Me enseñaron que el lema de la revolución Francesa era “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, con el cual se inauguraba la “Edad Contemporánea”. Descubrí que me mostraban sólo una parte de dicho lema, faltaba la palabra “muerte”. El lema completo era:”Libertad, Igualdad y Fraternidad o la muerte”, es decir, que si no estabas de acuerdo te mataban. Entendí que dicho lema era un engaño: no hay libertad sin verdad, Igualdad sin diferencias ni Fraternidad sin caridad. Una tergiversación del Evangelio.
Hoy que La Asamblea Francesa, aprueba (falta la lectura por el Senado) el crimen del aborto hasta el momento del nacimiento, podríamos decir “Libertad, Igualdad, Fraternidad y La Muerte”, pues esta va unida a toda mentira y por tanto inexorablemente unida, al falso trilema que ahora se pone de manifiesto.
Claro que el crimen del aborto es el mismo en cualquier momento desde la concepción, pero quizás estemos ante aquella frase del Apocalispis donde nombra la “Manifestación del Misterio de Iniquidad” pues al hacerse patente y no sutil como hasta el momento, algunos que ya defienden el aborto por plazos, se llevan las manos a la cabeza. Si se horrorizan conviértanse, señores o lo pagarán caro.
Entretanto los cristianos, libremos el buen combate, venzamos el horror y denunciemos este asesinato que ya, cual la Medea griega, mira la cara de sus hijos antes de matarlos por despecho a la infidelidad de su amante Jasón que se ha casado con otra, en este caso ni siquiera con motivos de una locura pasional sino por la laxa e indefinida “angustia psicosocial”, eufemismo con el cual han sellado el causal, es decir, el horror por que sí. Porque soy libre.