El próximo día 24 de Septiembre, el P. Custodio Ballester, junto con el P. Jesús Calvo, se sentarán en el banquillo en la vista oral acusados por la fiscal de la Audiencia de Málaga, María Teresa Verdugo, de un presunto delito de odio para lo que pide tres años de cárcel y una multa de 3.000 euros para cada uno.
Al P. Custodio, más en concreto, le acusa de incitar al odio por haber dicho que en un programa que el islamismo radical y el yihadismo violento amenazaban con destruir Europa y arrasar con la civilización cristiana. Asimismo, la fiscal citaba como ejemplo de su “intolerancia” un artículo suyo titulado El imposible diálogo con el Islam del que se extraía, de manera alevosamente descontextualizada, este párrafo: “No nos engañemos, el Islam de hoy y de siempre, que es lo que estamos intentando cohonestar con el cristianismo, con una mano impulsa las obras de caridad, mientras arma la otra mano para aniquilar a todos aquellos que se niegan a reconocer a Alá, y a Mahoma como el último y definitivo profeta de Dios”.
Reproducimos a continuación dicho artículo, nos solidarizamos con ambos sacerdotes que son en todo ejemplo y referencia, les deseamos lo mejor, rezamos por ellos y, en el peor de los casos, les envidiaremos, sanamente, porque podrán estar alegres, como manda Nuestro Señor, por ser persegudios por Su causa.
Publicado en El Español Digital
El imposible dialogo con el Islám
¡Combatid contra quienes, habiendo recibido la Escritura, no creen en Alá ni en el último Día, ni prohíben lo que Alá y Su Enviado han prohibido, ni practican la religión verdadera, hasta que, humillados, paguen el tributo directamente! (Mahoma. El Corán. Sura 9:29)
No creo que monseñor Juan José Omella estuviese demasiado bien inspirado cuando escribió su carta dominical titulada El necesario diálogo con el islam. AQUÍ
Esa nueva reactivación del diálogo cristiano-musulmán, paralizado por las supuestas “imprudencias” del añorado Benedicto XVI, está muy lejos de hacerse realidad. Y es que el islam no admite diálogo. O crees, o eres un infiel que debe ser sometido de una manera o de otra.
Es igual que afirmar, con toda la buena voluntad del mundo, que los católicos hemos de mantener un diálogo abierto y conciliador con los abortistas, los eutanasistas y los promotores de la ideología de género. Pues no, no es eso. Una cosa es que no despreciemos a las personas por lo que creen y piensan y no las persigamos por ello, y otra bien distinta que tengamos que poner a hibernar nuestra fe para que no choque con el dogma progre y con la ideología que le ha declarado la guerra a nuestra fe. Con el gravísimo inconveniente añadido de que se la han declarado también a las personas. En los países donde los musulmanes tienen el poder, los cristianos son brutalmente perseguidos y asesinados. ¿De qué diálogo hablamos pues? Y ya el colmo es que puestos a ser dialogantes, además de silenciar “por prudencia” nuestra fe, tengamos que hacerle reverencias a la suya. Es el nuevo estilo de la nueva época: diálogo no sólo con el islam (con la fe islámica), sino también con la nueva ingeniería social y moral y con sus aberraciones. ¡Es lo que se lleva!
Cuando en enero del 2011 un coche bomba, detonado por islamistas en las puertas de la catedral copta de Alejandría, dejó 21 muertos y más de 70 heridos entre los fieles que asistían a la Misa de Fin de Año, el Papa Benedicto XVI alzó su voz para denunciar lo que tantos entonces y ahora quieren callar o maquillar: la feroz persecución de los cristianos en los países musulmanes.
Este acto –afirmó Benedicto- ofende a Dios y a toda la humanidad. Este vil gesto de muerte, como colocar bombas ahora cerca de las casas de los cristianos en Irak para obligarlos a irse, ofende a Dios y toda la humanidad, que justamente ayer oró por la paz e inició con esperanza un nuevo año.
La respuesta islámica no se hizo esperar: el gran imán de la universidad de Al-Azhar consideró estas palabras como una injerencia inaceptable: No estoy de acuerdo con el punto de vista del Papa -afirmó-, y me pregunto por qué el Papa no ha llamado a proteger a los musulmanes cuando les matan en Irak. Se refería al líder máximo de los cristianos, y le parecía fatal que los defendiese cuando los mataban los musulmanes…
Y es que hay que meterse en la cabezota de los moros para entenderlos. Los cristianos en territorio musulmán son tolerados y “protegidos”, son dhimmi, es decir, si tributan al poder islámico pagando la Jizya, un impuesto especial que pagan sólo los cristianos para poder practicar su fe sin que se les persiga y se les condene por ello. Las minorías cristianas de países con mayoría musulmana como Siria o Irak son obligados a pagar la Jizya para evitar ser asesinados o esclavizados. Y ésta, por supuesto, es una situación especial de gracia que puede terminarse cuando el poder religioso o el político lo crean conveniente. Por eso consideran que es una injerencia intolerable de Benedicto XVI meterse en los asuntos internos de un país musulmán por muchos dhimmi –cristianos- que asesinen. Los infieles son propiedad del Estado, que puede disponer de ellos como le convenga: o cobrándoles el impuesto de los infieles o exterminándolos. ¡Qué se habrá creído el Papa pretendiendo imponerles normas de conducta a los países musulmanes!
Luego vendrá el gran imán de la Universidad de Al-Azhar (el mismo que criticó duramente a Benedicto XVI), Ahmad Al-Tayeb y abrazará al papa Francisco. Pero eso no cambiará la naturaleza de un islam fundamentado en una revelación directa e inmediata que se hace libro -el Corán- indiscutible e ininterpretable. Tal cual está escrito, hay que creerlo. La oración, la limosna, la peregrinación a la Meca y… ¡también la yihad y el exterminio de los infieles!
Y es que el encuentro mismo no es el mensaje. El encuentro entre Francisco y el gran imán no transforma por sí mismo una realidad de cientos de años, ni la historia de Mahoma: el profeta que se pasó toda la vida de razzia en razzia sometiendo a sangre y fuego a los que le llevaban la contraria. El encuentro no puede ser el mensaje: un abrazo y una foto no significan nada, si no se tiene el valor de decir que el Islam tiene evidentes elementos de violencia en el Corán y en la vida de Mahoma. Si se continúa diciendo que «el islam es una religión de paz» solamente creamos confusión y perplejidad. Y sobre todo si no se tiene el coraje de poner, frente a la figura de Mahoma el guerrero, la imagen del Crucificado, el Señor del Universo. Buena diferencia, ¿no? ¿O es una imprudencia recordarles a los musulmanes la distinta naturaleza de la religión cristiana?
Y que no me venga nadie con la cantinela de que en el cristianismo también hay violencia porque hay cristianos que matan a la suegra, pues la violación de los mandamientos no ha estado avalada nunca por la Sagrada Escritura ni ahora ni nunca. Y que no nos cuenten hoy lo que fue el cristianismo ayer (que muchos episodios cuenta en que también se impuso por la espada), condenándolo ferozmente, por supuesto: ¿para argumentar que lo del cristianismo estuvo muy mal, pero lo del islam es pura paz? No nos engañemos, el Islam de hoy y de siempre, que es lo que estamos intentando cohonestar con el cristianismo, con una mano impulsa las obras de caridad, mientras arma la otra mano para aniquilar a todos aquellos que se niegan a reconocer a Alá, y a Mahoma como el último y definitivo profeta de Dios.
Por el P. Custodio Ballester