Todavía quedan, pero ya con la despensa mermada de turrones, polvorones, mazapanes y demás exquisiteces navideñas; el estómago y la mente más reposados me vienen a esta última ciertas imágenes.

No suelo ver el sorteo de Navidad pero este 22 de diciembre si he tenido la ocasión de verlo un rato.

Que España, a través de estos Gobiernos que padecemos, el Nuevo Orden Mundial la está dejando que no la conoce ni la madre que la parió (Alfonso Guerra dixit) está más que comentado en estas páginas y algunas otras, no muchas.

En el sorteo de Navidad de este año pudimos ver un reflejo de lo que sucede, y viene sucediendo de un tiempo a esta parte, en España.

Un desastre en el que no dejó de transcurrir fallo tras fallo: bolas que se caían, errores y titubeos en la lectura de los números premiados y, algo menos pero también, en los premios, la palanca de uno de los bombos para sacar el número atascándose constantemente…, y lo que más ofende a mis oídos acostumbrados a músicas melodiosas y bien armonizadas,  los niños desafinados, pero que muy desafinados, y esto ya hace años que pasa.

Antaño en el ilustre Colegio de San Ildefonso se escogía a los niños que tenían buena voz y buen oído para cantar los números y premios de nuestro tan afamado mundialmente sorteo navideño, pues se trata de eso, de cantar, y no tengo memoria de que aquellos niños que escuchaba en mi infancia y juventud desafinasen, más bien no. Pero se metió por en medio la corrección política impuesta desde instancias ajenas a los intereses del sorteo, en este caso de los estéticos y armónicos por lo menos, y ya tenemos el cuadro descrito líneas mas arriba.

Y esto es un pequeño reflejo de lo que pasa en España en general. En mi Navarra natal, por ejemplo, en el Servicio Navarro de Salud te pueden atender en euskera, bueno, en batua (que como llegue uno de un pueblo de la montaña, como no tiren de castellano no se entienden), pero no hay manera de que te atiendan ni por teléfono, no digamos presencial, listas de espera en constante aumento, facultativos más parecidos al Nick Riviera de los Simpson que al Dr. Balmis…, y nada que no pase, por otra parte, en cualquier otro lugar del suelo patrio y que no sepan ustedes.

Pero es lo que pasa cuando priman los intereses sectarios, partidistas y adoctrinadores sobre el bien común, que en los casos mencionados serían: una atención sanitaria como la que alcanzó la española antes de interferir la corrección política y las consignas y exigencias LGTBI entre otras causas o un sorteo bien entonado, con los bombos bien revisados y engrasados y los niños bien entrenados en las evoluciones del evento.

Total que en España ya no funciona ni el Sorteo de Navidad…, bueno, sí, que el Estado sigue llevándose buena parte… es quien se lleva el gordo del sorteo.

 

Fermín Úriz

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