1. Los Orígenes.
ETA nació en el seno del PNV. Sabido es que este partido carece, desde su fundación, de unos fundamentos doctrinales sólidos. Por la década de los cincuenta, un grupo de jóvenes nacionalistas, influidos por las ideas que estaban de moda en Europa, fundaron el movimiento ETA.
Los dirigentes del PNV mejor dotados intelectualmente se opusieron al mismo. Nos consta que Antonio de Irala, cuando uno de los miembros del triunvirato fundador le expuso las nuevas ideas, le dijo: «¿Estáis locos?». Estos mismos fundadores se dirigieron a un sacerdote, profesor de la escuela de formación profesional “Jesús Obrero” de Vitoria y le propusieron difundiera las nuevas ideas entre los alumnos de la institución. El clérigo aceptó y lo comentó con otro sacerdote. Éste le dijo que le parecía conveniente consultar antes con el Partido.
Se dirigieron a Juan Ajuriaguerra que, a la sazón, ejercía su profesión de Ingeniero Industrial en una fundición de Vitoria. Ajuriaguerra los escuchó con atención. Cuando terminaron de hablar les dijo:
– “Me habéis dicho que se trata de unos jóvenes buenos patriotas y bien formados. Yo no los considero así. Sus ideas son peligrosas y, si llegan a arraigar en Euzkadi, causarán mucho mal y correrá mucha sangre. Además, no tenéis ningún derecho para hacer propaganda política entre menores, sin la autorización de sus padres”.
Conocemos la historia por haberla contado el propio sacerdote protagonista en la revista mensual ZER. Se trata de una revista publicada en vascuence, de poca difusión. El clérigo pudo comprobar lo acertado de la predicción de Ajuriaguerra, cuando años después fue testigo de la bomba que mató al socialista Buesa y le administró la absolución “in artículo mortis”.
Pero la comunicación entre los dirigentes del PNV y sus bases, no era nada fluída. Por eso entre los nacionalistas de base, ETA fue muy bien recibida.
El 7 de junio de 1968 Txabi Echevarrieta asesinó al guardia civil Pardines cerca de Tolosa. Perseguido, murió en el tiroteo. Pocos días después se celebró una Misa en Bilbao, en su memoria. Coincidió con la fiesta del Corpus Christi. Concelebraron 22 sacerdotes. Asistió un gran gentío. A la salida de la Misa la policía cargó contra los asistentes. Una hora después, me encontré con una amiga que había asistido y que todavía estaba temblando del susto. Me lo contó y justificó su asistencia al acto por una supuesta amistad con una hermana del difunto. Conociendo sus antecedentes políticos le dije:
– “Como nos conocemos, tengo que advertirte que esos de ETA son contrarios a Sabino de Arana. No son de los tuyos”.
– “Si yo no he ido por política, He ido porque conozco a su hermana”.
Había ido por considerarle uno de los suyos. Como todos los peneuvistas que llenaron el templo.
2. ETA empieza a matar.
El siguiente asesinato de ETA fue el de Melitón Manzanas. Entre los nacionalistas corrió el rumor de que el asesinato no era obra de ETA, sino de los familiares de su esposa que estaba siendo maltratada por el asesinado. Se veía que entre los nacionalistas había un afán de lavar la imagen de ETA.
ETA siguió matando. En los pueblos de Vizcaya y Guipúzcoa se difundió un estado de temor ante la actuación de la banda terrorista. Cuando intentamos recomponer la organización carlista tropezamos con que, en los pueblos, no había una persona dispuesta a hacerse cargo de ello. Un día de domingo nos dirigimos a Lemona. Intentamos contactar con determinada persona a la que esperamos a la salida de Misa. Tan pronto le dijimos que éramos carlistas, nos pidió que nos alejásemos de él. Tan grande era el temor que tenía, por sentirse vigilado y posible objetivo de la banda. Pocos meses más tarde contactamos con él en Bilbao. Había acudido a la reunión de antiguos requetés del Tercio Ortiz de Zárate. No había cambiado de chaqueta.
De entre los carlistas con los que mantuvimos contactos y fueron asesinados por ETA hacemos memoria de José Mari Arrizabalaga, Esteban Beldarrain y Javier Bernaola.
La vivienda de Esteban Beldarrain estaba apartada del núcleo de la población, a unos cien metros de la carretera. Una noche se acercaron a ella unos gamberros cantando canciones nacionalistas y profiriendo amenazas contra Esteban. Éste les puso en fuga mediante unos disparos de escopeta al aire. Al día siguiente el diario El Correo relataba el hecho diciendo que Esteban había disparado contra unos jóvenes que pasaban por la carretera cantando canciones vascas. Recuerdo el hecho para que los lectores vean el buen ambiente que ETA tenía hasta en los medios no nacionalistas. Pocas semanas después Esteban era asesinado en la caseta de la autopista, donde prestaba sus servicios.
Yo inicié una colaboración en La Gaceta del Norte. En mis artículos atacaba al nacionalismo demostrando las mentiras en que se basaba. Allegados míos, aterrorizados, me recomendaban que cesase en mi colaboración, porque podía convertirme en un objetivo de ETA. Me reconvenían por ello. Que cómo me atrevía a escribir contra los representantes de un pueblo que estaba siendo oprimido. Querían, indudablemente, evitarme una desgracia. Pero daban por supuesto que yo estaba cometiendo una mala acción, haciéndome merecedor de ella.
Ese era el ambiente que reinaba en aquellos momentos. ETA gozaba de una simpatía, general en el nacionalismo, pero que se extendía a otros medios que no eran nacionalistas.
Paralizando la organización del tradicionalismo, ETA facilitó la implantación del actual sistema. Por eso a nosotros no nos extraña nada que los herederos de ETA puedan estar representados en las actuales instituciones. ETA contribuyó al establecimiento de la democracia
Los amenazados de ETA nos encontrábamos aislados. No veíamos ningún gesto de solidaridad hacia nosotros es ninguna parte. Los de UCD se mostraban indiferentes ante nuestras cuitas. Eso duró muy poco tiempo porque ETA no se detuvo con nosotros. Cayeron de UCD, del PSOE y; aunque pocos, del PNV. Las cosas fueron cambiando. Pero es indudable que hoy los herederos de ETA gozan de unas ventajas indudables. Incomprensibles para los que creen en la democracia. Pero comprensibles para nosotros, los que no creemos en la democracia y recordamos aquellos tiempos en que la generalidad de los demócratas expresaba sus simpatías ante las acciones de ETA.
Carlos Ibáñez Quintana
Publicado en Ahora Información – 25/10/2021