La “higiene racial” llega a Alemania

A finales del siglo XIX el espíritu de Galton llegaba también a Alemania. En 1895, Alfred Ploetz publicaba una obra titulada The Excellence of Our Race and the Protection of the Weak. El hilo argumental trataba de demostrar que el humanitarismo no consistía en proteger a los más débiles. El humanitarismo de verdad se había de aplicar a la “raza”. El industrial armamentista Alfred Krupp pronto se dio cuenta de la importancia de la eugenesia aplicada a la economía y a la industria. Las políticas eugenésicas permitirían mejorar la “calidad” de los obreros. La familia Krupp realizó un concurso abierto para recompensar el trabajo científico que contestara mejor a la pregunta “¿Qué nos enseña la teoría de la evolución respecto al desarrollo político interno y la legislación de los Estados?”. La convocatoria contó con numerosas aportaciones, pero durante tres años el premio se declaró desierto. Por fin se concedió el galardón a Wilhelm Schallmayer. Este intelectual bávaro defendía que el “progreso social” no podía depender de la “selección natural”. El Estado debía controlar la “selección natural” con políticas públicas. Entre las recomendaciones prácticas instaba a que se estableciera un sistema de asesoramiento (Eheberatung) y un examen prematrimonial. Los médicos debían ser los últimos responsables de aprobar aquellos matrimonios que reunieran las condiciones adecuadas para mantener la “raza sana”.

En los inicios del siglo XX el clima científico y político alemán ya estaba maduro para empezar a aprobar leyes eugenésicas. En 1902 se funda la Revista Político-Antropológica, cuyo objetivo era otorgar fundamento científico y biológico a propuestas políticas. En 1904, Alfred Ploetz fundaba la revista Archivo de Biología Social y Racial. En 1905 surgieron las primeras asociaciones de higienistas raciales y sociobiólogos. En 1914 ya habían pedido al gobierno que aprobase leyes eugenésicas. Pero el estallido de la Primera Guerra Mundial troncó sus deseos. Tras la tragedia de la derrota alemana, los sociobiólogos encontraron argumentos para “demostrar” por qué se había perdido la guerra: el “Pueblo” alemán estaba sufriendo una degeneración biológica que se debía remediar urgentemente. Las políticas eugenésicas eran el camino.

Javier Barraycoa