En los últimos tiempos, veo a muchos tonto móviles con esa esquila colgada del cuello, a modo de cencerro…
Y me dan pena; mucha pena.
Son los que prestan más atención a las paridas que les envían, inmisericordemente, manipuladores de la información, wassapeadores de lo absurdo, y personas que creen ser Dios, porque tienen un móvil de última generación (más bien, degeneración), y se creen con “derecho” a hacer perder el tiempo a los demás.
Pero el tonto móvil disfruta, y mucho, del trasto ese, que va mirando todo el día, incluso cuando está hablando con otra persona, en el colmo de la mala educación…
Todos los días tengo que sortear por la calle a personas que van hablando, escribiendo o mirando el aparato, y corres el peligro de que te atropellen.
Son “felices”, con la felicidad que da la ignorancia, pues están convencidos de que teniendo un móvil y acceso a la Wikipedia (que es una mierda, y totalmente escorada a babor), lo que la natura no les ha dado (tampoco su esfuerzo, trabajo y estudio), se lo prestará esa supuesta “inteligencia” artificial.
El tonto móvil lleva siempre en la mano, o colgado del cuello, el aparato, y a él acude en cualquier discusión, tertulia o comentario, para buscar el dato preciso, pues carece de formación, opinión y comentario propio, todo lo cual sustituye por la información, sesgada, normalmente incorrecta o errónea, etc., que dan las redes sociales, la Wikimierda o cualquier mongolo con acceso a las redes sociales…
¡Y se constituye en catedrático, hablando ex cátedra, con la falsa seguridad que le da su gran ignorancia, pues cree saber todo lo que realmente ignora!
Yo uso, lo menos posible, un móvil de la época de los dinosaurios, que solo sirve para llamar o recibir llamadas, con los números grandes, que uno ya tiene una edad…
Tuve un móvil, de última degeneración, pero prescindí de él, pues no paraba de recibir mensajes, wassaps, noticias e informaciones que no había pedido a nadie, pero que al aceptar las condiciones abusivas de cualquier medio de comunicación, desinformación y manipulación informativa, les permiten molestarte todos los días, y a cualquier hora.
¡Qué descanso!
Ahora solo recibo llamadas de familiares y amigos, que son las únicas que realmente me importan e interesan.
Y paso de pertenecer a grupo alguno: primos de primos, compañeros de no sé qué, que ya ni recuerdo, etc.
¿Soy insociable…?
Posiblemente, sí.
Pero al hacernos mayores, vemos que nos queda menos tiempo de vida, y nos volvemos avaros de nuestro tiempo.
Y no solo de nuestro tiempo; también de nuestro dinero, aunque en mi caso, más que avaro, creo que soy austero.
Con esa austeridad espartana que me enseñaron mis padres, y la enseñanza en los seminarios, donde todo se basaba en el trabajo personal, el esfuerzo y el sacrificio.
Como la vida misma.
¡Qué pena me dan las nuevas generaciones, educadas mayormente en la molicie, la vida alegre y desenfadada, con el convencimiento de que no son un regalo del Cielo, sino una carga, una hipoteca de por vida, para sus padres, a los que consideran sus esclavos!
La vida es lucha, trabajo, sacrificio.
Así sucede en el ámbito laboral y, en general, en todos los ámbitos.
Por supuesto que hay momentos de felicidad, pero siempre con la satisfacción del trabajo bien hecho, y del deber cumplido, sin importarte las consecuencias.
Normalmente perjudiciales para ti, pues en España se penaliza, y mucho, la honestidad y la obra bien hecha.
Somos un país de Rinconetes y Cortadillos, y la castuza política que nos roba y manipula, nos lo demuestra cada día.
Ramiro Grau Morancho
Académico, jurista y escritor