No suelo ver ni escuchar programas de cotilleo, del amor, o más bien del bajo vientre, pero la “necesidad” que tienen las señoras de seguirlos me obliga, en ocasiones, a soportar tediosas sesiones de chorradas sin fin e imbecilidades más propias de un colegio de disminuidos intelectuales que otra cosa.
Y estoy harto, asqueado, agobiado, por las historias de la marquesa Falcó, al parecer la única cuarentona que se va a casar en España.
También las continuas idas y venidas, las desavenencias sin fin con su novio, que no recuerdo como se llama, ni me importa, el robo de joyas, su estancia en una clínica de adelgazamiento, pues parece ser que se está poniendo maciza, etc.
Me da exactamente igual, y solo espero que este suplicio pase pronto, que sean felices y coman perdices, aunque no auguro mucha duración a este futuro e hipotético matrimonio, pues la cabra siempre tira al monte, y como dice el refrán, tiran más dos tetas que dos carretas.
Pues lo mismo me pasa con Pedro Sánchez, al que encuentro hasta en la sopa… Y, la verdad, cada vez que le oigo mentir –sus mentiras son las únicas “verdades” que dice-, me dan arcadas, y cambio rápidamente de telebasura o emisora de radio.
En el mundo jurídico hay una expresión que dice algo así como que “lo que abunda, no daña”, y a más a más…
Con muchos de esos abogados del a más, a más, uno piensa que nos va a sorprender el Día del Juicio final en pleno juicio, o incluso en la audiencia previa.
Sólo hay que ver la cara de resignación del juez, y del fiscal, en su caso, para darse uno cuenta de que la mejor defensa es callarse.
Y creo es lo que pasa con “Tamara Sánchez”.
A muchos españoles, creo que a millones, se nos está atragantando mucho.
No es de recibo que uno diga que va a hacer esto o aquello, si resulta ganador, cuando lleva cinco años mandando, y creo que esos años son muchos años, para poder hacer algo de provecho, y no dilapidar el escaso dinero público, y tomarnos el pelo a todos.
Para acabar de cagarla –creo que sus asesores se verán en el paro el 24 de julio-, no se le ha ocurrido otra gansada que crear su particular ALO, PRESIDENTE, al estilo de los dictadores comunistas hispanoamericanos, solo que él se dedica a entrevistar a sus ministros, y decir que son una maravilla, y que su gestión ha sido espectacular.
Y ellos, a la recíproca, se deshacen en elogios hacia el presidente, pues les va el cargo en ello.
¡Ardo en deseos de ver su programa con Irene Montero, que estará encantada de ver los grandes elogios que le dedica, en público y en privado!
Van pasando los días y las horas, y ya queda menos para que podamos quitarnos de encima ambos coñazos: la “novia de España”, y el hombre que quería ser presidente de la tercera república, y se va a quedar en nada…
(Todo ello si Correos e Indra lo permiten claro, que cada día que pasa huelo más a pucherazo quemado.
¿Quién garantiza la cadena de custodia de los votos por correo…?
¿Qué seguridad tenemos los españoles de que el voto que se deposite en la urna sea el que realmente hemos emitido?
Ramiro Grau Morancho
Académico, jurista y escritor