La práctica totalidad de los ministros me producen asco y repugnancia, pero hay tres que me resultan particularmente odiosos: la ministra de Defensa, el de Interior, y Yolanda Díaz, también vicepresidenta segunda, a la que yo llamo Yolanda Bluf, por las razones que pueden suponer…

Los de Defensa e Interior, jueces de carrera, me parecen unos grandes traidores al Estado de Derecho, que en su día juraron defender, a la separación de poderes, y a todo el orden constitucional.

De Yolanda Bluf, quiero pensar que no da más de sí.

Habla para subnormales, seguramente una gran parte de sus propios botontos, con b. de burros, y dice grandes chorradas, impostando la voz, como si dijera algo importante, siguiendo la estela de Zapatero, otro que tal: la tierra es del viento, etc.

Yolanda ha cimentado toda su “carrera” política, más bien su peonaje, traicionando a todo el mundo…

Yolanda en realidad es franquista. Su política laboral se basa en el ordeno y mando: ella ordena, y los empresarios obedecen.

Impone lo que le sale de salva sea la parte, como si fuera un nuevo Girón de Velasco.

Salvo que Girón de Velasco creó la seguridad social, las mutualidades laborales, el instituto nacional de previsión, la seguridad social, las viviendas sindicales, etc., y esta individua solo crea cientos de miles de nuevos parados, cuya existencia oculta, con una contabilidad “creativa” del número de desempleados.

Tiene en nómina a dos nuevos subsecretarios, o directores generales, los secretarios generales de UGT y CC.OO., que le ríen las gracias, y hacen y dicen todo lo que ella les ordena.

Yolanda es una firme defensora de las ordenanzas laborales franquistas, que se promulgaban por el ministerio de trabajo, en forma de órdenes ministeriales, y eran de obligado cumplimiento.

Esa es su forma de “ordenar” la parcela de actividad que tiene encomendada en el gobierno social-comunista, seguramente la más importante de todas, al menos por los millones de españoles afectados, más bien perjudicados, por sus paridas y ocurrencias.

Como comunista que es, aspira a que el mayor número posible de españoles dependan de las ayudas sociales, y sean por tanto un voto dependiente, cautivo, del gobierno.

Con lo cual, y cuando lleguen las elecciones, si es que algún día llegan, podrá decir aquello de: “Como no nos votéis, vendrá la derecha, y la extrema derecha, y os quitarán esas prestaciones que nosotros, tan generosamente, os hemos concedido”.

El drama de Yolanda Bluf, y es posible que no lo sepa con certeza, aunque lo intuya, es que Sánchez la aupó al poder, pero también la mandará al paro, pues le está haciendo la cama.

Confío y espero que, una vez hundida Sumar, y resurgida de sus cenizas Podemos (e Iglesias y Montero ni perdonan ni olvidan), Yolanda Díaz vuelva al paro, del que nunca debió salir.

 

Ramiro Grau Morancho

Académico, jurista y escritor

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Ramiro Grau Morancho