El secretario general en Huelva de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), Manuel Piedra, ha advertido de la dramática situación que están viviendo los temporeros inmigrantes en Andalucía, informa www.libremercado.com.

Más de 7.000 trabajadores con contrato en origen, han terminado ya la recogida de la fresa y no pueden regresar a su país, pues Marruecos tiene todavía las fronteras cerradas como consecuencia del coronavirus.

Esta situación ha propiciado que las mafias y algunas ONGs, que operan al margen de la ley, estén aprovechando la crisis para estafar a los temporeros. “Estas personas están pagando por venir del campo al pueblo, pagan por hacer la cola, pagan por el papel del empadronamiento, pagan por tasas que no existen. Están en manos de las mafias, son personas que no saben ni leer ni escribir, tampoco saben español. Hemos llamado a Cruz Roja y a las organizaciones que contratan a mujeres marroquíes para que sus mediadores culturales se hagan cargo, y les transmitan correctamente la información”, relata Manuel Piedra.

Las organizaciones agrarias han dado la voz de alarma al apercibirse de que los trabajadores de temporada que han contratado están siendo convenientemente “asesorados” por grupos organizados, con único propósito de aprovecharse de ellos. “Les han hecho creer que con el empadronamiento podían acceder a la ayuda económica. Lo que no saben estas personas es que no pueden acceder a estos ingresos, porque ni tienen la antigüedad ni los derechos. No cumplen con los requisitos. Ellos llegan gracias a la contratación en origen, vienen, hacen su trabajo y se van. En ningún caso podrían acceder al Ingreso Mínimo Vital porque no son residentes ni trabajadores, para ello tendrían que pasar tres años como residentes aquí y demostrarlo, y, además, tendrían que estar un año más en Palos de la Frontera empadronados en el mismo domicilio”, aclara el dirigente de UPA en Huelva.

Las autoridades locales están trabajando desde hace días intentando explicar a los temporeros la verdad, los requisitos necesarios. En la zona existe una gran preocupación ante el riesgo de un rebrote de coronavirus entre los temporeros, que acuden masivamente a las instituciones públicas en busca de las ayudas económicas. Muchos de ellos guardan largas colas desprovistos de mascarillas, apelotonados, con el consiguiente riesgo de que surja una nueva ola de contagios en la zona.

Y yo me pregunto: ¿se puede ser más canalla y más sinvergüenza que esta banda de traficantes de personas, que se atreven a hacer negocio con la necesidad y la desesperación ajenas?

Javier Amo Prieto