Hay páginas muy negras en la Historia de España y una, sino la peor de ellas, fue el advenimiento de la II República.

La principal responsabilidad hay que focalizarla en la traición de Alfonso XIII al Pueblo Español, que ante la primera situación de dificultades abandonó la Nación, permitiendo que una pandilla marginal de intelectuales descontentos con todo y agitadores profesionales contra todo asumieran sin oposición alguna el mando en España.

La medida de la catadura moral de estos personajillos se mide en que en vez de intentar suscitar la adhesión del Pueblo Español a una Causa tan extraña para España como era la II República (hay que recordar el absoluto fracaso de la I República) por medio de políticas integradoras y beneficiosas para el conjunto de la Sociedad, ejercieron un poder absoluto desde el odio y el revanchismo, lo que llevó de forma inmediata a una reacción legítima en su contra.

Aún así, un amplio espacio de la Sociedad, asumió su llegada entre la resignación y la lealtad a la legalidad republicana instaurada de forma tan abrupta, pero pronto la inocencia y la buena fe se tornó en desencanto y hostilidad hacia unas políticas republicanas desnortadas que sólo ahondaban en la fractura social y en el enfrentamiento político.

Como siempre el PSOE se subió a lomos de la bestia desatada y empezó a aplicar sus medidas de latrocinio habituales, lo que le llevó a perder el poder en las siguientes elecciones, donde las Derechas recompuestas intentaron vertebrar una solución política que encajara en su seno, pero la Izquierda enloquecida y fanática organizó la Revolución de Asturias en 1934 que costó más de 3.000 muertos, constituyendo el germen de un convencimiento generalizado de que la II República para dicho Partido no era más que un paso hacia la Revolución bolchevique, que llegaría en el año 1936 por medio de un Pucherazo Electoral en un clima de violencia incontrolada.

La realidad es que ninguno de los dirigentes de la II República fue capaz de poner orden en la Nación y permitir una prosperidad económica y social para el conjunto de los españoles.

El Régimen del General Don Miguel Primo de Rivera se representaba para los sectores descontentos como un marco de estabilidad interior que había que recuperar ante el desenfreno criminal de un Frente Popular que se manifestaba como una Bestia insaciable de crímenes y atropellos. Las quemas de Iglesias se generalizaron por todo el territorio nacional, los arrestos arbitrarios de los disidentes, como el injusto encarcelamiento de José Antonio Primo de Rivera, y los movimientos secesionistas empujaban a España hacia el precipicio de la Guerra Civil, que inevitablemente llegó cuando el PSOE asesinó al líder de la oposición el 13 de Julio de 1936, Don José Calvo Sotelo. Esta es la verdadera Memoria Histórica de nuestra Nación, y no la que el PSOE nos trata de imponer por medio de sus Leyes arbitrarias y sectarias.
El Partido Político que nos trajo la Guerra Civil nos impone ahora cómo debemos estudiarla e interpretarla, y disfruta para ello de una Derecha pusilánime, que como en 1936, será llevada al cadalso del Pucherazo y la Violencia.

Los Jacobinos de la Revolución de la Constitución Liberal de 1978 están devorando ya a los Girondinos, como en la Revolución Francesa y en la de la II República. ¿Les suena esta Historia?

 

Guillermo Rocafort

(Historiador)

 

Desperta Red Sociocultural