes ha sido cortar la comunicación y tráfico de mercancías y pasajeros a su paso por Cataluña, despreocupándose si las empresas que los elevaban al primer puesto en la generación de riqueza de España se trasladaban a otras regiones de nuestro país, hasta el punto de quedar hoy (tras un proceso de 40 años en caída) en el segundo y seguir bajando. Les da lo mismo que eso conlleve la pobreza y el exilio de los residentes de Cataluña que no sean paniaguados en la administración o las concesionarias privadas privilegiadas a dedo.

Y pretenden seguir con la misma herramienta de presión, ya que, si hay algo en lo que se preocupan los narcisos indepes, aparte de su propio ombligo, es en el desarrollo del llamado «Corredor Mediterráneo» por un solo lugar, el suelo catalán. Aunque desde hace años, y más desde los sucesos de 2017, los transportistas de toda Europa piden la conexión por ferrocarril y autovía entre España y Francia por Somport. El final de una obra que lleva al ralentí tres décadas, gracias a la presión de los indepes para que no se acabe (lo que se puede consultar en cualquier Medio), y la sumisión de los Gobiernos Centrales a los indepes.

Es necesario, es urgente, terminar el Corredor de Somport. 

Europa va a tener que, por enésima vez, aprobar ayudas a la economía española, tanto por la mala gestión de gobiernos propios, como por la sumisión a la que han estado obligando los supuestos gobiernos benefactores del norte.

El Corredor de Somport acorta en bastantes kilómetros todos los trayectos desde las regiones de España hasta Francia, salvo el caso de Cataluña (pero ellos ya tienen la N-II) porque desde Huesca y Zaragoza se deriva al entramado de autovías del Norte y Noroeste, y acorta los enlaces con el Sur y Centro por la N-II, y con el Levante por la Autovía Mudéjar. Termina de afianzar el desarrollo del polo industrial de Zaragoza y creará el de Huesca. Supone ahorro en los costes al esquivar los peajes catalanes, y atraviesa zonas políticamente estables.

Y, finalmente, deja a los indepes sin su arma preferida para la extorsión.

La construcción, con la tecnología que dispone hoy España, no es ni tan cara, ni debe suponer ninguna agresión ambiental a los valles pirenaicos, lo que preocupa, mucho y con razón, a los oscenses y a los franceses del Valle de Aspe. Para evitar el impacto ambiental, la mayor parte de los tramos de la autovía y la conexión ferroviaria tienen que ir dentro de túneles, y España es líder mundial en la construcción de túneles con máquina tuneladora, teniendo la experiencia reciente de haber atravesado con un túnel ferroviario doble la Sierra de Guadarrama, de 30 km cada uno. Los escombros se retiraron con cintas transportadoras, evitando el trasiego de camiones, para acabar tapando canteras abandonadas. Se puede hacer, y prácticamente sin impacto ambiental, hasta conectar en Pau con las autovías francesas.

Alberto Grasa

Publicado en www.ladialecticanacional.es -24/01/2021-

 

 

 

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