Tenía 18 cuando murió Franco, y siempre pensé que la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado era un acierto, y también la designación de don Juan Carlos como sucesor, en detrimento de otras ramas de los Borbones, como por ejemplo don Alfonso de Borbón y Dampierre, muerto en extrañas circunstancias en USA, y con idénticos derechos que “Carlitos”.
Pensaba que la monarquía iba a dar estabilidad, seguridad, a una nación donde abundan los extremismos, y las posturas políticas son demasiado radicales. Ya decía Unamuno, y tenía mucha razón, que en España, de cada diez cabezas, nueve embisten, y solo una piensa.
Hoy en día, con la nula educación en la mayoría de las familias, y un sistema de enseñanza para bordelines, con las mínimas exigencias posibles, creo que ese diez por ciento de cabezas pensantes, es excesivo.
No creo que haya más de un dos o un tres por ciento…, y en franco retroceso.
Don Juan Carlos reinó durante casi cuarenta años, igual que Franco, solo que éste nos colocó como octava potencia del mundo, después de una guerra civil que desbastó todo, y el Borbón estableció la corrupción y la decadencia, como formas de gobierno.
Putas, pagadas con dinero público, comisiones por la compra de crudo a sus “hermanos árabes”, y mordidas millonarias a las grandes empresas que conseguían obras en el exterior.
Al parecer, trabajar a favor de los intereses de las empresas españolas no entraba en sus funciones como Rey y Jefe del Estado, y debía ser pagado en efectivo, o en paraísos fiscales, para no tener que pagar nada a la Hacienda Pública.
¡Debía de pensar que los grandes “patriotas” como él, y todos los huidos al extranjero, para escapar del fisco nacional, demostraban su patriotismo de hojalata no aportando ni un céntimo de euro a la caja del Tesoro, que debe de estar llena de telarañas y pagarés de la Deuda Pública!
Y luego vino Felipe, tras forzar su abdicación, con extrañas maniobras a las que dicen no fue ajeno el propio hijo, y su madre, que ama tanto a su hijo como odia a su marido.
El remedio ha sido peor que la enfermedad, pues Don Felipe VI es de esas personas de las que se dice que hay que desconfiar de ellas, pues aparentemente no tienen vicio alguno, y eso en los Borbones, no puede ser cierto, pues arrastran toda clase de taras genéticas, como consecuencia de haberse casado entre primos, y su afición a llevar una vida sexual muy activa, lo que ha generado no pocas enfermedades venéreas en la familia.
El matrimonio tan desafortunado de Don Felipe, gran error en el que persiste, pese a que han pasado más de veinte años, desde que se celebró, y el hecho de que intente aparentar normalidad, cuando todos sabemos de qué va la cosa, dicen muy poco de él…
Ambos han pasado sobre ascuas ante los grandes problemas de España, y aunque es cierto que Don Juan Carlos tenía una cierta influencia, al menos en el Ejército, Don Felipe ni pincha ni corta nada, y creo que ni siquiera llega a esa categoría de jarrón chino que decían eran los ex presidentes del gobierno, con los cuales nadie sabía qué hacer.
Resumiendo y concluyendo, he dejado de ser monárquico por tradición, y prefiero una república, por convicción, con un presidente no partidista, una gran figura de España, que nos represente a todos, y limite el poder, a todas luces excesivo, del Presidente del Gobierno que nos toque en suerte, o en desgracia.
Ramiro Grau Morancho
Académico, jurista y escritor