Los nuevos currículos de las asignaturas de la LOMLOE, la conocida como Ley Celaá y que ahora está poniendo en marcha Pilar Alegría, comenzarán a entrar en vigor el curso que viene. Pero a la espera de su aprobación definitiva, los borradores de Educación ya están apuntando cómo se materializarán los cambios de la nueva ley socialista.
El de Lengua y Literatura Castellana incluye importantes novedades y también ausencias llamativas si se compara con el de la LOMCE ya desde su arranque, según el borrador al que ha tenido acceso LD. En la ley educativa actual, se afirmaba que el objetivo era crear “ciudadanos conscientes e interesados en el desarrollo y la mejora de su competencia comunicativa, capaces de interactuar satisfactoriamente en todos los ámbitos que forman y van a formar parte de su vida”.
En este, se habla de “competencias comunicativas” pero también de “ética” y de “igualdad”:
“El objetivo de la materia de Lengua castellana y literatura se orienta tanto a la eficacia comunicativa como a favorecer un uso ético del lenguaje que ponga las palabras al servicio de la convivencia democrática, la resolución dialogada de los conflictos y la construcción de vínculos personales y sociales basados en el respeto y la igualdad de derechos de todas las personas”.
La asignatura, añaden, deberá “entrenar al alumnado en el uso de estrategias que le permitirán responder a los retos de la sociedad del siglo XXI, que demanda personas cultas, críticas y bien informadas; capaces de hacer un uso eficaz y ético de las palabras; respetuosas hacia las diferencias; con capacidad para informarse y transformar la información en conocimiento, y para aprender por sí mismas, colaborar y trabajar en equipo; creativas y con iniciativa emprendedora; y comprometidas con el desarrollo sostenible, la defensa de los derechos humanos, y la convivencia igualitaria, inclusiva, pacífica y democrática”.
“Prejuicios lingüísticos”
El currículo recoge diez competencias que el alumno de ESO tendrá que abordar en sus cuatro años de formación. Resulta llamativo que en un país donde aún sigue sin garantizarse el derecho a estudiar en la lengua maternaen todo el territorio la primera competencia esté dedicada, de forma muy extensa, a la realidad plürilingüístíca de España. Señala Educación que los alumnos deberán “reconocer y valorar las lenguas de España y las variedades dialectales del español, con atención especial a la del propio territorio” y también “identificar y cuestionar prejuicios y estereotipos lingüísticos adoptando una actitud de respeto y valoración de la riqueza cultural, lingüística y dialectal”.
Sobre el español, remarcan que “es una lengua universal y policéntrica, con una enorme diversidad dialectal” y que “ninguna de sus variedades geográficas ha de ser considerada más correcta que otra, ya que cada una de ellas tiene su norma culta”. Y hablan de “promover el ejercicio de una ciudadanía sensibilizada, informada y comprometida con los derechos lingüísticos individuales y colectivos”. En la Ley Wert, sólo se incluía una mención a la variedad lingüística al indicarse que se debía enseñar “la realidad plurilingüe de España, la distribución geográfica de sus diferentes lenguas y dialectos, sus orígenes históricos y algunos rasgos diferenciales”.
Sin etapas literarias
Otra diferencia destacada está relacionada con la enseñanza de Literatura: como en la LOMCE, se especifica que el objetivo es formar lectores estimulando la lectura de obras juveniles y otras “relevantes del patrimonio literario nacional”. Pero llamativamente se esfuma toda mención a las etapas literarias: mientras que la Ley Wert planteaba “una visión cronológica desde la Edad Media hasta el siglo xx, siempre a través de la selección de textos significativos” y se mencionaban la Edad Media y el Siglo de Oro para los primeros cursos y la literatura desde el siglo XVIII hasta hoy para cuarto, la nueva norma omite cualquier mención a los periodos clásicos para clasificar las obras literarias. En su lugar, propone a los profesores la creación de “itinerarios” por temas y géneros en los que “debe haber representación de autoras y autores”, con lecturas y fragmentos que “presenten una cierta resistencia para el alumnado” pero que puedan ser disfrutados a través de una “lectura guiada y compartida en el aula”.
Uso “ético del lenguaje”
El currículo también es menos concreto que el de la ley actual en contenidos referidos por ejemplo a la gramática o al léxico. Mientras, establece como una de las competencias que deberán alcanzar los alumnos “poner las propias prácticas comunicativas al servicio de la convivencia democrática” utilizando “un lenguaje no discriminatorio y desterrando los abusos de poder a través de la palabra para favorecer un uso no solo eficaz sino también ético y democrático del lenguaje”.
“Erradicar los usos discriminatorios y manipuladores del lenguaje, así como los abusos de poder a través de la palabra es un imperativo ético. En los ámbitos educativo, social y profesional, la educación lingüística debe capacitar para tomar la palabra en el ejercicio una ciudadanía activa y comprometida en la construcción de sociedades más equitativas, más democráticas y más responsables en relación a los grandes desafíos que como humanidad tenemos planteados: la sostenibilidad del planeta, las infinitas violencias, las crecientes desigualdades”, señala.
M. R. Marín
Publicado en Libertad Digital – 16/10/2021