Quisiera comenzar explicando para los profanos que los empleos de los Oficiales Generales de la Guardia Civil, empezando por el más bajo y finalizando por el superior, son los de General de Brigada, General de División y Teniente General. Antiguamente en el ascenso de un Coronel a General de Brigada se tenia en cuenta su antigüedad, pero este criterio fue abandonado durante la transición por el entonces Teniente General D. Manuel Gutiérrez Mellado, a la sazón Ministro de Defensa y Vicepresidente primero del Gobierno para Asuntos de la Defensa de España, con el fin de impedir el ascenso al generalato de aquellos militares que consideraba vinculados al régimen franquista. Actualmente, y en el caso concreto de la Guardia Civil, de acuerdo con la Ley 29/2014, de Régimen de Personal de dicho instituto, para el ascenso de un Coronel a General de Brigada, es necesaria una evaluación que realiza el Consejo Superior de la Guardia Civil; esta evaluación se eleva al Ministro de Defensa quien, tras oír al Ministro del Interior, propone al Consejo de Ministros al candidato si lo considera adecuado y, en caso de aprobarse el ascenso por dicho Consejo, se concede éste por Real Decreto. Es decir que, sin menospreciar la carrera profesional del oficial ascendido, que puede ser muy brillante, los distintos gobiernos casi siempre ascienden a personas ideológicamente cercanas al partido en el poder. Así, parece que no se ha conseguido totalmente la imparcialidad política que buscaba aquel viejo general; de hecho, yo recuerdo cómo en mi época académica se afirmaba que los generales eran “políticos de uniforme”.
El 9 de marzo de 2018, el Ministro del Interior Juan Ignazio Zoido, del Partido Popular, nombra Jefe de Estado Mayor de la Guardia Civil al General de División D. José Luis Arranz Villafruela. Este oficial general era considerado como muy católico, por lo menos por ciertos sectores de izquierda. El 25 de enero de 2019 se publica el Real Decreto por el que se asciende a General de Brigada al Coronel D. José Manuel Santiago Marín, siendo Ministra de Defensa Margarita Robles, del Partido Socialista Obrero Español. El 13 de febrero de 2019, el Ministro del Interior Grande Marlaska, de nuevo del PSOE, destina al General Santiago Marín al Estado Mayor del Mando de Operaciones de la Guardia Civil, como segundo Jefe. De nuevo Grande Marlaska, siendo Ministro del Interior en funciones, el 12 de noviembre de 2019 cesa, sin razón aparente, al General Arranz como Jefe de Estado Mayor de la Guardia Civil, asumiendo desde entonces sus funciones el General Santiago Marín.
Con todo esto quiero exponer que, sin despreciar para nada su brillante carrera en la Guardia Civil, dedicada, entre otras cosas, a la lucha antiterrorista y a misiones en el extranjero, el ascenso al generalato de D. José Manuel Santiago ha estado muy vinculado a los gobiernos socialistas, es más, parece ser que dentro del cuerpo es considerado como un hombre de plena confianza del ministro Grande Marlaska.
El pasado domingo 19 de abril, en una rueda de prensa, este general afirmó que, en relación con ciertas informaciones que ellos consideran bulos, estaban trabajando con sus especialistas a través de la jefatura de información con los objetivos de “evitar el estrés social que producen todas estas series de bulos y otra de las líneas de trabajo es también minimizar ese clima contrario a la gestión de la crisis por parte del gobierno”. Esta frase ha dejado estupefactos a muchos ciudadanos que llevaban tiempo observando la existencia de censura desde el gobierno utilizando la mediación de ciertas empresas privadas (Newtral, Maldita, …) vinculadas a la izquierda y encargadas de controlar aquello que se intenta difundir a través de ciertas redes sociales, como WhatsApp y Facebook; pero ahora estaban oyendo en directo que los servicios de información de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad también estaban dedicándose a esa labor.
Pero ¿Cuál es la razón que llevó al general Santiago a decir tal cosa? Existen varias posibilidades.
La primera es que el general estuviese intentando advertir a los ciudadanos de aquello que, de forma confidencial, se estaba haciendo. Esta opción parece poco probable porque constituiría una deslealtad hacia aquellos a los que tanto debía por su ascenso y su destino y que tanto habían confiado en él; además, el hecho de revelar las actuaciones de los servicios de información podría vulnerar la ley de secretos oficiales y constituir delito.
La segunda es que el general recibiese órdenes del poder político de hacer tal advertencia. La finalidad de esto sería provocar disuasión en los ciudadanos que van a reprobar al gobierno en las redes sociales, disminuyendo el tráfico de críticas por estos medios. Esto podría evidenciar la falta de eficacia real de los servicios de información para controlar dicho tráfico o, simplemente, suponer una reducción del personal dedicado al control de tales redes para dedicarlo a otras labores. Es la estrategia del miedo, y suele funcionar aceptablemente.
La tercera es que se tratase de un lapsus, es decir, que el general expresó lo que pensaba y no lo que debía decir; hay quien considera que esto es poco probable, pues afirman que en ese momento el Jefe de Estado Mayor de la Guardia Civil está leyendo su discurso. Repasando el video, y aunque de vez en cuando bajaba la cabeza, a mi me da la impresión de que no lee lo que dice, aunque quizá, como mucho, ojea alguna nota.
La cuarta es que se equivocase y utilizase la palabra “gobierno” donde debería haber dicho “Estado”. Pero ¿realmente importa este error? Se trataría de una diferencia meramente semántica que estaría haciendo referencia a lo mismo y no afectaría a la gravedad del problema.
Cabe destacar que el general no ha desmentido o corregido sus palabras lo que, tácitamente, supone reafirmarse en ellas; ante la situación provocada por sus declaraciones, se ha limitado a afirmar que: “En mis 40 años de profesión, de servicio en la lucha contra ETA, desde la academia, en misiones en el extranjero, en El Salvador, en Bosnia, en Libia, y ahora en la lucha contra esta pandemia, si hay una cosa que he aprendido es que lo primero son las personas, no hay ideologías. Todos los que estamos aquí somos un equipo”. A esto cabe añadir que ya anteriormente, el día 15 de abril, el mismo general había enviado un correo electrónico a las Comandancias de la Guardia Civil de toda España y a las unidades especializadas en materia cibernética solicitando datos para realizar un informe monográfico y tratarlo con el ministro que, en su punto quinto ya habla de “Identificación, estudio y seguimiento en relación con la situación creada por el COVID-19 de campañas de desinformación, así como publicaciones desmintiendo bulos y fake news susceptibles de generación de estrés social y desafección a instituciones del Gobierno”. Parece que esta reiteración y la falta de desmentido dejan pocas posibilidades a cualquier opción de que se haya cometido ningún lapsus; más bien, por el contrario, parece que estamos ante declaraciones realizadas así de forma voluntaria y calculada.
Como consecuencia de todo ello, y dado que no creo en la deslealtad ni en el error, tengo la impresión de que se trata de algo declarado voluntariamente para que nos sintamos controlados, al recordarnos a todos la obviedad de que el Estado nos vigila. Al fin y al cabo, como afirmaba en el año 2003 Nacho García Mostazo, en relación con su libro Libertad Vigilada: El espionaje de las comunicaciones (S.A. Ediciones B, Barcelona, 2002), “Se supone que la Policía puede pinchar comunicaciones sólo por orden de un juez instructor. En el libro cuento que algunas veces lo hacen, aunque el fruto de sus investigaciones nunca podrá presentarse ante un tribunal. Es grave, pero ocurre (presuntamente)”.
C. R. Gómez