Que la estupidez está instalada como filosofía de pensamiento en las mentes de una gran parte de la población, y no sólo de España sino del mundo, es algo que cualquier ser pensante libre de las imposiciones de medios de comunicación, gobiernos, lobbies de influencia… etc., se da cuenta a diario con las disposiciones gubernamentales, legislaciónes o leyendo noticias como la que a continuación comento.
En Eurovisión 2024, aparte de la lamentable, a la par que horrorosa y repulsiva estética general (de lo poco que he ido visualizando, la verdad), con muchos espacios oscuros tintados de rojo, la prohibición de exhibir banderas de la Unión Europea resulta de lo más significativo.
Recuerda en algo aquella época cuando Miguel Induráin ponía en lo más alto la Enseña Nacional con sus triunfos ciclistas y no había manera de ver una bandera española en manos de los aficionados que le jaleaban a pie de recorrido del Giro, del Tour, de la Vuelta a España o cualquier evento deportivo en el que participase, así como en numerosos Ayuntamientos de las diversas localidades españolas del País Vasco, Navarra o Cataluña, o la vergüenza en exibirla y defenderla por parte de aquel partido que se autoproclamaba españolista, creo que aún lo hace, aunque no sé si ya lo ha cambiado totalmente por constitucionalista.
Pero ¿qué puede haber tras esa prohibición? Dicen desde Eurovisión que prohibieron su uso en el espectáculo por cuestiones políticas, por la polémica participación de Israel en el certamen y a saber qué otras excusas puedan aducir; sin embargo puede haber otra interpretación que encontraríamos en la significación original del emblema.
El símbolo de la Unión Europea creado por Arsène Heitz, de Estrasburgo – Francia, y aprobado el 8 de Diciembre (¡Oh casualidad! festividad de la Inmaculada Concepción) de 1955, lleva el mariano (de María, la Madre del Salvador) color azul de fondo y las doce estrellas que coronan a la Virgen María en apocalíptica visión (Ap, 12, 1. Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza).
Con la deriva que la estética en Eurovisión hace suponer que está tomando el concurso no sería de extrañar que el rechazo fuera más por cuestiones que atañen al simbolismo antes expuesto que a razones políticas. ¿Cómo va a estar presente una enseña con los colores y atributos de la Madre de Dios cuando en el escenario se están interpretando gestos, escenas, letras satánicas?
…Y ya tenemos servido otro absurdo entre absurdos, la enseña de la Unión Europea no puede estar presente en un espectáculo europeo…
Hace mucho, mucho, mucho tiempo que no sigo el festival de Eurovisión y todo me hace suponer que las próximas ediciones siga en la misma actitud. Desde luego, para mí, lo mejor sería que no se celebrase nunca más, visto lo visto.
Fermín Úriz