¿Alguna vez se ha planteado qué herencia va a dejar a sus hijos y nietos…?

Pues yo se lo diré:

Una España al borde de la desaparición, con mucha inseguridad pública, y las calles llenas de delincuentes, nacionales y foranos.

Una herencia en deuda pública, prácticamente impagable, con lo cual escasamente pagaremos el servicio de la deuda, es decir, los intereses, y poco más…

Las cargas públicas son impagables, con lo cual  somos la presa fácil de los usureros universales: que debas tanto dinero que no pueden pagarlo, solamente los intereses, con lo cual te tienen totalmente esclavizado, y trabajando para ellos.

Ya sabemos cómo se llaman esos señores, pero no voy a nombrarles, pues hoy en día, hasta toser es delictivo.

Una población de cincuenta millones de habitantes, y creciendo, con ocasión y como consecuencia de la gran invasión y okupación de nuestra Patria, a manos de los marroquíes, argelianos,  colombianos, etc. En definitiva, lo mejor de cada casa.

Esta mañana decían por radio nacional, que ni es nacional ni mucho menos de España, que más de ocho millones de nuestros convecinos habían nacido en el  extranjero…

Y eso sin contar con que aquí prácticamente regalamos la nacionalidad española, es decir, que hay varios millones más de españoles procedentes del extranjero, países hispanoamericanos, casados con españolas, o padres de un hijo español, menas –menores no acompañados-, a los que acogemos y tratamos como al hijo  pródigo, etc.

En 1975, año en que murió Franco, España tenía treinta y cinco millones de habitantes, y setecientos mil funcionarios.

Ahora tenemos cuarenta y ocho millones trescientos y pico mil habitantes, y más de tres millones y medio de empleados públicos, y les llamo así pues la mayoría no son realmente funcionarios, sino empleados laborales, interinos, enchufados, nombrados a dedo, altos cargos, que en la mayoría de los casos son realmente altas cargas…

Toda esa troupe es una herencia envenenada para nuestros hijos y nietos, que tendrán que trabajar para ellos, como esclavos del siglo XXI, y mantenerles, aunque no produzcan nada, y sean más  una rémora para la economía que otra cosa.

Tanto la gigantesca y millonaria deuda pública, que va creciendo cada minuto que pasa, como el número de empleados públicos, que tampoco para de aumentar, son y serán la losa mortuoria sobre nuestros herederos.

Herederos que, al paso que vamos, solo heredarán miseria.

Y que maldecirán nuestras tumbas, y llorarán por nosotros, al no haber sabido defender a España como hombres de honor.

 

Ramiro Grau Morancho

Académico, jurista y escritor

https://www.graueditores.com

Ramiro Grau Morancho