Disparos a quemarropa, apuñalamientos, asesinatos en la puerta del domicilio. El FRAP fue un grupo terrorista sanguinario y sin escrúpulos.

¿Usted repartiría propaganda de un grupo terrorista? El padre de Pablo Iglesias, Francisco Javier Iglesias sí, en el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota). Un primer paso podría ser una condena pública por parte de ambos de los crímenes de esa organización terrorista. Pero no, todo lo contrario, el vicepresidente del gobierno presume de las filias de su progenitor. En septiembre de 2018 el propio Pedro Sánchez prohibió un acto de homenaje al FRAP por considerarlo “enaltecimiento del terrorismo”.

Seis, o al menos cinco, son las víctimas mortales de este grupo terrorista que estuvo operativo en España durante los últimos años de la dictadura franquista. Brazo armado del PCE (m-l), marxista-leninista, su corte ideológico anticapitalista y de “violencia de clase” fue similar al de otros tantos grupos guerrilleros de mediados de los años 70 afines al comunismo primigenio como, por ejemplo, los argentinos Montoneros o el Partido Comunista de Perú, Sendero Luminoso.

El grupo armado en el que militó Javier Iglesias Peláez se fundó en París en 1971 al parecer en un piso del dramaturgo Arthur Miller. La constitución formal fue dos años más tarde. Su presidente, el socialista Julio Álvarez del Vayo, fue Comisario General de Guerra a partir del 1936 y en sus memorias Francisco Largo Caballero lo califica de “agente comunista”, es decir, impuesto por Moscú. Los referentes del FRAP fueron el mayor criminal de todos los tiempos, Mao Tse-Tung y el dictador totalitario albanés Enver Halil Hoxha. El FRAP obtenía armas y dinero de atracos a mano armada, como Stalin.

Los integrantes del PCE (m-l), respaldo político del FRAP, despreciaban al PCE de Santiago Carrillo al que tildaban de “revisionista” y “oportunista” y, por supuesto, todo lo que sonara a reconciliación, transición y democracia, incluida la monarquía de Juan Carlos I. ¿Les suena? Pablo Iglesias recoge esta herencia ideológica en un obituario que dedicó a Santiago Carrillo en septiembre de 2012:

“En su vivienda madrileña, un piso humilde cerca de Conde de Casal, comprobé que Santiago era lo que yo siempre consideré un comunista “de derechas”… Créanme si les digo que siendo hijo de un militante del FRAP y habiendo militado donde milité, tiene su mérito admirar a Carrillo”.

Javier Iglesias fue encarcelado en abril del año 1973 (estuvo en prisión hasta junio) por repartir propaganda de la manifestación del 1 de mayo en la que caería la primera víctima del FRAP, Juan Antonio Fernández Gutiérrez, un policía de 21 años. Como todas las víctimas del comunismo el olvido es su pesada lápida. Así fueron sus asesinatos.

Juan Antonio Fernández Gutiérrez, subinspector de segunda del Cuerpo General de Policía. Fue apuñalado en el costado a la altura del corazón en una emboscada en las inmediaciones de la plaza de Antón Martín de Madrid el 1 de mayo de 1973. Eran las ocho de la tarde. Tras el ataque el subinspector pudo refugiarse en un portal y al parecer le dijo a un compañero, “me han dado. Me estoy ahogando”. Moría a los pocos minutos de ingresar en la Ciudad Sanitaria Provincial Francisco Franco. Tenía 21 años y estudiaba segundo curso de Medicina, estaba soltero y había nacido en León. La noticia del diario Ya del 2 de mayo recogida por la Fundación Juan March decía:

“Unos ochenta o cien manifestantes, que portaban banderas rojas y daban gritos y consignas de corte subversivo, atrajeron la atención de varios inspectores de Policía, los cuales acudieron con la intención de dispersarlos. Los funcionarios cayeron, al parecer, en una emboscada, pues se dio a la fuga el grupo que perseguían, apareciendo otro, que los manifestantes suelen denominar “piquete de defensa” y que siempre va armado. En esta ocasión, ese “piquete de defensa” llevaba barras de hierro y cuchillos de monte; algunos habían atado, a modo de bayoneta, el cuchillo en una de las terminales de la barra. La convocatoria para estos actos subversivos realizada con abundante lanzamiento de propaganda desde hace varias jornadas por el Partido Comunista, las Comisiones Obreras y el Frente Revolucionarlo Antifascista Patriota (F. R. A. P.), de clara ideología maoísta. El funcionario fue derribado al suelo y apuñalado con saña. Recibió varias cuchilladas, una de ellas mortal por necesidad”.

Lucio Rodríguez Martín, 23 años. Asesinado el 14 de julio de 1975 en Madrid. Eran las diez de la noche y el agente de la Policía Armada había acabado su turno de vigilancia en las oficinas de las líneas aéreas Iberia, en el número 14 de la calle Alenza. Llevaba 20 minutos esperando el relevo de su compañero cuando un Seat 127, robado esa misma tarde en la calle Pez Volador, en el barrio de La Estrella, estacionó al lado de su posición. De él se bajaron dos de los tres terroristas. Aprovecharon que el policía les dio la espalda para abrir fuego. Al parecer la primera bala de un revólver Cádix calibre 22 largo falló y al volverse hacia ellos lo acribillaron con hasta ocho disparos en la cabeza, el cuello, el hombro, el brazo y el abdomen. El policía falleció en el Hospital Central de la Cruz Roja. Natural de Villaluenga, Toledo, planeaba casarse con su novia en dos meses. Contaba el diario ABC del martes 15 de julio de 1975:

“Lucio había estado el domingo en Villaluenga a ver a sus familiares y a su novia, María del Carmen Rodríguez, de diecisiete años, a la que dio la fatal noticia de la muerte Germán (uno de los cinco hermanos de la víctima). Lucio había comido con sus padres y por la tarde, con su novia, vio la película Río Bravo. Ayer por la mañana regresó a Madrid. La noticia del atentado le fue dada a los padres de Lucio por la Guardia Civil de Villaluenga sobre las once de la noche”.

Juan Ruiz Muñoz, 49 años. Miembro de la Policía Armada también tiroteado por la espalda por dos terroristas del FRAP. El asesinato fue el 14 de septiembre de 1975 en Barcelona cuando regresaba a casa. Juan, casado con Luisa Gil Antón, tenía la costumbre de comprarle a su hija de seis años, Luisa Isabel, al salir del trabajo churros y patatas fritas. Según declararon los testigos al diario La Vanguardia, los terroristas conocían las costumbres de la víctima porque estuvieron hasta media hora merodeando por el lugar. La Vanguardia publicó el martes 16 de septiembre de 1975:

“Este final de verano se revistió anteayer domingo, de tintes trágicos, al consumarse el vandálico asesinato del policía armada Juan Ruiz Muñoz, de cuarenta y nueve años, próxima ya su jubilación, cuando se dirigía a primera hora de la tarde a su casa tras haber comprado unos paquetes de churros y patatas fritas para su única hija, de seis años de edad. Los viles asesinos, que llevaban merodeando por el lugar de la agresión desde una media hora antes de perpetrarse ésta, parece que conocían las costumbres de su víctima, a la que atacaron alevosamente con varios disparos de pistola y remataron con varios golpes de navaja. Este suceso, que llenó de consternación a toda la ciudad cuando fue difundido a través de la radio y la televisión, forma parte de la cadena de hechos delictivos que, de un tiempo a esta parte han sido organizados por grupos terroristas que reciben auxilio desde el extranjero, con el objeto de quebrantar la paz de nuestro país y siempre contando con la posible impunidad que creen que puede otorgarles las previstas manifestaciones de protesta contra las enérgicas medidas que toda España pidió y que quedaron plasmadas en la Ley Antiterrorismo, ley que una vez más esperamos que caiga con todo su rigor contra los autores de la cobarde acción”.

Antonio Pose Rodríguez. El asesinato de este teniente de la guardia civil de 49 años fue a la luz del día y en la puerta de su domicilio, en un tercer piso de la calle Villavaliente, colonia Virgen del Rosario, barrio del Batán. Su mujer, Adolfina Corrales Fernández, y la madre de ésta oyeron una detonación y se asomaron a la ventana. Estaban esperando a que Antonio llegara a comer, eran las dos y media de la tarde. Lo que su esposa vio fue el cadáver de su marido tendido en la acera. Un niño de 12 años presenció el tiroteo. Los tres terroristas asesinaron al guardia civil a quemarropa con una escopeta de cañones recortados y luego huyeron por un paso subterráneo mientras lanzaban propaganda del FRAP. Antonio Pose fue trasladado al Hospital Militar Gómez Ulla, donde solo pudo certificarse la muerte. Había nacido en Almonacid de Zorita (Guadalajara). Era 16 de agosto del año 1975. Cuenta la web benemeritaaldia.org:

“El día 16 de agosto de 1975 el integrante del FRAP Ramón García Sanz compró dos cajas de cartuchos del calibre 12, dirigiéndose con otros de los terroristas integrantes del comando, Manuel Cañaveras de Gracia, a una vaguada cercana a la carretera de Fuencarral a El Pardo, para probar la escopeta contra un árbol. Sobre las dos y media, uno de los integrantes del comando terrorista dio una voz de “ahí viene” al ver que llegaba el teniente de la Guardia Civil Pose Rodríguez. Cuando apareció el automóvil, y estando fuera del mismo el citado teniente, Proenza hizo la señal convenida y García Sanz sacó la escopeta y cuando el teniente Pose se encontraba a unos dos metros de distancia de su domicilio, sin posibilidad de defensa, le disparó un solo tiro que le alcanzó en el lado izquierdo del pecho produciéndole heridas gravísimas en pulmón y corazón, a consecuencia de las cuales falleció de forma instantánea”.

Diego del Río Martín, del Cuerpo de Policía Armada y de Tráfico, fue asesinado en Barcelona un mes después, el 29 de septiembre de 1975, con 25 años de edad. No eran las nueve de la mañana cuando cinco miembros del comando terrorista se presentaron en la pagaduría de la Residencia de la Seguridad Social Francisco Franco de Barcelona. Los asesinos, que se hicieron pasar por clientes que hacían cola vestidos con batas blancas y mascarillas, de buenas a primeras abrieron fuego con pistolas y metralletas contra Diego del Río y un compañero. Al parecer los terroristas consiguieron hacerse con un botín de 21 millones de pesetas. El compañero de Del Río, Enrique Camacho Jiménez, consiguió sobrevivir. Diego, natural de Algeciras, estaba casado y era padre de un niño de un año. Algunas fuentes aseguran que sus asesinos pertenecían al FRAP y otras apuntan al GRAPO. Dice el blog Historia de la Policía Nacional:

“Diego del Río Martín recibió cinco impactos de bala en el estómago y un sexto en la cabeza. El funcionario de Policía fue trasladado al Hospital Militar donde fallecería. Sería la última víctima de los siniestros FRAP, que dos días después se verían reemplazados por otra banda mafiosa y extorsionadora de asesinos marxistas y antiespañoles, el GRAPO (Grupos Revolucionarios Antifascistas Primero de Octubre)”.

Las víctimas mortales del FRAP figuran en el Mapa del Terror de COVITE, Colectivo de Víctimas del Terrorismo presidido por Consuelo Ordóñez.

Nuria Richart

Publicado en Libertad Digital – 31/05/2020

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