Las contradicciones que se están produciendo por parte de los poderes públicos respecto al coronavirus son enormes.
Se genera una enorme alarma social por una infección vírica que produce muchas menos muertes que la gripe normal, entonces; si el número de afectados y fallecidos es tan pequeño ¿a qué viene esa alarma social? y, si la alarma social está justificada ¿nos están mintiendo en el número de fallecidos?
Se asegura que su origen está en unos chinos que comían murciélagos o perros, y que en verano se pasará porque le afectan las temperaturas elevadas, pero entonces ¿por qué no le mató la temperatura al cocinar esos animales?
Se pospone hasta octubre una maratón en Barcelona para evitar contagios, pero se mantuvieron las manifestaciones y mítines del día 8 de marzo ¿no estarán más sanos los atletas que los manifestantes y políticos?
Se toman medidas excepcionales para afrontarlo, se cierran colegios y universidades, se recomienda a la gente no besarse ni darse la mano e, incluso, hay quien propone que en la iglesia no se dé la paz y no se comulgue en la boca, sino en la mano (esto último no lo lograrán conmigo). Sin embargo, curiosamente, no se cierran páginas web ni aplicaciones de contactos, ni clubs de alterne ni casas de citas, pero ¿no será más fácil infectarse con estas personas y lugares que yendo a clase o a la iglesia?
Además, aseguran que los niños no lo sufren, pero lo transmiten, y que son los mayores quienes más lo sufren pero, con el cierre de los colegios, de los niños se van encargar sus abuelos; así, curiosamente, se está poniendo en contacto a la población transmisora (niños) con la más afectada (mayores).
Por último, me llega la noticia de que se han suspendido peregrinaciones a Lourdes y cerrado las piscinas ¡Qué curioso! Antes la gente peregrinaba a Lourdes (o a otros lugares sagrados) cuando estaba enferma; ahora se les impide peregrinar porque pueden estar enfermos (¡o cogerlo allí!).
Los problemas se afrontan con la verdad por delante, confiando en Dios y utilizando los medios que Él ha puesto a nuestra disposición y que son descubiertos por la ciencia. Pero me parece que estamos perdiendo un poco el norte, un mucho la fe y dejándonos caer en la dictadura de lo políticamente correcto, y así no se soluciona nunca nada.
C. R. Gómez