Cuando inicié las investigaciones sobre la trama, tuve claro, ya desde el primer momento, que me enfrentaba a una organización criminal…
Pensaba que la X de la organización era Ábalos, y por eso le denuncié en 2021 ante la Sala Segunda del Tribunal Supremo, dada su condición de doblemente aforado, como ministro del reino de España y diputado.
Después he ido investigando las compras millonarias de mascarillas por otros dos ministerios, los de Interior y Sanidad, y dos autonomías, administraciones todas ellas dirigidas por socialistas, y he llegado a la conclusión provisional, a priori, y en términos dialécticos, que hay una X, pero que no es Ábalos.
Al fin y al cabo, Ábalos, por muy secretario de organización que fuese de la PSOE, era un simple ministro.
Ni siquiera ostentaba una vicepresidencia del gobierno, que le hubiera hecho, jerárquicamente, un primus inter pares.
Y las dos autonomías citadas, tenían sus propios gobiernos, y no creo que un presidente autonómico mande menos que un ministro, aunque su poder sea territorial, pero lo cierto es que es el equivalente al Presidente del Gobierno, pero limitado al territorio que gobierna, o más bien pastorea.
¿Quién está por encima de todos ellos…?
Solo una persona, el amo, señor y “dueño” del partido, o de lo que queda de él, que es quien ostenta la presidencia, Pedro Sánchez.
Como decimos los juristas, los hechos son tozudos, y hablan por sí solos.
Y, si a ello añadimos los “negocios” de Begoña Gómez, la esposa de Pedro Sánchez, o de ambos, la “empresaria” sin empresa, en realidad traficante de influencias, comisionista, o como quieran llamarla, pues miel sobre hojuelas…
Ramiro Grau Morancho
Académico, jurista y escritor