Anteayer publicó el diario ‘El Mundo’ un interesante artículo titulado ‘por qué vas a “dejar de pagar” las cosas que compras’. No, no es que el capitalismo haya enloquecido, que va. Si hay algo que caracteriza al hombre actual es, precisamente, el consumismo. Lo que pasa es que algún papanatas, uno de esos que se dedican a «pensar», ha llegado a la conclusión de que pagar provoca fricción. Sí, sí, «fricción»; es decir, que no es agradable. Y usted, querido lector, que gracias a Dios conserva todavía el sentido común, pensará: ¡pues sólo faltaría! Pero claro, el capitalismo no quisiera incomodarle a usted, no vaya a ser que de repente le dé por controlar el gasto y dejar de comprar cosas que no necesita. Lo que el capitalismo quiere es que siga siendo usted un niño grande y no le «duela» pagar. Eliminar la dichosa fricción, en resumen.

¿Y cómo van a hacer semejante cosa?, se estarán preguntando. Pues son cosas propias de vendedores de humo, evidentemente. Dice el artículo: «El objetivo es que pasar por caja no rasque, y la solución que ofrece para eso la tecnología es que dejes de pagar por tus compras. Pagará tu coche, pagará tu nevera, pagará tu asistente virtual o el carrito de la compra, pero no tú». Pero claro, ni la nevera, ni el coche, ni lo que carajo sea un asistente virtual tienen dinero propio; luego pagarán, como es lógico, con nuestro dinero. O sea, como siempre. Lo que nos lleva a preguntarnos, en última instancia, por qué carajo íbamos a querer que la nevera pague los zapatos que acabamos de comprar, o el coche. ¿Para qué narices queremos neveras con internet? Lo que tiene que hacer la nevera es mantener fríos los alimentos. Punto. «Tenemos que ir cada vez más hacia eso que se ha llamado pagos invisibles para que el usuario no tenga fricción en el momento de compra», dice una señora de Mastercard. Se lo traducimos: Son ustedes unos zopencos inmaduros incapaces de asumir que adquirir un bien requiere pagarlo, pero no se preocupen que ya están las corporaciones para que a usted, estúpido consumidor, le den el rejonazo de forma indolora y no se cuestione la necesidad de su compra.

Pero esperen, esperen, que hay más. Este insulto a la inteligencia del Homo Consumidor es lo de menos, de hecho. Miren ustedes si son buenos el capitalismo, la democracia y las corporaciones que, siempre por su bien, van a controlar y a invadir su intimidad de forma salvaje para que pueda usted seguir comprando cómoda y rápidamente. «Te piden acceder a la cámara, el micrófono, el acelerómetro y la brújula de tu teléfono, porque eso les permite garantizar la seguridad de las operaciones de una forma no intrusiva y detectar, por ejemplo, que se están realizando dos operaciones a miles de kilómetros de distancia con una diferencia de un par de horas. (…) Si les das acceso a la información de tu app de salud podrán detectar si estás haciendo ese pago coaccionado porque te han puesto un cuchillo en el cuello». Son palabras del director de Tecnología y Producto de HeyTrade. O sea, que acceden a la cámara, el micro, el acelerómetro y la brújula del teléfono móvil y tienen los bemoles de decir que es de forma ¡no intrusiva! Pero en fin, ¡ahora hemos llegado al meollo de la cuestión!

Coches conectados a satélites —le guste a usted o no—, neveras con internet, control biométrico, reconocimiento facial y de voz, de la huella dactilar, ¡incluso de las venas de la mano! Por ejemplo, Mastercard en cinco supermercados de la ciudad brasileña de Sao Paulo: «Vas a la línea de caja, te escanean la cara y cargan a tu cuenta lo que has comprado». ¡El culo nos vais a escanear, cabrones! Esto no es para hacerle a usted agradable la experiencia consumista, no se engañe: es control social puro y duro. Controlarán lo que compra, donde lo compra, con qué frecuencia, su estado de salud, localización, recursos, hábitos, gustos… Si lo hacen ya con las tarjetas, imaginen con esto que vendrá. «Resulta especialmente llamativa la que se conoce como biometría del comportamiento. Gracias a esta tecnología, las empresas que se aseguran de garantizar la seguridad de los pagos son capaces de identificar tus patrones de uso del móvil: si lo coges con la mano izquierda o la derecha, en qué ángulo lo sostienes, a qué velocidad pulsas las teclas, cuál suele ser tu ritmo cardiaco, en qué lugar te encuentras…».Sólo un necio podría seguir pensando que es libre.

Ya lo hemos dicho otras veces: La libertad del mundo moderno, posmoderno o como quieran llamarlo es una milonga, una farsa. Jamás, nunca, en ningún tiempo ni lugar ha habido un control social como el que los avances tecnológicos han proporcionado al sistema liberal capitalista. Y lo que es peor, ¡la mayoría de la gente cree que, efectivamente, es por nuestro bien! Es el mundo feliz de Aldous Huxley; ni más, ni menos. Una esclavitud voluntaria aderezada con un poquito de soma para evadirle a uno de la realidad y aliviar sus preocupaciones. Consuma. Consuma y déjenos hacer. No piense, que ya están las élites de la plutocracia capitalista para pensar por usted. Coma carne sintética, aunque sepa que no es carne, que el filete ha salido de una impresora. Póngase implantes que le asemejarán a una máquina mientras la inteligencia artificial convierte a éstas en personas que «piensan» y tienen «sentimientos». ¿Saben lo que es esto, además de ser el mundo al revés? La tiranía. Eso es. Llámenla democracia, si quieren. Vístanla como quieran. Perfúmenla. Adórnenla con bonitas palabras. Seguirá siendo una tiranía.

 

Lo Rondinaire

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