y los Colegios de Abogados derrochando nuestro dinero

 

La Abogacía es una profesión prostituida…, por los poderes públicos.

Los emolumentos que se pagan por el turno de oficio son de juzgado de guardia, pero en calidad de denunciantes.

Las cuotas de los colegios, incluida la cuota de entrada, el seguro de responsabilidad profesional, etc., suponen un gasto considerable para cualquier Abogado, sobre todo para los más jóvenes, o nuevos, que tienen que empezar de la nada, para, al paso de los años, llegar a la miseria…

Las pensiones de jubilación de la mutualidad de la Abogacía solo te aseguran pan para hoy y hambre para mañana, y son inferiores a las que percibe cualquier obrero, de la más baja categoría, del régimen general de la seguridad social.

Hace unos años, el presidente de esa mutualidad, que “casualmente” era Abogado del Banco Popular, “invirtió” cincuenta millones de euros, del sudor de los colegiados, en ese banco, o timo de la estampita, perdiéndose la práctica totalidad de esos fondos.

¡El tipo creo que sigue de presidente de la mutualidad, con un par!

La naturaleza jurídica de los colegios profesionales tiene carácter oficial, como administración corporativa que son, de pertenencia obligatoria, y de eso usan…, y abusan. (De no ser así, y existir pero únicamente de afiliación voluntaria, tendrían menos fuerza que una asociación de vecinos, pues la mayoría de los colegiados se darían de baja).

Se usa –y abusa- de ese carácter oficial, y de la pertenencia obligatoria, imponiendo unas cuotas cada vez más elevadas, y que no se compadecen con el estado de la profesión, cada vez peor.

Tampoco se defiende al colegiado que tiene algún problema con un juez, fiscal, letrado de la administración de justicia o funcionario, y en esos casos, estás más solo que la una. ¡Eso suponiendo que no te acabe expedientando tu propio colegio!

Los servicios que prestan los colegios, en la mayoría de los casos, son prácticamente inexistentes, salvo que se entienda por “servicios” enviarte reseñas del BOE, información de editoriales jurídicas, de compañías de seguros, que quieren hacer negocio con nuestro dinero, de bancos que nos ofrecen condiciones inmejorables –las mismas que le dan a cualquier cliente que entre por la puerta-, etc.

Pero, eso sí, cada vez hay más empleados en los Colegios, y nadie sabe cómo han entrado, quien les ha elegido o seleccionado, etc.

Se supone que los Decanos, Gerentes, Secretarios Generales Técnicos, Jefes de Gabinete, ¡y hasta Directores Generales!, meten a su familia y amigos. Amigos y amigas…

Pero lo que ya es el colmo es que ayer me entero de que un conocido follaperiodistas, y aspirantes a estrellas, sin mucho éxito, ejerce como jefe de prensa del Colegio de Abogados de Madrid, con un sueldo de 185.000 euros anuales… ¡más del doble de lo que gana el presidente del gobierno de España, por cierto!

No crean que es un trabajo a jornada completa, y dedicación exclusiva, no, sino que lo simultanea con la presencia en tertulias y programas de varias telebasuras, o telemierdas, de las que entretienen a los 47 millones de presos preventivos, en arresto domiciliario, de este país.

Hace poco la presidenta del CGAE enviaba un escrito al presidente de la cosa –España, pronto Ex España-, diciendo que representaba a 252.000 Abogados…

Al leer la cantidad, me dieron ganas de hacer la maleta y salir corriendo.

Luego pensé que se referiría a los colegiados, y que el número de ejercientes es de unos 150.000 (que ya de por sí, es una barbaridad), y los otros 100.000 se supone que serán colegiados no ejercientes, jubilados, etc.

De cualquier forma, unas Corporaciones -83, nada menos; hay provincias como Navarra, con cuatro colegios- que no nos representan, ya que solo se representan a sí mismas.

Y a sus empleados, como mucho.

Una profesión que va camino de la miseria, si es que ya no está instalada en ella, pero eso sí, que se permite pagar unos salarios estrambóticos a un individuo que en su vida privada podrá hacer lo que quiera, y más siendo soltero o divorciado, que para el caso es lo mismo…, pero que no puede estar “chuleándonos”.

¡Qué se vaya a chulear a alguna de sus muchas “amigas”!

 

Ramiro GRAU MORANCHO

Abogado y escritor

Ramiro Grau Morancho